Almohadillas sanitarias, otro de los productos en búsqueda y captura en Cuba

En Cuba, la escasez de ciertos productos es un hecho, y siempre tiene que estar de moda. No basta con que un día te encuentres un mercado abarrotado de papel sanitario, aceite o detergente, luego esa felicidad será frustrada con la pérdida de otro artículo, principalmente de primera necesidad.

Pero ahora las protagonistas afectadas son las mujeres, especialmente aquellas que aún tienen que lidiar con su ciclo menstrual cada mes. Es como si regresaras a los 90, cuando sí no quedaba otro remedio que acudir a métodos alternativos de antaño, algunos ni tan higiénicos, para poder pasar los días que durase la llamada “regla”.

¿Qué fémina cubana no recortó entonces delicados trozos de tela, y luego de un tratamiento de esterilización, los convirtió en sus compañeros más “íntimos”?

Así fue en aquella época, en la que como se dice en buen cubano, no había ni donde amarrar la chiva. Pero a las alturas de 2018 la pesadilla parece regresar, las almohadillas sanitarias volvieron a desaparecer.

Recientemente un artículo publicado en el diario oficialista Granma hacía referencia a la nueva crisis. No obstante, con el tono triunfalista que caracteriza la prensa estatal cubana, la Empresa de Materiales Higiénico-Sanitarios (Mathisa) informó  que la producción de almohadillas sanitarias en el país se reanudará  cuando arriben las materias primas.

Como siempre, una justificación viene detrás del problema. ¿Cuándo arriban las materias primas entonces? ¿Qué hace mientras tanto Susana, Jessica, Teresa, Karla, y un sinfín de mujeres que entonces han tenido que hacer magia o acudir sencillamente a las tiendas recaudadoras de divisa, donde con suerte encontrarán un simple paquete de 10 piezas por el cuarto de su salario.

Hace poco Mónica recibió un envío proveniente de su familia en el extranjero, aparte del café y otros insumos, venía una buena provisión de las almohadillas anheladas en Cuba. Tendría para unos cinco meses.

Pero Lázara no tiene parientes en el “yuma”, y se tiene que conformar con estar al tanto de lo que la prensa oficial le ofrece en materia de información, o conseguir algodón en el mercado negro para ella y también su hija, que ya es una adolescente.

Granma dice que de las diez materias primas necesarias para la confección de almohadillas sanitarias, ocho son importadas de países como España, Italia y China, y solo el material de envase y embalaje procede del mercado interno.

La directora general de la entidad, Emma Hernández Ibarra, explicó que hubo retraso en la adquisición de estas “debido a dificultades con la disponibilidad de financiamiento”.

Para personas como Lázara, la directiva auguró que los recursos llegarán de forma escalonada y se garantizará el plan ascendente a 42 millones de unidades físicas para este año, similar a lo logrado en el 2017.

“La pulpa de celulosa debe arribar a puerto cubano el 30 de abril y de manera inmediata reiniciarán la elaboración de las almohadillas sanitarias, para lo cual habilitarán turnos hasta de madrugada, como han hecho en otros momentos similares con una eficaz respuesta de todos los trabajadores de la empresa”, informó Hernández Ibarra.

“Mientras, y para evitar una afectación mayor, los trabajadores vinculados directamente a la producción pasaron a reforzar la fabricación de algodón, en la planta que tiene esa función en Santiago de Cuba y en la de la capital”, agregó la directiva.

Algunos consideran que esa situación debe cambiar en el país a mediano plazo, cuando la fábrica vietnamita ubicada en la Zona Especial de Desarrollo Mariel comience la producción de almohadillas sanitarias y de culeros desechables.

Mientras tanto las féminas cubanas, con el espíritu guerrero que las caracteriza, y el arte que poseen para hacer frente a las situaciones más extremas, seguirán lidiando con este panorama, ya cotidiano en la Isla y sin esperanzas reales de cambio.