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Crónicas de un viaje a Cuba: el carretillero la solución de tracción humana
Sacando la cuenta este carretillero gana en dos días lo que un profesional en un mes.
Recientemente escuché la noticia que en Dubai estaban probando un helicóptero taxi dirigido a control remoto como los drones que vemos a diario. Tecnología de unos de los países más ricos del Planeta y mezcla de inteligencia y capacidad científica.
La noticia me hizo pensar que en Cuba donde también hay inteligencia y capacidad científica no usamos ese tipo de medio tan moderno, por el contrario nos aferramos a mantener la innovación en lo alto, en palabras cubanas; resolviendo.
Un sistema muy empleado, producto de la ausencia de transporte es la famosa chivichana, aquel innovador medio de cuatro cajas de bolas creado en las zonas orientales del país y que probablemente datan desde la inauguración de la impresionante carretera de la Farola.
La ausencia del transporte en esa zona y sus empinadas bajadas ayudaron a los pobladores a descender desde sus casas en las alturas hasta los lugares donde le permitiera llegar este peligroso medio de transporte. No requieren combustible, tampoco mucha fuerza humana, solo la gravedad, que por suerte es para todos. Lo único que no pueden resolver es el trayecto contrario, hay que subir arrastrando la chivichana.
De las chivichanas el cubano inventó las carretillas, estas son todo el tiempo de tracción humana. Al frente de mi casa, en el barrio de Cayo Hueso vivía Manuel, un fornido descendiente de gallegos, que trabajaba en un camión basurero en las noches.
En las mañanas este hombre iba con su carretilla, dos tanques metálicos de 55 galones y varias latas que contuvieron alguna vez manteca, a buscar agua para vender entre los vecinos de su calle. Desde el lugar donde llenaba sus tanques y latas, cerca de la antigua Normal de La Habana, lo separaban más de cuatro kilómetros arrastrando unos 300 kilos de peso.
No recuerdo en cuanto vendía cada lata de agua, pero si el enorme sacrificio de este humilde hombre por ganarse su vida y llevar agua a los demás, antes las tantas crisis del preciado líquido que la Capital tuvo.
Hoy no vemos ese tipo de servicio, aumentaron la cantidad de pipas y con un buen soborno el agua destinada a una instalación social, puede parar por error a una casa particular. Pero los carretilleros siguen transportando productos de otro tipo. Lo mismo transporta un racimo de plátano, un escaparate, un colchón, un refrigerado o cualquier cosa que pueden hacer rodar por las calles.
Son personas codiciadas, aunque cobren precios altos, siempre serán más bajos de los que puede pedir un camión de mudanzas.
El carretillero cobra 7 CUC para trasladar estas pertenencias unas 20 cuadras. Cuando terminó su traslado le pregunté cuántos viajes podía hacer en el día. Unos tres me comentó.
Sacando la cuenta este carretillero gana en dos días lo que un profesional en un mes y mucho más de lo que sacaba Manuel sirviendo el agua a sus vecinos. Pero mientras el transporte siga “perdido” los carretilleros seguirán haciendo su “agosto”