DEPORTES
Alfredo de Oro: el único cubano que ha ganado 31 coronas mundiales
La revista especializada Billiards Digest seleccionaría al cubano como el cuarto mejor exponente en el billar durante el siglo pasado
Cierto. Quizás estés pensando que lo que te ponemos en el título parece descabellado, pues Cuba no es un país con tradición en el billar. Pero hace más de cien años, un hombre nacido en la mayor de las Antillas logró convertirse en el mejor del orbe en esa disciplina, hazaña que repetiría ¡en 31 oportunidades!
Fue algo insólito, sin lugar a dudas, lo que consiguió Alfredo de Oro (1862-1948). Ahora, queremos invitarte a que conozcas cómo un completo desconocido se transformó en alguien prácticamente invencible en una modalidad con poca historia en la Isla.
No empezó a practicar el billar desde pequeño. Su primera incursión fue a los 15 años, motivado por su hermano. A los 19 tenía pocos rivales que pudieran hacerle sombra en La Habana y comenzó a hacerse de un nombre debido a su habilidad para mantenerse concentrado, ecuanimidad a la hora de pensar en la siguiente jugada y a lo exacto de su ejecución posterior.
Donde ponía el ojo, ponía la bola. En 1887, disputa su primer campeonato del orbe y, a partir de ese momento, comienza una gesta increíble que te resumimos en ocho momentos.
Debuta en torneos mundiales y finaliza empatado en el primer puesto con Frey y Malone, dos de los grandes de la época. Nunca hubo un debut tan brillante como el del manzanillero en citas universales. El desempate lo envía al tercer escaño. Los especialistas empiezan a mirarlo de otra manera.
En 1888, nadie pudo vencerlo en el mismo certamen. Malone quedó una mesa por debajo. Perdió 16-15. Había llegado un nuevo rey.
No pudo retener el título al año siguiente, pero luego se coronaría hasta en 18 ocasiones consecutivas, proeza que nadie ha podido igualar jamás.
Lee atentamente esta anécdota que demuestra la excelencia del antillano: en una partida, celebrada en 1905, el norteamericano Jerome R. Keogh solo necesitaba 9 bolas para levantar el título y de Oro tenía que “colar” 63. Resumiendo: Alfredo volvió a ser el mejor y aquel choque quedó para la historia como símbolo del desenfado y las remontadas en esa modalidad.
Llegó a ser el mejor de todos en el sistema de la “piña” (el que más bolas obtuviese); en las carambolas libres (solo restringe series en los sitios donde se trazan triángulos); en las carambolas por tres bandas (la bola que se haya jugado debe tocar al menos tres bandas de la mesa antes de completar la carambola).
En un partido a la “piña” hizo 96 bolas en un solo tiro, récord para aquellos tiempos. La anterior marca también era suya. A los 71 años, después de una larga etapa alejado de las mesas a nivel organizado, regresó y derrotó al vigente campeón mundial, Johnny Layton. Se retiró casi 12 meses más tarde. Si hubiera decidido volver, seguramente destronaba al “número uno” de turno.
La revista especializada Billiards Digest seleccionaría al cubano como el cuarto mejor exponente de esa disciplina en el siglo pasado.