NOTICIAS DE CUBA
Roban el combustible de la planta eléctrica de emergencia del hospital de Cárdenas
Una investigación del Minint terminó con el arresto de tres personas implicadas
Los ladrones utilizaban una manguera para extraer el combustible del depósito central hacia tanques más maniobrables que luego cargaban hacia fuera del perímetro del hospital.
El robo del combustible que se utiliza en el grupo electrógeno del Hospital General Docente Julio Manuel Aristegui Villamil en el municipio de Cárdenas, causó un gran revuelo en la comunidad, pues con los apagones masivos es de vital importancia que la planta se mantenga operativa.
Según por una publicación en el perfil de Facebook “Con Todos La Victoria”, vinculado al Ministerio del Interior (Minint), los oficiales de la policía iniciaron de inmediato una investigación. Las pesquisas condujeron hacia tres presuntos responsables que ya están detenidos.
Los ladrones utilizaban una manguera para extraer el combustible del depósito central hacia tanques más maniobrables que luego cargaban hacia fuera del perímetro del hospital.
Los acusados fueron identificados como Amado Marquetty Couret, Manuel de Jesús Céspedes Cabrera y Ernesto Vladimir Sotolongo Martínez. Este último posee antecedentes penales por robo y lesiones, lo que agrava su situación legal. Todos permanecen bajo custodia y enfrentan cargos por delitos contra el patrimonio estatal.
El grupo electrógeno del hospital garantiza la continuidad de los servicios médicos ante los constantes apagones que afectan a la región. El robo de su combustible pone en riesgo directo la vida de los pacientes y ha generado una ola de indignación ciudadana. En los comentarios, algunos internautas calificaron el hecho como un “acto despiadado” y una “falta de humanidad”.
Muchos usuarios sugirieron que los autores del robo podrían tener vínculos con el propio hospital, al conocer con precisión la ubicación del generador. “No todos saben dónde está el grupo electrógeno. Llegaron con tanques y todo”, escribió una usuaria en redes.
La reacción en redes no se limitó a los delincuentes. Varios ciudadanos reclamaron responsabilidades a los administrativos del hospital. “¿Y qué pasa con los encargados de proteger esos recursos? ¿Nadie responde por la seguridad?”, preguntó un internauta. Otros recordaron que sin complicidad interna, este tipo de robos serían casi imposibles.
Las opiniones convergen en un punto: aplicar todo el peso de la ley. Numerosos comentarios exigieron sanciones firmes, incluso la reclusión inmediata en prisiones de alta seguridad como el Combinado del Este. “Jugaron con la vida de enfermos, eso no tiene perdón”, escribió una usuaria.
El aumento de los robos en Cuba es un reflejo directo de la creciente crisis económica que azota al país, una crisis exacerbada por las decisiones políticas y económicas tomadas por el gobierno comunista. A medida que la economía cubana se desploma, las tensiones sociales aumentan y la escasez de productos básicos se convierte en una realidad diaria para millones de ciudadanos.
Las reformas económicas insuficientes y la falta de medidas eficaces para estimular la producción y el empleo han generado una dependencia cada vez mayor del mercado negro y de actividades ilícitas como forma de supervivencia. En un entorno donde los salarios son bajos y el costo de la vida aumenta, el robo se presenta como una solución desesperada para aquellos que no tienen acceso a recursos o a una fuente de ingresos legal.
Además, la corrupción, inherente a las instituciones estatales, ha facilitado un entorno donde el robo se ve como algo normal, pero en esta ocasión atenta contra la vida de pacientes hospitalizados.
La falta de controles eficaces y la impunidad han permitido que ciertos sectores de la sociedad se beneficien de prácticas delictivas. En este contexto, los robos de alimentos, combustibles y otros recursos esenciales se han multiplicado, mientras el gobierno no ofrece respuestas claras ni eficaces para frenar esta situación. La incapacidad del régimen para implementar políticas que realmente beneficien a la población solo aumenta el desespero y la desesperanza, lo que alimenta aún más la ola delictiva en el país.