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La Nochebuena en la que Fidel “se lavó la cara” con los carboneros de la Ciénaga de Zapata
Posteriormente, era un “pecado revolucionario” celebrar Nochebuena, Reyes Magos, bautismos o bodas religiosas
Los pobladores del batey de Soplillar estarán recordando la Nochebuena en la que Fidel Castro, degustó en la oscuridad del 24 de diciembre de 1959 una típica comida criolla en la Ciénaga de Zapata.
El capitán y entonces director del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) Antonio Núñez Jiménez; el ministro de Agricultura, comandante Pedro Miret; la secretaria de Castro, Celia Sánchez; el guajiro Rogelio García y numerosos campesinos con sus familiares de la región, acompañaron al dictador cubano durante toda la velada navideña improvisada con décimas revolucionarias, en las que cantaban temas sobre la reforma agraria y las nuevas leyes que traería la Revolución.
En ese entonces, y con apenas un año en el poder, la dictadura aún no había penetrado tan fuertemente en la economía como lo haría en los siguientes lustros. La más radical de las medidas implementadas hasta ese momento —la Ley de Reforma Agraria— todavía no había impactado de manera visible y catastrófica.
La economía heredada continuaba fluyendo de manera capitalista; el Gobierno cubano no había intervenido aún en la pequeña empresa, ni entorpecido la producción de los pequeños agricultores. Medios como Cubadebate ironizan diciendo que lo consumido aquella noche eran “solamente productos del país, adquiridos en la tienda del pueblo”.
Años más tarde, el mismo Fidel se encargaría de enterrar este tipo de celebración junto con toda la economía del país. Si algo se llevó de la ciénaga y distribuyó por toda la isla, fue la miseria —indudable y real— de los carboneros de la zona.
Posteriormente, se convirtió en un “pecado revolucionario” celebrar la Nochebuena, los Reyes Magos, bautismos o bodas religiosas. Con la misma intensidad, daría caza a los religiosos y creyentes, enajenándolos de los principales puestos y proyectos de la isla.
Así pasaron los años 60, 70, 80 y casi todos los 90; durante los cuales no se festejaba la Nochebuena ni el Fin de Año, sino el glorioso 1ro de Enero, Día de la Liberación.
Luego de que, con la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba en 1998, se declarara el 25 de diciembre como día festivo, por lo general las celebraciones de la Nochebuena del 24 comenzaron a tener una mayor relevancia simbólica.
Los medios oficiales rememoran cada año el evento con la intención de “reeditar el suceso”. Lo presentan como un acto de humildad de Castro hacia los más pobres, cuando no fue más que un verdadero teatro de populismo barato. El hombre que usaba dos Rolex comía con los “pobres de la tierra”.
descaraofidel
25 diciembre, 2022 - 7:11 PM at 7:11 PM
El bandolero Tira tiros dando su show mediatico de falsa humildad