MUNDO
Princesa Carolina de Mónaco y su hija visitan Cuba y el régimen las recibe en La Habana
Ballet de Montecarlo: un espectáculo de danza que el castrismo usa para su propaganda
Carolina de Mónaco, princesa de Hannover, llegó este viernes a La Habana acompañada de su hija para presenciar la presentación del Ballet de Montecarlo en el Teatro Nacional de Cuba.
La visita coincide con la segunda gira de la compañía de danza del Principado de Mónaco en la capital cubana, donde estrenaron la obra Core Meu (Mi Corazón).
El estreno de esta pieza, ambientada en el mar Mediterráneo y coreografiada al ritmo de la tarantela, un baile tradicional del sur de Italia, fue destacado por Jean-Christophe Maillot, director artístico del Ballet. El artista señaló que todos los bailarines permanecen en escena durante toda la función, una rareza que busca reforzar el mensaje sobre la importancia del arte y la convivencia.
Durante su estancia, Carolina también visitó la Casa Guayasamín en La Habana Vieja, donde donó un retrato suyo pintado por el reconocido artista ecuatoriano Oswaldo Guayasamín.
La ceremonia contó con elogios de Abel Prieto, presidente de la Casa de las Américas y vocero oficial del régimen cubano, quienes se encargaron del recibimiento de las monarcas. Prieto resaltó la “amistad entrañable” entre Guayasamín y Fidel Castro, así como la “lealtad” de la fundación al legado de la Revolución Cubana.
La princesa Carolina, que impulsó el rescate del Ballet de Montecarlo hace cuatro décadas para promover la imagen de su país a través del arte, ha demostrado un fuerte vínculo con la danza, influenciada por su madre, Grace Kelly. Además de fundar la compañía, ha presidido diversas instituciones culturales en Europa, desde la Orquesta Filarmónica hasta festivales y fundaciones.
Esta segunda visita del Ballet de Montecarlo a Cuba —la primera fue en 2015 con la obra Cenicienta— se produce en un contexto donde el régimen cubano aprovecha estos eventos culturales internacionales para mejorar su imagen, pese a mantener bajo control absoluto la vida artística y reprimir las voces críticas en la isla.