Muere sicario de Pablo Escobar que reveló el vínculo de los Castros con el narcotráfico

Jhon Jairo Velásquez, alias Popeye, falleció esta semana en Bogotá a la edad de 57 años, víctima de un cáncer de estómago. Este hombre fue el sicario más importante de uno de los narcotraficantes más poderoso de la humanidad, Pablo Escobar.

A “Popeye” se le atribuyen más de 300 muertes directas y ordenar otras 3.000 durante el auge del Cartel de Medellín en los finales de la década de los ochenta y principio de los noventa.

Velásquez cumplió cadena perpetua después de admitir sus culpas de asesinato y concierto para delinquir y extorsión. Fue encarcelado en 1993, el año en que Escobar fue asesinado a tiros por la policía en su ciudad natal de Medellín, pero fue liberado en 2014.

Velásquez luego se ocultó durante varios años por temor a represalias de las familias de sus víctimas y los miembros del Cartel de Medellín que ayudó a condenar a cambio de una sentencia más leve. Fue arrestado nuevamente en mayo de 2018 y al momento de fallecer estaba recluido en el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec).

En 2017 salió al mercado su bibliografía titulada “El verdadero Pablo, sangre, traición y muerte”, donde cuenta su agitada y violenta vida al lado de su jefe Escobar. En esas páginas cuenta además que los hermanos Castro mantuvieron un estrecho vínculo con el capo de la droga colombiano ofreciendo el territorio de la isla para hacer llegar los estupefacientes a EEUU.

“Pablo estaba feliz con esa ruta (Colombia-México-Cuba-Estados Unidos). Decía que era un placer hacer negocios con Raúl Castro, pues era un hombre serio y emprendedor”.

Todo el sistema corrupto estuvo activo durante dos años y fue dirigido “por los militares cubanos al mando del general Ochoa y el oficial Tony de la Guardia, bajo instrucciones directas de Raúl Castro”.

El régimen cubano ordenó esos negocios para recaudar dinero, pero al ver comprometido su prestigio decidió inculpar solamente a Arnaldo Ochoa, a quien un tribunal militar lo condenó a la pena de muerte y con su vida consiguieron tener un chivo expiatorio que cargara con todas las culpas.