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Burlan los controles

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Burlan los controles

“Si no traigo mercancía para vender en la Habana, entonces de que vivo, si no tengo ayuda ni pensión del gobierno”

Cuando de sobrevivir se trata; los cubanos son capaces de las más ingeniosas técnicas de enmascaramiento. Así sucede hoy en día con las personas que se dedican al traslado y comercio ilegal de productos agrícolas dentro de la capital habanera y que dependen de esa práctica como único sustento económico para sus familias, pero para ello, deben burlar el constante asedio al que están sujetos por los agentes del orden público, así como por los inspectores gubernamentales.

Las personas dedicadas por completo a esta actividad, se les conoce en el argot popular como “Jaberas”. Sobrenombre que reciben estas negociantes en gran medida por su peculiar forma de trasladar en enormes jabas de confección artesanal la mercancía a comercializar.

Su objetivo primordial consiste, en la venta de viandas, frutas y hortalizas en diferentes zonas de la capital del país, utilizando la vía directa entre cliente y vendedor -de manera solapada- para no ser descubiertas por algunos de los muchos agentes de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) que transitan por las calles Habaneras, porque pudiesen perder su mercancía por decomiso y adicionalmente, resultar multadas con cifras que pueden oscilar entre los 500 y 1500 pesos moneda nacional (CUP).

Pero con el paso del tiempo, este ejército de vendedoras ambulantes ha ido modificando el modo de operar; y ahora, además de las jabas, se valen de envases plásticos o cubos de veinte litros para el traslado del producto. En dialogo con una señora que lleva tiempo en estos menesteres a pesar de su avanzada edad, quien prefirió que se le identificara solo como Elsa, relata para ellos es más cómodo y práctico el uso de este recipiente por su manejabilidad, además refiere que la mercancía sufre menos daños a la hora de ser trasladada desde su municipio hacia la capital, lo cual, es de mucha ayuda porque el cliente exige que esté en óptimas condiciones, alegando también que a los ojos de la policía es menos notorio.

Al preguntarle él porqué ella continuaba realizando esa práctica a pesar de su avanzada edad y riesgos, solo se limitó a contestar: “Si no traigo mercancía para vender en la Habana, entonces de que vivo, si no tengo ayuda ni pensión del gobierno”.    

Aun, sin encontrarse tipificado dentro de las categorías que rigen el ejercicio de la actividad cuentapropista, estas personas, desafían a diario el asedio que son objeto por parte de la policía e inspectores gubernamentales, quienes, según la fuente, en muchos casos buscan extorsionar al vendedor para que le den dinero, pero que los que se dedican a este tipo de actividad, lo hacen como único modo de subsistir a la dura realidad económica que enfrenta este pueblo. Así lo refiere la anciana mujer.

Artículo de opinión publicado bajo la Política de Renuncia de Responsabilidad de Periódico Cubano

 

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