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Caniquí, el bandido cubano que sometió a toda una ciudad

HISTORIA DE CUBA

Caniquí, el bandido cubano que sometió a toda una ciudad

Recibió un disparo, pero aún pudo tirarse al mar para intentar huir a nado

Caniquí Filomeno Vicunía

Su nombre real era Filomeno Vicunía, un mulato que había nacido esclavo. (Foto: Ecured)

A mediados del siglo XIX, los alrededores de la villa de la Santísima Trinidad, en la provincia Sancti Spíritus, estuvieron bajo el azote de uno de los bandidos cubanos más fieros de la época, el temido Caniquí.

Su nombre real era Filomeno Vicunía, un mulato que había nacido esclavo. Desde temprana edad se dedicó al robo de ganado en esa zona de la región central de la isla. Era experto en emboscar las caravanas de comerciantes que transitaban los caminos que conectaban los pueblos cercanos a Trinidad, Casilda y aledaños.

Los vecinos de la villa estaban atemorizados con los asaltos, incluso algunos de ellos habían sufrido los ataques de Caniquí, quien acostumbraba a robar en las casas, sin discriminar entre ricos y pobres. Con sus hurtos, el bandolero sembró terror, pues no lo pensaba dos veces antes de disparar su arcabuz.

Patrullas de voluntarios y las autoridades españolas intentaron capturarlo en varias ocasiones, pero el bandido siempre escapaba. Su escondite estaba en la playa María Aguilar, en una cueva muy cerca de su bohío. A pesar de sus fechorías, era estimado y temido por los pescadores vecinos, quienes le avisaban sobre las estrategias para capturarlo, o el avistamiento de un convoy en los alrededores.

En 1833, Caniquí amplió su zona de acción hasta las afueras de la ciudad de Santa Clara. Allí estuvo durante un tiempo, robando y asaltando a los comerciantes. Para detener los abusos del bandolero, una partida de vecinos del lugar, comandada por José Hernández Vicidedo, salió en busca del facineroso. Lo encontraron en el monte luego de larga búsqueda y en el enfrentamiento, Caniquí recibió un disparo que lo dejó mal herido.

Poco después ya estaba el bandolero arrasando nuevamente la zona de Trinidad. Las quejas de los vecinos aumentaron y la gobernación de la isla tomó cartas en el asunto. Con el propósito de capturar a Caniquí, se creó la Partida de Armona con un grupo de 60 campesinos y voluntarios armados, dirigidos por el capitán Domingo Armona.

Esta pequeña guerrilla se presentó en Trinidad en los primeros meses de 1834. Caniquí, todavía seguro de sus habilidades para escapar, se burlaba continuamente de los hombres del capitán. Después de un tiempo, el militar difundió el falso rumor de que retornaba a La Habana, porque era imposible capturar al bandido.

Un conocido de Caniquí había pasado información a Armona sobre el escondite del bandido. El capitán, al frente de ocho de sus mejores hombres, partió en la tarde del 20 de abril de 1834 hacia la playa María Aguilar, donde encontró al bandolero.

Caniquí recibió un disparo, pero aún pudo tirarse al mar para intentar huir a nado. Sus perseguidores le siguieron la pista en un bote, hasta que finalmente lo alcanzaron y le propinaron el tiro de gracia. Su cadáver fue expuesto a ojos públicos en la Plaza de Paula, en Trinidad, para que sirviera de ejemplo a otros.

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