Contaminación e insalubridad, un negocio sin dueño en tiempos de coronavirus

Imágenes enviadas de manera exclusiva a la redacción de Periódico Cubano muestran la situación sistemática de los basureros en La Habana, sobre todo por estos días, que sigue aumentando el número de pacientes positivos al COVID-19.

Las fotos muestran la conocida calle Maloja, en el conocido Consejo Popular Jesús María de la Habana Vieja y, como bien aseguran sus moradores, se trata de un tema recurrente que continúa sin respuesta.

Mientras que las toneladas de desperdicios, salideros de aguas albañales y cuanta insalubridad existe dibujan el paisaje, la pestilencia emana como contribuyente a la contaminación ambiental y sigue siendo un foco de vectores.

“Este problema se nos fue de las manos. Aquí no creen en pandemia ni en nada por el estilo. No es interés del presidente del CDR porque eso ya ni funciona, nadie quiere responsabilizarse y es un cargo que ocupa cualquiera en la cuadra. Tampoco le importa al representante de la Circunscripción, ni al Secretario del Partido o el Gobierno en el municipio y ni decir de Servicios Comunales. Claro, ninguno vive aquí ni pasa en sus carros por estas calles”, explicó el vecino Roberto Hernández.

Hace más de un año, el barrio de Hernández batalla con gigantescas pilas de residuos por la falta de una adecuada recogida y a la espera de que algún buen samaritano se apiade de la situación.

“A nadie le importa que la basura se amontone en cualquier esquina. Nos quejamos y volvemos a quejarnos en cuanta institución existe y nadie toma riendas en el asunto. El Ministerio de Salud Pública (Minsap), que tanto proyecta a nivel internacional su solidaridad y preocupación por el pueblo no se ha dignado a visitar el área. Vamos a tener que llegar al Consejo de Estado a ver si Díaz-Canel que tanto promete quiere escuchar nuestras plegarias antes de que sea tarde y esta infección ocasione algún muerto como los derrumbes en la zona”, contó por su parte Miriam Reinol, otra vecina.

Bolsas de nylon con desechos son depositadas en la vía pública, e incluso son arrojadas desde los balcones con total impunidad. En una de las imágenes este hábito se puede apreciar en el bloqueo de una de las calles a causa de un gran vertedero, un foco infeccioso que amenaza a niños, embarazadas y personas mayores del barrio.

“Y señores estamos en tiempos de pandemia”, dice Magalis Cuesta, vecina de la cuadra.

En varias ocasiones, la prensa oficialista se ha hecho eco del problema y hace énfasis en los camiones de basura, contenedores y equipos de tecnología de punta valorados en 30 millones de dólares, donados por China, Japón, Austria, España y otros países. Pero, ¿estos vehículos dónde están?

Cubadebate anunció hace alrededor de dos meses una serie de nuevas medidas que van encaminadas a tratar de resolver esta problemática. Se dejó muy al descubierto que, más allá del tema ambiental y el apego de los habitantes por conservar la ciudad, que el interés del Estado es el dinero.

Se impondrán multas desde 1.500 a 3.000 pesos cubanos, lo equivalente a 60 y 120 USD, por no cumplir con los horarios establecidos para el depósito de la basura en el lugar asignado y por tirar desechos en las vías públicas.

Esta nueva estrategia pareciera estar encaminada a la contribución inexistente del Estado que, hasta el momento, no ha podido lidiar con un servicio público básico como lo es mantener la salubridad de las ciudades, incluso en tiempos de pandemia.