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“Sí sabía y no hice nada, pero no soy cómplice”: Pacto Patriarcal y el caso Fernando Bécquer

FARÁNDULA

“Sí sabía y no hice nada, pero no soy cómplice”: Pacto Patriarcal y el caso Fernando Bécquer

Amigos del músico han pedido no ser considerados cómplices de sus agresiones, pero la inacción también es complicidad

(Collage Facebook: Mauricio Figueiral/Ray Tun Tun/Adrián Berazaín)

Amigos de Fernando Bécquer han salido en su defensa luego de las acusaciones de abuso sexual en su contra. (Collage Facebook: Mauricio Figueiral/Ray Tun Tun/Adrián Berazaín)

Tras salir a la luz los testimonios de abuso sexual por parte del trovador cubano Fernando Bécquer, también salieron varios amigos y conocidos del músico a defenderlo y a defenderse.

La mayoría son músicos, otros admiradores, amigos o usuarios de redes sociales que politizaron el asunto por ser la fuente un medio independiente y, por tanto, “opositor”.

En todos estos alegatos de hombres que defienden a Bécquer, sin embargo, también se defienden a ellos mismos y buscan excluirse de las acciones del cantante.

Los testimonios de las víctimas, como lo expuse previamente, dejan ver que los actos lascivos cometidos por Bécquer eran un “secreto a voces”, una realidad conocida, aceptada y evitada por todos los que se habían cruzado en el camino del cantautor.

Algunos puntualizaron incluso que, más allá de no esconder lo que hacía, se jactaba de ello en su manera de hablar y en las letras de sus canciones.

A pesar de esto, en su momento, y por al menos 19 años, nadie lo vio “mal”, al menos no lo suficiente para actuar de alguna manera y evitar que esto continuara ocurriendo.

Esto es en primera instancia por la normalización de la violencia, lo acostumbrada que una sociedad está a los abusos, al grado que los toma con naturalidad y no los distingue como tales.

No obstante, también involucra el llamado “pacto patriarcal”, pues si bien algunos podrían eximirse de responsabilidad por desconocimiento de lo grave del asunto, reconocen que distinguían que las acciones de Fernando Bécquer eran erróneas y no actuaron, en casos más graves, incluso lo defienden.

La idea de pacto patriarcal surge del concepto de patriarcado, definido por la socióloga Sylvia Walby como “un sistema de estructuras sociales interrelacionadas a través de las cuales los hombres explotan a las mujeres”.

En ese sentido, la investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la UNAM, Amneris Chaparro, explica que el pacto patriarcal es un acuerdo entre hombres que permite la reproducción de la desigualdad de género.

Se trata de un acuerdo implícito, no se firma, no se considera que se pertenece, pero se respeta por formar parte del mismo grupo social con privilegios, en este caso, el género masculino.

Como parte de este pacto patriarcal se solapan, ignoran, perdonan o, inclusive, se justifican los abusos y las acciones violentas de sus congéneres.

Entre las publicaciones recientes que se deslindan de la responsabilidad por lo ocurrido con víctimas, que además son conocidas suyas, tenemos la de cantautor Mauricio Figueiral.

Figueiral responde en su propio muro de Facebook a la publicación antes realizada por Liliana Balance, una de las víctimas de Fernando Bécquer.

En varios párrafos, la mujer expresa su frustración por el escepticismo con el que se ha recibido su denuncia entre algunos sectores y los señalamientos políticos en su contra. Menciona que Mauricio fue su confidente y que desconoce si le creyó o si siguió protegiendo a Fernando.

Mauricio, por su parte, asegura que claro que le creyó en ese entonces y le cree ahora. Que les cree a todas las víctimas y que recién confrontó a Fernando sobre sus acciones.

Acto seguido, viene esta manifestación del pacto patriarcal, porque mientras Figueiral se proclama indignado por el dolor de las mujeres y recalca que “repudia todo tipo de maltrato”, procede a exigir que no se le condene como cómplice junto a otro de sus amigos, pues él siempre ha estado en contra, aunque no movió ni un dedo.

“Si Fernando maltrató o agravió a una mujer se lo censuro y se lo condeno frente a frente. No he necesitado plataforma alguna jamás para decirle lo que pienso”, declara tras reconocer que tuvo una plática íntima, “fuerte” y, por tanto, cercana con Bécquer.

Publicación de Mauricio Figueiral en respuesta a Liliana H. Balance, víctima de abuso. (Facebook)

Publicación de Mauricio Figueiral en respuesta a Liliana H. Balance, víctima de abuso. (Foto: Facebook)

Hay dos errores en la manera en que este joven se opone a los agravios cometidos. Primero, guardó silencio. No denunció al agresor, no expuso al agresor, ni siquiera advirtió sobre el agresor a pesar de que podría haber más víctimas.

Es sencillo y, aunque suene coloquial, quizás por lo mismo es mejor para hacerlo más sencillo todavía: es como aquel refrán “tanto peca el que mata la vaca, como el que le jala la pata”.

Porque el segundo error de Mauricio fue haber conservado su relación con Fernando Bécquer y esta es la manifestación más básica del pacto patriarcal: hombres que conservan sus lazos con otros hombres a pesar de saber que son agresores, porque esta agresión no les afectó ni nunca les va a afectar a ellos… Porque son hombres.

Puede que la intención no fuera mala, y en su momento eran jóvenes -Liliana lo menciona-, pero ese es precisamente el meollo del asunto, que una falla estructural y sistemática de la sociedad culmina en esta “programación” mental, que lleva a los hombres a no tomar posturas ante la agresión y la violencia.

Mauricio refiere que le creyó a Liliana desde ese momento, le creyó porque sabía lo que pasaba. Esto es, aunque sabía de otras víctimas, conservó su relación amistosa con Fernando y no protegió a Liliana, aunque también era su amiga. Luego, cuando ella se convierte en víctima, él lo “condena”, pero sigue conservando el lazo.

