MUNDO
Papa Francisco hace un llamado a no debilitar el espíritu navideño
El Pontífice firmó la Carta Apostólica este domingo primero de diciembre
El máximo líder de la iglesia católica, el Papa Francisco, firmó la Carta Apostólica Admirabile signum sobre el significado y el valor del pesebre en la que pide no decaer en el espíritu navideño y “allí donde hubiera caído en desuso, sea descubierta de nuevo y revitalizada”.
Como marca la tradición, el primer Papa latinoamericano de la historia, suscribió el documento en el primer domingo de Adviento, en el Santuario Franciscano de Greccio, Italia, donde San Francisco de Asís inició la tradición del pesebre en la Navidad de 1223.
El Santo Padre explicó que “el belén forma parte del dulce y exigente proceso de transmisión de la fe. Comenzando desde la infancia y luego en cada etapa de la vida, nos educa a contemplar a Jesús, a sentir el amor de Dios por nosotros, a sentir y creer que Dios está con nosotros y que nosotros estamos con Él, todos hijos y hermanos gracias a aquel Niño Hijo de Dios y de la Virgen María. Y a sentir que en esto está la felicidad”.
Con esta Carta quisiera alentar la hermosa tradición de nuestras familias que en los días previos a la Navidad preparan el belén,como también la costumbre de ponerlo en los lugares de trabajo,en las escuelas,en los hospitales,en las cárceles,en las plazas. https://t.co/KlVCL2rKhl
— Papa Francisco (@Pontifex_es) December 1, 2019
La tradición de representar el nacimiento del niño Jesús “equivale a anunciar el misterio de la encarnación del Hijo de Dios con sencillez y alegría. El belén, en efecto, es como un Evangelio vivo, que surge de las páginas de la Sagrada Escritura”.
La escena que representa el nacimiento de Cristo se fue completando con el paso del tiempo. A principios del siglo IV se representaba a Cristo en un pesebre y había solamente una vaca y un asno.
A fines del siglo IV se agregó una estrella. La Virgen María, apareció en el año. Fue San Francisco de Asís quien popularizó la costumbre de armar un pesebre. En su viaje a Belén, en el año 1220, quedó asombrado por la manera en que se celebraba allí la Navidad.
Entonces, cuando regresó a Italia, le pidió autorización al Papa Honorio III para representar el nacimiento de Jesús con un pesebre viviente. A partir de ese momento, la tradición se extendió por Europa y luego por el resto del mundo.