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Funcionarios de la agricultura cubana reconocen que habrá menos comida en 2021
Cultivos como el boniato tendrán perdidas de hasta 20 toneladas por hectárea
La tradicional campaña de frío que se inicia en el mes de septiembre de cada año y transcurre a hasta febrero para aprovechar las bajas temperaturas que se producen en Cuba, tiene un gran retraso.
Según los directivos del Ministerio de la Agricultura, se verán afectados los rendimientos de los cultivos asociados a esta época del año, y por ende, habrá menos comida en 2021.
Miguel Rosales Román, director general de Agricultura del Ministerio cubano de Agricultura, dijo a la Agencia Cubana de Prensa que al cierre de noviembre se incumple el plan de siembra en un 15%.
“Hasta el cierre del 30 de noviembre, de 217 mil hectáreas se han sembrado 184 mil, con un atraso ocasionado fundamentalmente por las lluvias constantes y los estragos de la tormenta tropical Eta”, señaló el directivo.
A simple vista el retraso no parece tan grande, pero las consecuencias -ya calculadas- si parecen serlo. Por ejemplo, “cultivos como el boniato, en los que se logran 25 o 30 toneladas por hectárea, hoy no sobrepasan las 10”. El asunto es que con la siembra tardía hay un corrimiento de la época en que los cultivos ofrecen su máximo rendimiento.
Ello trae como consecuencia un retroceso en los niveles de siembra, y se mueven de la época óptima de sembrado algunos cultivos, lo que influye negativamente en sus rendimientos.
Rosales Román añadió que otra dificultad es que al país le ha sido imposible importar los paquetes tecnológicos que precisan los cultivos para su máximo aprovechamiento.
La falta de liquidez de la economía cubana no permite comprar los insumos como semillas y fertilizantes para sembrar. Los proveedores internacionales tampoco ofrecen créditos al gobierno cubano por la reputación de mala paga.
Para el economista cubano Pedro Monreal, este reconocimiento de que para el 2021 habrá menos comida “pudiera ser la noticia económica más importante en meses recientes”. Cuba parece estar abocada a un “shock de oferta que pudiera no ser compatible con un alza de salarios y pensiones”. El fenómeno inflacionario tendría consecuencias catastróficas.
Si no hay capacidad de inundar los mercados con importaciones, la reforma salarial no podrá ser absorbida por la inflación decretada. El shock de oferta resulta una variable invalidante para el reseteo macroeconómico que está planteado.