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¿Quién es el verdadero culpable de la crisis en Río Cauto?
“¿Dónde está la revolución?”, gritó Mayelín ante la mirada atónita de los pobladores
Madre cubana protesta en Río Cauto, Granma, ante la profunda crisis en Cuba. (Captura de pantalla © Lucio Enriquez – X)
La crisis en Cuba ha alcanzado niveles alarmantes, y aunque algunos se atreven a alzar la voz, lo hacen desde la incertidumbre, sin identificar claramente a los responsables de su miseria. Este fue el caso de Mayelín Carrasco Álvarez, una madre cubana de 47 años con tres hijos, quien protestó en solitario en una tribuna de Río Cauto, en la provincia de Granma.
En un acto desesperado, no solo evidenció la profunda crisis económica y social que atraviesa la Isla, sino también la confusión ideológica sembrada por el régimen durante décadas.
“¿Dónde está la revolución?”, gritó Mayelín ante la mirada atónita de los pobladores, quienes la observaban como si presenciaran un acto de locura. Su discurso reflejaba su desesperación, pero también una ambigüedad en la búsqueda de culpables. Mencionó la revolución de Fidel y Raúl Castro, pero también argumentó que la crisis actual no podía atribuirse únicamente a Miguel Díaz-Canel.
Esta confusión es el resultado de más de 60 años de manipulación ideológica, donde el Estado ha inculcado la creencia de que los problemas de Cuba son consecuencia de factores externos, como el embargo estadounidense, y no del modelo de gobierno implantado en 1959.
Desde la infancia, a los cubanos se les inculca que la Revolución es intocable y que cualquier fracaso es culpa de “agentes externos”. Crecen bajo una historia tergiversada donde Fidel Castro es presentado como un salvador, aunque su modelo económico y social haya sumido al país en la precariedad y el atraso. Mayelín, como muchos otros, es producto de esa manipulación que impide a la gente identificar con claridad a sus verdaderos opresores.
No obstante, la manifestante sí tenía claro que su acto podía costarle la libertad. “Hoy le dije a mi mamá que me van a llamar prisión… no me interesa que me lleven a la prisión”, expresó. “Iré a la prisión por mis tres niños, loca estoy. No tengo nada para darles… me quitaron los huevos”, exclamó, evidenciando la angustia de muchas familias cubanas que no tienen lo básico para sobrevivir. En su discurso también expresó una verdad irrefutable: “Con hambre no se trabaja y con hambre no se va a la escuela”.
El pueblo, aunque oprimido, empieza a reaccionar. Mientras Mayelín era detenida por agentes de la Seguridad del Estado, algunos gritaron “Déjenla que hable” y “Suéltenla”, señales de que el miedo comienza a ceder ante la indignación. Sin embargo, el régimen no tardó en desacreditarla.
En redes oficiales, el Gobierno Municipal de Río Cauto lanzó una campaña en su contra, acusándola de rechazar ofertas laborales y de distorsionar la realidad del país. El discurso gubernamental intentó presentarla como una persona irresponsable que, según ellos, rechazó oportunidades de trabajo y apoyo social. Argumentaron que le ofrecieron empleo en varias instituciones estatales, pero que ella se negó a aceptarlo.
También aseguraron que su núcleo familiar recibió ayuda, incluyendo tierras y recursos de primera necesidad, insinuando que su protesta carecía de fundamento. En sus publicaciones en redes sociales, el gobierno local manipuló la situación, sugiriendo que Mayelín estaba desinformando a la población y alterando el orden público.
Se intentó transformar su desesperado reclamo en una falta de civismo, destacando que no respetó el espacio público ni a los transeúntes, incluyendo menores de edad. De esta manera, en lugar de escuchar sus demandas, la atacaron públicamente para desacreditarla y reforzar la narrativa oficial.
Este caso es un reflejo de cómo la propaganda estatal ha sembrado la confusión ideológica en el pueblo cubano. La gente sufre, pero muchos no logran identificar al verdadero culpable de su sufrimiento. Durante décadas, se les ha enseñado a justificar su miseria con argumentos impuestos, sin permitirse cuestionar al verdadero responsable: el sistema comunista instaurado por Fidel Castro.
Pero, a pesar del miedo, el hartazgo crece. Cada vez más cubanos empiezan a desafiar la narrativa oficial, a cuestionar lo que antes parecía incuestionable. Y cuando el pueblo deja de temer, el poder de los opresores comienza a tambalear.