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FMC: otra mentira y mecanismo de control de la dictadura cubana
A 62 años de su fundación, la Federación de Mujeres Cubanas solo funciona como método de vigilancia en los barrios y para cobrar su cuota
Cuando el 23 de agosto de 1960 se fundaba la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), en lo que menos se pensaba era en beneficiar a las féminas, si no más bien en articular otro de los tantos mecanismos de control del pueblo por parte de la dictadura.
No se niega que tal vez en sus comienzos propició avances en cuanto a algunas políticas que permitieron mayor igualdad entre mujeres y hombres, por ejemplo, en el ámbito laboral.
Sin embargo, ese ímpetu y alto nivel de convocatoria fue decayendo con el transcurso de los años, al punto de que en nuestros días la mayoría de los cubanos consideran que la organización, como la mayoría de las existentes en Cuba, «ni pinta, ni da color».
Mientras que en buena parte del mundo los movimientos feministas y de defensa de los derechos de las mujeres han evolucionado y sus objetivos se enfocan en problemas acuciantes de la sociedad actual, en el país caribeño la FMC permanece encasillada en el mismo discurso, la «muela» que nadie cree.
Tanto así que Teresa Amarelle Boué, su Secretaria Nacional, es capaz de asegurar que en sus filas solo son bien recibidas las «revolucionarias».
Declaraciones ofrecidas recientemente a medios nacionales evidencian el carácter discriminatorio de una organización que ante los ojos del mundo se presenta como defensora de todas las cubanas.
La FMC en la Cuba actual
En la gran mayoría de los barrios se sabe que existe la federación cuando, de forma puntual, pasan a cobrar la cuota mensual o anual. Fuera de eso, no existe acompañamiento a problemáticas tan graves como la violencia intrafamiliar o las crecientes cifras de feminicidios que se registran en Cuba durante los últimos años.
Las Casas de Orientación a la Mujer y a la Familia, más que un espacio de asesorías y de protección, por ejemplo, a las mujeres maltratadas, han devenido en lugares donde se venden cursos de peluquería, cocina, etcétera.
Y no es que esté mal la superación y el autofinanciamiento, pero es incorrecto usar tales espacios para esos fines cuando en todo el territorio nacional no existe una casa de acogida o de protección a las mujeres víctimas de violencia de género.
En cuanto a este preocupante tema, el puntillazo en la ineficiencia de la idea de la fallecida Vilma Espín, esposa del dictador Raúl Castro, fue cuando en la aprobación del reciente código penal no fue incluida la tipología del feminicidio como delito por considerarlo discriminatorio. Decisión que no fue interpelada y ni siquiera se escuchó una voz contraria por parte de las diputadas y dirigentes de la FMC.
A 62 años de fundada, los restos agonizantes de la FMC cumplen un solo objetivo: la intimidación y la vigilancia desde los barrios de los intereses de un régimen que se tambalea ante el despertar del pueblo.