Junto con Mauricio fue parte de la plática “fuerte” e íntima el también músico Adrián Berazaín, quien sí, por supuesto, también fue mencionado en los testimonios.

Berazaín no admitió textualmente conocer los abusos, pero se le menciona en una de las frases más fuertes del reportaje. Él abogó por una de sus conocidas, pidiendo que a ella no la agrediera porque era “buena”.

Desde este punto empezamos con que Adrián atribuía valor a las mujeres con base en su…¿conducta? De ahí que algunas mujeres fueran menos valiosas y se merecieran los abusos que en ese momento no quiso que sufiera su conocida.

Luego entonces reconoce que hay algo incorrecto en lo que hace Bécquer, pero también lo toma con naturalidad y lo justifica con la actitud o las acciones de sus víctimas, que a final de cuentas son lo que las lleva a él.

Berazaín también pide que se le excluya del círculo de cómplices, rechaza la palabra. Otro que se asume defensor de las mujeres, que cree en todas las víctimas y lamenta su dolor, pero que se distingue por encima de Fernando Bécquer, quien sí es su amigo, pero que no es como él.

“Estoy completamente seguro de no ser cómplice ni partícipe de ningún acto de agresión o manipulación sexual. Me parece que es injusto condenarme por una frase que fue transformándose desde que supuestamente yo la dijera hasta que fuera escrita en un artículo que ya de por sí se puede interpretar de diferentes posiciones”, sostuvo.

Publicación de Adrián Berazaín pidiendo que no se le considere cómplice. (Facebook)

Publicación de Adrián Berazaín pidiendo que no se le considere cómplice. (Foto: Facebook)

Aquí habría que explicar que, independientemente de cuál fuera la frase textual, el mensaje quedó claro y es uno que él no se ha molestado en negar: tenía conocimiento de los abusos de Bécquer.

Los señalados tenían conocimiento de las acciones de Fernando Bécquer y, aunque en su momento parecen no haber tenido conciencia -al menos total -de que eran incorrectas, demuestran haber adquirido esta conciencia después, a pesar de lo cual conservaron su amistad con el músico por muchos años más.

Mucha gente defiende el pacto patriarcal -al que no nombran, por cierto- aclarando que “los amigos son primero”, o que “puedes tener diferencias con tus amigos, pero la amistad las trasciende”.

Quizá el más descarado de estos casos habría sido el del cantante Ray Fernández, quien abiertamente calificó las acusaciones como “chanchullos” y defendió a Bécquer argumentando que su “amistad” va primero, calificando de “hipócritas” a los músicos que hoy lo condenan.

Fernández solemnizó su muestra de “lealtad”, afirmando que “nunca se le ha conocido por dejar solo a un amigo” en tiempos de necesidad. Pero con esto solo envía un mensaje fuerte y claro: “si mi amigo es un violador, sigue siendo mi amigo y ahí estoy para él”.

Todos estos argumentos son erróneos, pues confunden la lealtad con complicidad y defienden al agresor revictimizando a la víctima, ignorando que cualquier libertad termina cuando atenta contra la integridad de otros.

Ray Fernández defendiendo a Fernando Bécquer por ser su amigo. (Facebook)

Ray Fernández defendiendo a Fernando Bécquer por ser su amigo. (Foto: Facebook)

Un ejercicio de empatía simple para los hombres cubanos: tu mejor amigo te acusa de “acaparamiento” con la PNR, porque sí. Tú confiabas en él y él te echa a la policía, aunque tú no hiciste nada malo. Sin embargo, como se trata de Cuba, nadie te cree, no tienes cómo defenderte, y una vez que hay denuncia en tu contra es multa o cárcel por seguro.

Cumples una condena “amable” -te fue bien-, nada más tres meses en la prisión, y una multa de 8.000 pesos, que tuviste que vender todo para pagar. Sales y descubres que tus amigos sabían que te iba a hacer eso y no te dijeron nada. Los confrontas y te responden: “ah sí, a veces hace eso, ya ves cómo es”.

Ninguno te ayuda en prisión, ninguno te ayuda a pagar la multa y ninguno entiende por qué estás enojado. Algunos dicen que mientes y que seguro sí eras colero o acaparador y que fue tu culpa; otros sí te creen, pero siguen hablando con él, aunque tú estás enojado y no sabes por qué te hicieron eso.

Ahora respondan honestamente para sus adentros si de verdad le seguirían hablando a alguien después de hacerle eso a ustedes o a un amigo cercano. O a cualquiera, sinceramente, aunque por decencia no deberían.

El pacto patriarcal es ser parte del grupo al que la policía le cree que hiciste algo, aunque no sea cierto. Es no tomar acciones reales -como una denuncia para que siquiera lo investiguen-, o políticas -como dejarle de hablar- contra un agresor señalado.

Ya es moralmente cuestionable no darle siquiera el beneficio de la duda a una víctima, no obstante, ignorar a decenas o a cientos de estas porque no las conoces, o porque no son nada tuyo, ya raya en lo inhumano.

Mantener relaciones de amistad con agresores señalados contradice cualquier apoyo -moral o real- que se pretenda dar a las víctimas. Es parte del pacto patriarcal, y es la base de la violencia en Cuba o en cualquier parte. La inacción también es complicidad.

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1 Comment

1 Comment

  1. marga

    13 diciembre, 2021 - 12:04 PM at 12:04 PM

    Asqueroso depredador el Bécquer y no menos culpables los machistas cínicos de sus amigos y de los cubanos que lo ven normal…cambiaron los tiempos y merecen el repudio de la sociedad y las sanciones correspondientes…

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