NOTICIAS DE CUBA
Ana de Armas y Sandro Castro: cortinas de humo del Gobierno cubano
La administración de Díaz-Canel solo ha demostrado una incapacidad crónica para abordar la crisis económica
En un contexto de creciente descontento social y crisis económica, política y energética en Cuba, el gobierno cubano parece haber apostado una vez más a la estrategia de distracción, también conocida como “control de daños”.
Esta táctica, utilizada con frecuencia por regímenes autoritarios, busca desviar la atención de la población y la comunidad internacional de los verdaderos problemas del país, creando espectáculos mediáticos que mantengan a la gente ocupada en trivialidades, mientras la situación en la Isla empeora sin cesar.
Dos eventos recientes han demostrado esta estrategia a la perfección: la ostentosa fiesta de Sandro Castro, nieto del difunto Fidel Castro, y el escándalo en torno a la actriz Ana de Armas como novia de Manuel Anido, hijastro de Miguel Díaz-Canel.
Estos episodios no son más que cortinas de humo diseñadas para desviar el foco de la crisis estructural que atraviesa Cuba.
El cumpleaños de Sandro Castro
La fiesta de Sandro del 5 de diciembre, para celebrar su cumpleaños número 33, rápidamente se convirtió en noticia en los medios de comunicación y las redes sociales, alimentada por una cobertura extensa y suculenta de detalles que no hacían más que confirmar lo que muchos cubanos ya sabían: el núcleo de poder cubano sigue viviendo a cuerpo de rey mientras el pueblo sufre las consecuencias de su pésima gestión.
Alessandro Castro, hijo de Rebeca Arteaga y Alexis Castro Soto del Valle, se mostró sin complejos en una celebración repleta de lujo, mientras el país se hunde en una grave escasez de alimentos, medicinas, energía y productos básicos. La fiesta fue la antítesis del sufrimiento que viven millones de cubanos que luchan por sobrevivir cada día.
En lugar de enfrentar las críticas por la insostenible situación económica y las políticas fallidas, el gobierno cubano ha permitido que el caso de esta fiesta y la publicación de fotos y videos de una vida de lujo se convirtieran en el centro de la atención como una distracción evidente. Una maniobra que busca desviar el foco de la crítica y poner a la élite gobernante en el centro de la discusión mediática, a fin de evitar que se hable de lo verdaderamente urgente.
Mientras la gente se indigna por la ostentación de los descendientes de la dinastía Castro, el gobierno evita que el pueblo se enfoque en el colapso de los servicios públicos, el racionamiento de alimentos y la falta de medicamentos. La provocación de estos lujos, en el contexto de una isla empobrecida, no es un simple accidente.
¿Ana de Armas y Manuel Anido son novios?
A la par de la fiesta de Sandro Castro, otro escándalo parece haber ocupado los titulares: la relación entre la actriz cubana Ana de Armas y Manuel Anido, hijo de Lis Cuesta e hijastro del presidente cubano Miguel Díaz-Canel.
De Armas, quien ha alcanzado la fama internacional con papeles en películas de Hollywood, ha sido utilizada como un comodín mediático. En este caso, el espectáculo se basa en la relación amorosa de la artista con un “asesor” del designado presidente.
El vínculo con Manuel Anido, y por extensión con la figura de Díaz-Canel, genera un interés morboso y facilita la creación de una narrativa de “conexiones de élite”, que nuevamente pone el foco en la vida de los poderosos y en sus relaciones personales.
¿Por qué es relevante este escándalo, más allá de la curiosidad pública? La respuesta parece sencilla: porque permite que el régimen de Díaz-Canel logre un paréntesis en la discusión sobre la penosa situación económica, energética y política del país.
La exclusiva destapada por la revista semanal española ¡Hola! especializada en noticias de celebridades, y alimentada por los medios independientes y las redes sociales, desvirtúa la atención sobre los problemas estructurales que afectan a Cuba.
En lugar de hablar de la falta de combustible e inversión que mantiene a las plantas eléctricas al borde del colapso, del éxodo masivo de ciudadanos que huyen de la Isla o del deterioro de los hospitales y escuelas, los titulares se llenan de rumores y detalles de una relación sentimental que terminará en nada.
La administración de Díaz-Canel solo ha demostrado una incapacidad crónica para abordar la crisis económica y energética, y prefiere centrarse en tácticas populistas y superficiales. Mientras los cubanos enfrentan colas interminables para conseguir productos de primera necesidad, el gobierno organiza eventos de lujo, expone relaciones personales de figuras públicas y fomenta el culto a la personalidad.
Lo peor de todo es que, en un país donde el control de la información es casi total, el gobierno también manipula la percepción internacional. Al centrar la atención en estos eventos, crea una fachada de normalidad, como si la Isla estuviera enfocada en temas triviales y no en la grave falta de derechos humanos y el deterioro de la calidad de vida.
Cuba necesita una solución urgente a su crisis, no más distracciones inventadas por el régimen. Solo enfrentando la realidad de la situación, y no dejándonos seducir por el brillo momentáneo de estos eventos superficiales, se podrá llegar a una Cuba verdaderamente libre y próspera.