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Periódico Cubano

Cuba no es un país vinícola, pero acumula tradición por insólito que parezca

HISTORIA DE CUBA

Cuba no es un país vinícola, pero acumula tradición por insólito que parezca

Los vinos cubanos tienen claras diferencias con los extranjeros en cuanto a su grado brix

vinos en Cuba (2)

Debido al alto consumo de los primeros pobladores, quienes lo consideraban complemento de la dieta, con propiedades medicinales y energizantes, muy pronto encontraron la manera de producirlo en territorio caribeño. (Foto: Periódico Cubano)

El vino, con datos registrados hasta en la Biblia, es una de las bebidas más antiguas de las que se guarda constancia. Las vías de obtenerlo han evolucionado a la par de la humanidad y su producción se asocia, fundamentalmente, con los países europeos.

A Cuba, isla en medio del mar Caribe, llegó desde fines del siglo XV. Yamir Pelegrino, autor de Mi Pasión Gourmet, asocia la introducción de esta bebida con la llegada de los conquistadores españoles. «Cuba no es un país vinícola, pero acumulamos tradición. Hay una historia del vino en la Mayor de las Antillas», afirma.

Debido al alto consumo de los primeros pobladores, quienes lo consideraban complemento de la dieta, con propiedades medicinales y energizantes, muy pronto encontraron la manera de producirlo en territorio caribeño. En el siglo XVIII, en los ingenios asociados a la producción de azúcar con grandes plantaciones, se comenzaba a realizar vino a partir de frutas tropicales como piña, guayaba o marañón.

En aquel entonces, el calor del trópico estropeaba el sabor, los volvía ácidos y la fermentación no se atendía con todo el rigor. Con el tiempo, los métodos artesanales se fueron estudiando y perfeccionando hasta encontrar las proporciones adecuadas.

De acuerdo con el periódico Granma, los vinos cubanos tienen claras diferencias con los extranjeros en cuanto a su grado brix (medida que determina la sacarosa disuelta en el líquido), escala (además de las habituales —blanco, rosado, tinto, espumoso, seco, semiseco— se agrega dulce o semi-dulce). “Los nuestros poseen altos grados brix, pero poco volumen de alcohol, en cambio, en los países fríos, generalmente, se hacen muy secos, con un elevado volumen de alcohol”.

Variedades de gran grosor y coloración intensa como el Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Viura, Monastrell y Doña Blanca se han adaptado al clima de Cuba, cuyas vides se dan durante todo el año. Las características tropicales de la isla permiten más de una vendimia (recolección y cosecha) anual.

Por otra parte, Héctor Ledesma, doctor en ciencias ecológicas por la Universidad de Alicante en España, apunta como un elemento esencial la utilización de agua pura de ríos y manantiales. «Las condiciones del clima ayudan mucho, además de que el agua no es clorada, llega prácticamente de manantiales naturales», precisó.

La producción de vino se extiende por todo el territorio nacional, aunque en ella destacan las provincias de Sancti Spíritus, Ciego de Ávila, Pinar del Río, Holguín, Villa Clara y Cienfuegos. Esta última es la cuna del vino artesanal San Blas, elaborado en medio del macizo montañoso de Guamuhaya, en las Bodegas Rodríguez, y sin ningún aditivo químico. Allí crece, silvestre, la variedad de uva Vitis caribbean, no obstante, este no es el único ingrediente que emplean. Han elaborado vino semiseco con cereza.

De fabricación nacional, destacan las Bodegas San Cristóbal, a cargo de marcas como Castillo del Morro, San Cristóbal, Soroa y Cortés; y las Bodegas del Caribe, con Castillo del Wajay, reconocido como el primer vino producido en la isla.

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