Desacuerdos comerciales entre China y EEUU generan nuevos gravámenes

Las dos potencias económicas más grandes del mundo, EEUU y China, establecieron nuevos aranceles para sus relaciones comerciales, sin intenciones de resolver su desacuerdo económico, lo cual afecta negativamente al desarrollo de la economía del orbe.

De acuerdo a la agencia de noticias Xinhua, luego de entrar en vigor las nuevas imposiciones, China realizó cargos a EEUU tras impulsar una denominada “intimidación comercial”, con la cual busca obligar a otros países a su disposición.

Al respecto, China afirmó sus intenciones de restablecer las negociaciones de intercambio con Estados Unidos bajo el criterio de “respeto e igualdad mutuos”.

Los tributos aplicados a productos de ambos países, ascienden a cifras elevadas, en el caso de los productos chinos son de 200.000 millones de dólares, mientras que los productos estadounidenses son por valor de 60.000 millones de dólares. Ambos aranceles entraron en vigor a las 0401 GMT.

Inicialmente, los cargos a los productos chinos serán de 10 por ciento y la tasa subirá a 25 por ciento para  fines del presente año. Sin embargo, Pekín, ha establecido gravámenes de entre 5 y 10 por ciento. Asimismo, comunicó que  estará alerta ante aumentos adicionales de EEUU sobre productos chinos para responder inmediatamente a ello.

La situación ha desarrollado inquietud en expertos sobre el tema, tal como Scott Brown, economista jefe de Raymond James, quien plantea que: “Uno de los mayores riesgos de los aranceles es que EEUU sea apartado del expansivo mercado chino”.

Las consecuencias pueden ser terribles para los consumidores, tanto de productos estadounidenses como chinos, pues el nuevo régimen arancelario impactaría en un aumento de precio de los bienes.

Por otra parte, el presidente norteamericano Donald Trump, está forzando a China para que reduzca su gigantesco superávit comercial bilateral y ejecute cambios en sus estrategias de intercambio económico, transferencia tecnológica y subsidios a sus industrias.

Ante ello, Pekín niega rotundamente que las compañías estadounidenses estén forzadas a transferir tecnología y considera que detrás de las exigencias de Washington se esconde un intento por obstaculizar el desarrollo y crecimiento económico de China.

Con información de Reuters