La Revolución Cubana y su único legado real: crímenes y asesinatos por investigar

El único legado real de la Revolución Cubana es un inmenso expediente de crímenes y asesinatos por investigar. (Foto: Periódico Cubano)

La Revolución Cubana ha sido el mayor ensayo sociopolítico sobre cómo mentir y tergiversar la historia. Su quehacer ha sido hábilmente implementado con fines propagandísticos a tal magnitud, que solo tiene comparación con los regímenes nazis o comunistas soviéticos del siglo XX.

En junio de 2021, el alcalde de Miami, Francis Suárez, la describió como «la cabeza de la serpiente en nuestro hemisferio» por la inimaginable influencia ganada a golpe de métodos represivos en Latinoamérica, siendo un hecho luego de que Fidel Castro tomara el poder en 1959 y convirtiera a la región en un polvorín de movimientos terroristas.

En un momento tan temprano como 1964, Ernesto ‘Che’ Guevara sentenciaba en las Naciones Unidas: «Nuestra lucha, es una lucha a muerte», un pilar básico que venía marcando el rumbo del proceso revolucionario desde los tiempos incluso del asalto al cuartel Moncada en 1953. Fidel jamás dudó en asesinar a sus adversarios políticos o sacrificar al pueblo en su propio interés; «Patria o Muerte», fue la frase que lo definió.

Las cifras exactas jamás se sabrán. El Archivo Cuba recoge 7.365 ejecuciones, más de 20 mil presos y 3 millones de exiliados. Queda mucho por investigar, pues la mano asesina de la tiranía ha sido muy eficiente en la censura estadística, y las cifras oficiales no incorporan las consecuencias de la barbarie comunista en el exterior.

Basta recordar al presidente Francisco Flores Pérez, cuando en la Cumbre de las Américas le espetó en la cara al dictador que no tenía moral para hablar de justicia y democracia por ser el responsable de la muerte de miles de salvadoreños.

Otro caso de manipulación mediática fue el del general Arnaldo Ochoa y los demás implicados en la Causa No. 1 de 1989. El juicio no fue más que una campaña propagandista del gobierno para limpiar la imagen de Fidel y desvincular al régimen del narcotráfico internacional; algo que quedó al desnudo ante los ojos del mundo.

Fidel jamás dudó en asesinar a sus adversarios políticos o sacrificar al pueblo en su propio interés; «Patria o Muerte», fue la frase que lo definió. (Foto: Periódico Cubano)

El crimen del remolcador 13 de Marzo, que marcó para siempre la conciencia del exilio, es otro de los crímenes que han quedado sin investigar. Entre los fallecidos figuraban 10 niños.

La tristemente célebre Primavera Negra, que condenó a severas penas a 75 opositores de la dictadura, y el posterior aniquilamiento de Oswaldo Payá y Harold Cepero, han sido fuertemente condenados por la Organización de Estados Americanos y el mundo democrático. Payá y su Movimiento Cristiano de Liberación se «atrevieron» a reclamar leyes justas y elecciones utilizando los instrumentos legales establecidos. Su muerte quedó engavetada y solo se informó lo que a la dictadura le convenía.

El mundo comenzó a “ver” la esencia criminal del régimen y muchos intelectuales dieron un giro radical y se distanciaron del castrismo, entre ellos el Premio Nobel de Literatura José Saramago y muchos otros. La careta del crimen y el oprobio iba cayendo ante los ojos del mundo.

En política, todos los espacios son cerrados, la disidencia es perseguida y el gobierno dictatorial se quita el disfraz y asesina sin vergüenza. Sus llamados a tomar las calles a riesgo de una guerra civil son para defender sus privilegios, no los del pueblo al le privó de sus derechos naturales.

Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien fue designado y no elegido por voto popular, fue la primera y única propuesta del hermano de Fidel, Raúl Castro, para gobernar y darle continuidad a los fracasos. De tal manera, la dirección política del país aseguraba el legado real de la Revolución Cubana: un inmenso expediente de crímenes y asesinatos por investigar.