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Diablo Rojo: el mítico bailarín que recorrió Cuba en patines

HISTORIA DE CUBA

Diablo Rojo: el mítico bailarín que recorrió Cuba en patines

Emilio Benavides Puentes Diablo Rojo el mítico bailarín que recorrió Cuba en patines

La aceptación de sus actuaciones improvisadas y gracias fue tanta, que fue contratado como bailarín. (Foto:
Televisión Santiago de Cuba – YouTube)

Cinco viajes en patines de Santiago de Cuba a La Habana (tres de ida y dos de vuelta), saltos sobre autos, detenidos y en movimiento; brincos de grandes obstáculos y de hasta 12 bicicletas en fila, ejecutó con deslumbrante maestría El Diablo Rojo, quien, además, era un bailarín excelente.

Emilio Benavides Puentes era su nombre. Nació el 6 de octubre de 1901 en la ciudad de Santiago, donde viviría toda su vida, hasta su muerte a los 94 años. Miembro de una familia numerosa, compuesta por otros 23 hermanos, desde pequeño sintió una afinidad especial con los patines y tuvo aptitudes para la acrobacia. En su niñez comenzó a bailar en la calle para ganar algunas monedas y ayudar a su familia pobre.

Sus inicios en el espectáculo datan de 1927, cuando se hizo visitante asiduo de una compañía teatral de bufo. Allí, en el momento en que bajaban el telón y encendían las luces durante los entreactos, Emilio aprovechaba para ejercitar ante el público sus pasos de charlestón y otras acrobacias. La aceptación de sus actuaciones improvisadas y gracias fue tanta, que la compañía decidió contratarlo como bailarín.

En 1929 Emilio se fue de gira por la zona oriental de la isla. Luego de una presentación en la ciudad de Holguín, en la que acaparó la atención de los presentes con sus extravagancias y movimientos novedosos con los patines, además de sus vestiduras completamente rojas, le apodaron El Diablo Rojo, nombre artístico con el que sería reconocido en lo adelante.

Su sueño de patinador se hizo realidad casi por cuestiones de azar. Un día Emilio —sin trabajo fijo en ese momento— leyó un anuncio en el periódico, en el que la marca de patines Chicago lanzaba una convocatoria para contratar patinadores para promocionar su producto. Emilio se presentó y fue contratado de inmediato. Para demostrar que era el hombre adecuado para el trabajo, propuso el primero de sus recorridos interprovinciales. Ese viaje duró siete días y tres horas.

De sus hazañas hay testigos. Sus habilidades con los patines son recordadas todavía, y en su poder está el récord de distancia recorrida entre Santiago y La Habana. Se estima que durante toda su vida, saltó en total más de 3.000 automóviles y filas de personas tendidas en el pavimento.

Los últimos 20 años de su vida los dedicó a regular el tráfico en la esquina de la calle Trocha, sin remuneración ni premio, solo por el placer de ayudar. Allí, vestido de miliciano, detenía los autos cuando los niños de la escuela primaria Armando García cruzaban la calle en la ciudad de Santiago de Cuba.

En el año 2016 se develó una estatua en su honor, en la misma esquina donde pasó sus días. Se trata de una escultura de bronce que lo recrea montado en sus patines, con un bastón alzado en la diestra y su mano izquierda, alertando a los niños de continuar su paso.

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