El Médico de la Familia, sin recursos se enfrenta al coronavirus

Los Médicos de la Familia son un programa creado en Cuba en 1983 cuya misión es la de brindar asistencia primaria en las comunidades. Entre otras funciones, están encargados de dar seguimiento a embarazos y recién nacidos. Por su vínculo directo con la localidad en que se enclave su consultorio, deben estar al tanto de los padecimientos crónicos y enfermedades que precisan seguimiento.

El personal de la salud que labora en la “Posta Médica” de cada territorio es el responsable, además, de promover prácticas sanas de salud, incidir en estilos de vidas y persuadir en cuanto a costumbres y condiciones higiénicas sanitarias de la región.

En estos momentos en que el mundo sufre las consecuencias de una pandemia, el coronavirus, no es nada fácil la tarea del médico de la familia en Cuba, que sin recursos se enfrenta a la pandemia como un soldado desnudo a una ráfaga de balas. Cuba ha declarado de forma oficial que se encuentran ingresados 954 pacientes; de ellos 255 extranjeros y 727 cubanos; al tiempo que otras 30 mil 773 personas se mantienen bajo vigilancia en sus hogares.

A sus funciones habituales, debe agregar la de incrementar la vigilancia ante las infecciones respiratorias agudas. De igual manera, hacer un seguimiento diferenciado entre estos síntomas (fiebre, tos seca, fatiga), comunes para otras enfermedades como neumonía o gripes. Debido a esto, en los inicios de la expansión de la enfermedad se hizo necesario identificar los marcadores genéticos que permiten diferenciarla de otras.

Se les ha dado, además, la misión de chequear hogares de ancianos, maternos y casas de abuelos, lugares donde se hallan grupos de personas vulnerables a una enfermedad que, aunque ataca a todos por igual, los índices de mortalidad en adultos mayores se incrementan cada día. De igual forma, por su enclave en las comunidades, el plan de medidas de cada centro de trabajo contempla a los médicos de la familia en caso de identificar algún padecimiento.

Estos doctores y enfermeros son la base del Sistema Nacional de Salud en Cuba y, por tanto, su rol es decisivo en momentos de identificar síntomas en pacientes que se pueden convertir en posibles portadores del virus. La escasez de mascarillas, guantes e insumos para evitar ser contagiados, los coloca en un riesgo inminente frente a un paciente enfermo no identificado.

Recientemente un grupo de estudiantes de medicina, fue presionado y amenazado cuando cuestionaron que no era correcto salir a las calles sin protección.

Los consultorios y locales de los Médicos de la Familia no están equipados con aparatos de última tecnología que permiten analizar muestras de sangre, esputo y secreciones nasales que posibiliten asegurar que se está en presencia de un paciente afectado por coronavirus, pero sí pueden establecer qué otros síntomas y padecimientos ha tenido la persona y avisar de un posible caso de contagio, así como trabajar con su radio de acción en la prevención.

María Naranjo, una de las doctoras pertenecientes a un consultorio médico en La Habana, en entrevista con los medios, ha dicho que su papel más importante ahora mismo consiste en calmar y aplicar el pánico en la población. “Se nos han acercado muchas personas que empiezan a toser y ya creen que están contagiados”.

Como profesionales de la Salud dominan los protocolos de actuación y están preparados para actuar ante cualquier escenario. Por esta razón, participan, en muchos casos, en las audiencias sanitarias en las comunidades para brindar información a sus vecinos y han ido a escuelas y círculos infantiles para educar a los más pequeños en la práctica del lavado de manos.

Sin entrar en ideologías, estos médicos serán decisivos en la protección de las familias cubanas. El coronavirus no verá ni tendrá preferencias entre “revolucionarios” y “opositores”.