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A un año de la partida de Raúl Castro

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A un año de la partida de Raúl Castro

Estamos a un año del 24 de febrero del 2018, cuando se espera que ocurra algo en Cuba, que no ha sucedido de manera normal desde 1959.

Estamos a un año del 24 de febrero del 2018, cuando se espera que ocurra algo en Cuba que no ha sucedido de manera normal desde 1959, aunque de esa fecha hasta ahora ha habido cuatro presidentes.

En 1959, Manuel Urrutia—primer presidente tras el triunfo revolucionario–se vio obligado a renunciar antes las presiones de Fidel Castro, pasando a asumir la presidencia Osvaldo Dorticós desde 1959 hasta 1976, la cual era más representativa que de poder, y desapareciendo de la escena política mediante un suicidio, algo muy poco común en Cuba y hasta el día de hoy sin saberse públicamente los motivos, e incluso fue acusado en ese entonces de cobarde; en 1976 Fidel Castro asume con todos los poderes ya unidos—aunque en la práctica siempre los había tenido–, hasta que en el 2006 los cede a su hermano Raúl Castro ante su incapacidad por problemas de salud y este asume oficialmente en el 2008.

Solo hasta este 24 de febrero del 2018—que de ocurrir—por primera vez habría una transición de mando presidencial, lo más cercano a una democracia, pero sin perder de vista que Raúl Castro seguiría siendo el Primer Secretario del único partido existente en la isla y que, según la constitución cubana es el ente rector y de control de la sociedad, lo cual haría que nunca perderá las riendas y los destinos del país, a lo que hay que sumar que el Parlamento—donde debe decidirse quién sería el nuevo presidente—está integrado en su casi totalidad por militantes del partido gobernante.

No sería inoportuno desde ahora describir un escenario posible, “el cual sería que los seguidores—a partir de un posible movimiento dirigido desde la oriental provincia de Santiago de Cuba—y acompañado por los diputados y estructuras provinciales del Poder Popular y ante la visible fuerte salud del actual gobernante, le pidan en el Parlamento Cubano, un tiempo más en el poder”, importante, no importa lo que pueda haber dicho Raúl o esté escrito, en Cuba, todo se puede cambiar en el menor tiempo que uno pueda imaginarse.

No hay que perder de vista, la situación económica por la que atraviesa el país, ni tampoco el curso que tomaría este año las relaciones con los Estados Unidos y mucho menos, un poco visible relevo generacional que pueda dar continuidad a la política preestablecida por la familia Castro.

De concretarse la salida de Raúl, el próximo año, hay que decir que dejaría el país en muy malas condiciones económicas y sociales, lo que en el contexto internacional dañaría la imagen de su familia y de las aspiraciones y el ejemplo “de los logros de la revolución”, que ya hoy solo existen para los soñadores de izquierda.

De quedarse, habría una posibilidad—así lo verían sus seguidores—de que pueda existir una mejoría y salir por la puerta “grande”, aunque sea mediante un mayor sufrimiento del pueblo cubano.

Con ese paso, la sociedad cubana, se acerca al modelo chino, en cuanto a no mantener la dualidad de cargos en el gobierno y el partido, aunque este último sigue rigiendo el funcionamiento del país.

En la opinión de nuestra redacción el que, en el 2013, Raúl Castro transmitió a la Asamblea Nacional su intención de retirarse de la presidencia del Consejo de Estado — y con ello también de la jefatura de gobierno y que su aparente sucesor es Miguel Díaz-Canel, no significa nada, la experiencia vivida en estos más de 50 años, es mucho más rica.

No obstante, de concretarse la transferencia de poder, en la persona de Díaz Canel, habría que pensar cuánto poder real tendría, hay que recordar que también desempeñaría las funciones de Comandante en Jefe de todas las instituciones armadas—no es militar—, y no hay que perder de vista que casi todos los líderes militares pertenecen a la vieja guardia y fieles a los Castros, incluido un cargo muy importante y creado en los últimos tiempos, que es el de Asesor de Seguridad Nacional, el cual desempeña el coronel de carrera Alejandro Castro Espín, hijo de Raúl (hay quienes lo ven el posible sucesor) y quien llevó las conversaciones secretas con los Estados Unidos.

Un presidente como figura decorativa no es una fórmula desconocida, ya hubo la experiencia con Osvaldo Dorticós, fue un gran ejercicio en su época.

Es un posible escenario a un año luz para Cuba, pero es mucho tiempo lo que falta por recorrer según la experiencia cubana.

 

 

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0 Comments

  1. Arnaldo acevedo

    25 febrero, 2017 - 12:15 AM at 12:15 AM

    Pero lo que no entiendo de que vamos a tener un nuevo gobierno democrático creo que gobierno democrático es cuando el pueblo elige libremente a su presidente pero un presidente que es elegido por señalamiento o un ejemplo tú vas a ser el nuevo presidente sin ser elegido por el pueblo de que democracia me hablan eso nada más lo puede hacer hay que tener ls valentía de someterse y hacer elecciones libres y que gane el que mejor garantía le de a su pueblo eso es democracia no importa quién gobierne

  2. Federico

    24 febrero, 2017 - 8:39 PM at 8:39 PM

    Dificil que deje el poder, lo va a justificar que el pueblo no quiere que se retire como en años anteriores lo hizo su hermano.

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