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Cuba: una economía en retroceso
La paradoja es cruel: un país con suelo productivo donde el hambre es una realidad cotidiana
La emigración de jóvenes calificados ha dejado al país con un déficit de profesionales y una población envejecida. (Foto © Periódico Cubano)
Tras 66 años de revolución, Cuba se encuentra sumida en una profunda crisis de la que parece imposible salir. La dirigencia actual ha demostrado ser incapaz de reconocer que solo la empresa privada genera riqueza, mientras un Estado omnipresente usurpa todos los poderes, conduciendo al país hacia una catástrofe humanitaria. Señalan al “bloqueo” como el único responsable, pero la realidad interna revela causas más complejas.
Las cifras de los últimos cinco años y según datos del Banco Mundial, el PIB de Cuba en 2020 fue de 107.350 millones de dólares, lo que representó el 0,10% de la economía mundial. Aunque no se disponen de datos oficiales más recientes, informes indican que la economía cubana ha enfrentado contracciones significativas en años posteriores.
Por otro lado, el sector turístico ha sufrido una drástica recesión, pasando de 4,7 millones de visitantes en 2017 a solo 2,2 millones en 2024. Mientras otras naciones caribeñas han visto una recuperación post-COVID-19, Cuba ha perdido turistas a favor de destinos con mejores infraestructuras y servicios.
A pesar de la caída en el número de visitantes, el gobierno cubano ha continuado priorizando inversiones en la industria turística. En 2024, la inversión en turismo fue de aproximadamente 9.863 millones de pesos cubanos, mientras que en 2025 se redujo a 7.600 millones, representando una disminución del 22,94%.
Hasta el momento, no hay reportes de personas fallecidas en La Habana a causa de los diferentes derrumbes. (Captura de pantalla © Despierta Cubano – Facebook)
Esta estrategia ha sido ampliamente criticada, ya que estos recursos podrían haberse destinado a sectores vitales como la salud, la educación y la agricultura. La insistencia en construir hoteles de lujo contrasta con la realidad de una infraestructura básica colapsada, marcada por apagones, escasez de alimentos y medicinas.
El sector agrícola cubano es un reflejo del fracaso económico del régimen. La imposición de precios fijos ha llevado a los productores al borde del colapso, desincentivando la producción y generando desabastecimiento crónico. La inflación ha aumentado, reduciendo el poder adquisitivo de la población y encareciendo productos básicos como alimentos y medicamentos.
La falta de inversión en infraestructura energética ha provocado apagones frecuentes y una grave crisis en el suministro de energía. La economía depende cada vez más de las remesas enviadas por los cubanos en el extranjero, lo que la hace vulnerable a cambios políticos.
La producción nacional ha caído debido a la falta de inversión y la obsolescencia tecnológica, aumentando las importaciones. La escasez de alimentos, medicamentos y otros productos esenciales refleja un grave desabastecimiento en el mercado interno.
Para cualquier servicio o compra de alimentos en Cuba hay que hacer largas colas. (Foto © Periódico Cubano)
Mientras el campesino trabaja la tierra con escasos insumos, el Estado le impone precios que no cubren sus costos, obligándolo a vender sus productos en el mercado negro o a abandonar la actividad. El resultado es una nación con vastas extensiones de tierra fértil sin cultivar, dependiendo de importaciones de alimentos a precios exorbitantes.
La paradoja es cruel: un país con suelo productivo donde el hambre es una realidad cotidiana. A pesar de las cifras oficiales, la falta de empleos formales ha obligado a muchos a recurrir al trabajo informal o ilegal. La emigración de jóvenes calificados ha dejado al país con un déficit de profesionales y una población envejecida.
La prensa: cómplice de un régimen podrido
La dictadura cubana no solo controla la economía, sino también la información. La prensa oficialista, lejos de cumplir su función de fiscalizar el poder, se ha convertido en un aparato propagandístico del régimen. Oculta las cifras reales del desastre económico, manipula la realidad y criminaliza cualquier voz disidente.
Mientras el pueblo enfrenta penurias, los medios de comunicación estatales se empeñan en sostener un relato ficticio de resistencia y logros revolucionarios. La censura impide que la población acceda a información veraz, perpetuando el engaño y consolidando el dominio del partido comunista sobre la sociedad.
La cúpula gobernante parece está más interesada en mantener sus privilegios que en el bienestar del pueblo. La inversión desproporcionada en el sector turístico, en detrimento de áreas esenciales, refleja una desconexión con las necesidades reales de la población. Mientras tanto, los ciudadanos enfrentan apagones prolongados, falta de alimentos y un sistema de salud en decadencia.
La revolución que prometió prosperidad ha derivado en una “revolución de la indigencia”. Tras más de seis décadas, Cuba se encuentra en una encrucijada histórica. La profunda crisis actual plantea la pregunta: ¿ha llegado la hora de escapar?