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Carta de una madre cubana a Fernando Rojas: “Mi hijo no es terrorista y lo sabes”

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Carta de una madre cubana a Fernando Rojas: “Mi hijo no es terrorista y lo sabes”

El Mincult rompió el diálogo con los artistas alegando que muchos eran “mercenarios”

Fernando Rojas

Fernando Rojas (Foto de referencia: Prensa Latina)

El 27 de noviembre más de 300 cubanos se plantaron frente a las puertas del Ministerio de Cultura (Mincult) en solidaridad a los huelguistas del Movimiento San Isidro, desalojados de su sede por fuerzas policiales vestidos de médicos.

El grupo, compuesto casi en su totalidad por artistas y periodistas independientes, así como intelectuales cubanos, reclamaron ser atendidos por Alpidio Alonso, titular de la cantera.

Tras horas de protesta pacífica, el viceministro de Cultura, Fernando Rojas, decidió dialogar con 32 representantes. El acto contó con un importante despliegue de policías y agentes de la Seguridad del Estado y varios jóvenes resultaron agredidos con spray de pimienta.

Los manifestantes también tuvieron el apoyo de Fernando Pérez y Jorge “El Pichi” Perugorría.

El encuentro con Rojas se extendió durante casi cinco horas y se llegaron a varios acuerdos. Uno de ellos, fue acordar una reunión entre Alipidio Alonso con los artistas para debatir una agenda de trabajo planteada por ese sector. Todo parecía indicar que una nueva era de diálogo había comenzado en la Isla.

Lamentablemente, la felicidad duró muy poco. En los siguientes días, el Gobierno se dedicó a romper uno por uno los puntos concertados y el pasado viernes, el Mincult emitió una nota oficial alegando que no se reunirían con los artistas porque muchos “reciben financiamiento, apoyo logístico y respaldo propagandístico de los Estados Unidos”.

Si bien la entidad no reconoció las verdaderas razones detrás de esta decisión unilateral decisión, señaló que los manifestantes carecían de “legitimidad y ética” e incluso, los catalogaron de “mercenarios”.

A raíz de este gran retroceso, pronosticado por algunos miembros de grupos opositores, la madre del artista plástico Julio César Llópiz Casal, uno de los 32 representantes que dialogó con el viceministro de Cultura, escribió una emotiva y contundente carta a Fernando Rojas. Desde aquel encuentro, el también crítico de arte ha sido hostigado por fuerzas de la Seguridad del Estado.

A continuación, compartimos de forma íntegra la misiva

Fernando:

Si te parece irrespetuoso que te dirija una carta por esta vía, te pido disculpas. Y te aseguro que lo hago de esta forma porque no tengo ninguna otra vía para comunicarme contigo. Quien sabe si tampoco leas esto que escribo, pero “el que mi mensaje no sea nunca recibido, no significa que no valga la pena enviarlo”.

También me disculpo por tutearte, pero esta “carta” va dirigida al ser humano que conocí hace años (aunque tal vez tú no te acuerdes de mí), y no al funcionario que hoy eres. Y me cuesta mucho tratarte de “usted”, cuando te conocí como Fernandito, como te llamaban tus padres. Confío en que tampoco lo veas mal.

Sé de la estirpe de donde provienes. Tus padres fueron mis compañeros de trabajo, mis jefes y mis amigos durante mucho tiempo en la Universidad de la Habana. Tu padre, Fernando Rojas, rector de la Universidad de La Habana por varios años, fue un hombre íntegro y honrado, que dedicó toda su vida a su país y a su Revolución, que educó, junto a la dulce Fefa, a cuatro hijos en el sentimiento de la verdad y la honestidad ante todo. Aunque algunos miserables (siempre los hay) le puedan haber criticado y hasta acusado por algunas “debilidades humanas”, pero nunca por corrupto y oportunista.

Pero así como yo conozco bien a tu familia tú puede que hayas olvidado de dónde proviene y quién es mi hijo Julio César Llópiz Casal.

También mi hijo proviene de unos padres íntegros, honestos, que entregaron todas sus fuerzas, todas sus energías, todo su conocimiento, todos sus sueños revolucionarios a la Universidad de La Habana y a su país. Y que también educaron a sus dos hijos en el respeto a la verdad y al decoro, que es lo que tienen las personas cuando no ocultan lo que piensan.

Yo sé cuáles son los deberes de un cargo o un partido. Yo fui militante del PCC durante casi 30 años, y lo fui a conciencia, porque creí en la Revolución, de corazón. Aunque desde hace años me siento traicionada por mis sueños más puros. Pero ningún cargo, ninguna orientación partidista me hizo mentir o traicionar a mi conciencia. Por suerte, estuve siempre rodeada de compañeros que fuimos capaces de discutir lo que no entendimos. Cuando me sentí traicionada por la Revolución (porque no fui yo quien traicionó), simplemente dejé de creer en ella.

Mi hijo, Fernando, no es terrorista, y tú lo sabes.

Mi hijo, Fernando, no busca desestabilizar al sistema y, mucho menos, incitar a un levantamiento popular, y tú lo sabes.

Mi hijo, Fernando, no está manipulado, dirigido, pagado por ningún gobierno extranjero, por ninguna organización, por ningún medio de prensa, y tú lo sabes.

Mi hijo, Fernando, no es un delincuente, es un artista cubano que también trabaja por Cuba y para Cuba, y tú lo sabes.

Mi hijo, Fernando, dice lo que piensa en cualquier lugar y circunstancia, y tú lo sabes.

Mi hijo, Fernando, es un hombre bueno, y tú lo sabes.

Por eso, desde el fondo de mi corazón, te pido que trates, ahora sí desde tu deber como funcionario, de atajar a tiempo una campaña difamatoria y cobarde que se ha desatado en los medios de comunicación oficiales contra personas pacíficas que sólo han querido ser oídas. Este circo mediático puede llegar a tener consecuencias inimaginables y terribles. Y eso, Fernando, también tú lo sabes.

Con todo mi respeto y consideración, Inés Casal Enríquez.

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