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Periódico Cubano

Una lápida funeraria es el primer monumento en la historia de Cuba

HISTORIA DE CUBA

Una lápida funeraria es el primer monumento en la historia de Cuba

La iglesia donde originalmente estuvo emplazado el monumento funerario se derrumbó

Lo que ha pasado a la historia como el primer monumento de Cuba no es, contario a lo que pudiera pensarse, una estatua o una figura conmemorativa. El que ostenta la condición de ser el primero de La Habana y de Cuba todavía se conserva en la actualidad, aunque data del año 1557, y es una lápida funeraria.

Diferentes historiadores e investigadores, entre ellos Emilio Roig de Leuchsenring, señalan como el monumento más antiguo de cuantos existen en la isla a la lápida funeraria en recordación de doña María Cepero y Nieto, donde puede leerse la historia del suceso que ocasionó la muerte a tan respetable dama.

“Casualmente herida por un arma aquí murió doña María Cepero en el año 1557 Pr. A. M.” (las abreviaturas se cree que correspondan con Padre Nuestro Ave María)”, puede leerse, en latín, en la lápida adornada con una cruz y un querubín (cabeza de ángel). Esto se halla en el interior del monumento que tiene forma de pequeño templo griego con cuatro columnas.

 

Según Rolando Aniceto, autor del libro “Los primeros en La Habana”, la señora se encontraba rezando, arrodillada, en la Parroquial Mayor (primitiva iglesia de La Habana que aún estaba a medio construir), cuando resultó mortalmente herida por un disparo de arcabuz – arma de fuego de uso popular en el siglo XVII.

Doña María Cepero y Nieto ostentaba la condición de señorita principal de la villa de La Habana. De acuerdo con información reseñada en la web de la Biblioteca Nacional José Martí, esta era hija de españoles, ambos provenientes de Burgos: Don Francisco Cepero, uno de los primeros conquistadores de Cuba y Doña Isabel Nieto. Era una familia muy devota. De hecho, en el momento del fatídico suceso, María se encontraba en una celebración religiosa costeada por ella.

La iglesia donde originalmente estuvo emplazado el monumento funerario se derrumbó. En esos terrenos fueron, sucesivamente ubicados, el Palacio del Segundo Cabo, el Tribunal Supremo, el Palacio de los Capitanes Generales y el Museo de la Ciudad.

En 1777, con la destrucción de la Parroquial Mayor, el monumento fue trasladado hacia la casa de la familia Cepero, ubicada en las intersecciones de las calles Oficios y Obispo, hasta 1914, año en que lo llevaron para el Museo Nacional. Veintitrés años más tarde, en 1937, se volvió a colocar en su lugar de origen, el Museo de la Ciudad, donde puede ser apreciada en la actualidad. Se ubicó en los portales interiores del patio central, donde se calcula, aproximadamente, que eran los terrenos que ocupaba la Parroquial Mayor.

En una edición de la revista Carteles del año 1938, se recoge un artículo firmado por Emilio Roig de Leuchsenring en el que alude al deterioro de los monumentos y reliquias de valor artístico e histórico de la época colonial y da cuenta del recién, por aquellos días, emplazamiento del conjunto funerario, al cual se le orientó poner una tarja explicativa con la historia de los sucesos asociados al mismo.

Existe una réplica de esta obra en la esquina de Obispo y Tacón, frente a la Plaza de Armas, realizada por el escultor Florencio Gelabert.

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