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José Mujica: el farsante que desvió a Uruguay del verdadero progreso

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José Mujica: el farsante que desvió a Uruguay del verdadero progreso

Su estrategia para llegar al poder fue inspirada por el propio Fidel Castro en 1992

Jose Pepe Mujica presidente de Uruguay

José Mujica no fue más que un marino que condenó convenientemente la dictadura de Venezuela, mientras callaba los crímenes de los Castros en Cuba. (Captura de pantalla © Marco Enríquez-Ominami – YouTube)

La noticia de la muerte de José Mujica ha recorrido los titulares y, con ella, el inevitable desfile de homenajes y alabanzas. Pero mientras los grandes medios insisten en rendir tributo al hombre que definió gran parte del discurso político de izquierda en Uruguay en los últimos años, es importante tomar un paso atrás y reflexionar con un enfoque crítico sobre el verdadero impacto de su figura en la historia del país.

La imagen de Mujica, un hombre “austero que vivía con pocos lujos”, ha sido cuidadosamente construida a lo largo de los años. Se nos ha presentado como un “presidente pobre”, un hombre sencillo, cercano a su pueblo, que representaba los valores de la izquierda en su máxima expresión.

Contradictoriamente, su esposa, Lucía Topolansky, provenía de una familia acomodada en Uruguay. Su padre, Luis Topolansky Müller, era ingeniero civil y empresario del sector de la construcción, mientras que su madre, María Elia Saavedra Rodríguez, pertenecía a una familia de clase alta con ascendencia española. El clásico cuento de la princesa que se casa con el mendigo por amor, o porque sabe que el mendigo algún día será rey.

Pero detrás de esa fachada de humildad, se esconde una historia que no se puede ignorar. Mujica no fue el líder que muchos quieren recordar, sino un personaje que, más que transformar, perpetuó viejos problemas y cimentó nuevos, con el respaldo de una narrativa que oculta su verdadero legado.

En su juventud, Mujica fue parte del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, un grupo guerrillero que luchó contra la democracia formalmente estable de Uruguay en los años 60 y 70. Su implicación en actividades violentas lo llevó a pasar casi 14 años en prisión.

Aún así, muchos consideran este período como una muestra de su “sacrificio” por la causa, y no podemos olvidar que su primer contacto con la historia fue a través del crimen. Si sus acciones se hubieran llevado a cabo en los años 2000, nadie dudaría en etiquetarlo como terrorista y alojarlo en la suite más exclusiva del Hotel CENOT, propiedad del gobierno de su homólogo Nayib Bukele en El Salvador.

La política, entonces, no fue para él un camino de vocación, sino un refugio de revancha, un intento de resarcir su lugar en la sociedad tras su participación en un conflicto armado fallido. Al llegar al poder con un programa populista y barato, Mujica no logró transformar a Uruguay en la nación prometida por su discurso revolucionario.

Su estrategia para llegar al poder fue inspirada por el propio Fidel Castro en 1992, cuando durante su intervención durante el Foro de Sao Paulo donde José Mujica participó. Allí el tiranosaurio verde olivo instó a los movimientos de izquierda a buscar el poder a través de las vías democráticas.

De tal manera llegaba Mujica a la Residencia de Suárez. Durante su presidencia, de 2010 a 2015, el país sufrió una pérdida significativa de rumbo. En lugar de establecer reformas educativas, sanitarias o en infraestructura, dejó a la nación marcada por la inseguridad y el auge de problemas estructurales que fueron minimizados bajo el paraguas del discurso de “justicia social”.

Su famosa ley de marihuana, por ejemplo, se convirtió en un debate nacional que rápidamente se desvió de sus objetivos originales, al tiempo que crecía la violencia en las calles y la penetración del narcotráfico en las comunidades.

La falta de reformas efectivas en áreas clave, como la educación y la salud, mostró la desconexión entre su retórica y las necesidades reales del pueblo uruguayo. Mujica, lejos de ser el defensor del pueblo que nos pintaron, resultó ser un presidente que permitió que el país siguiera arrastrando problemas endémicos sin ofrecer soluciones claras ni implementaciones sustantivas.

Su gobierno no dejó una infraestructura sólida ni transformaciones en el sistema productivo; más bien, dejó un Uruguay profundamente dependiente de la política económica externa y sin una verdadera estrategia de independencia nacional.

Pero quizás lo más revelador fue el modelo de populismo clásico que encarnó: el “hombre del pueblo” que usó su imagen para ganar corazones, mientras su administración fallaba en resolver los problemas que aquejaban a las clases más vulnerables.

Mujica se erigió como un símbolo de lo que muchos consideraron un “modelo” a seguir, pero lo cierto es que su gobierno no trajo consigo los avances prometidos. En cambio, la pobreza y la desigualdad se perpetuaron, y los jóvenes, en lugar de ser protagonistas del cambio, se convirtieron en víctimas del abandono institucional.

No podemos dejar que la historia sea escrita únicamente desde la narrativa construida por sus seguidores. José Mujica no fue más que un marino que condenó convenientemente la dictadura de Venezuela, mientras callaba los crímenes de los Castros en Cuba.

No fue un sabio ni un estadista; fue un hombre que vivió de su mito y que dejó a Uruguay con más preguntas que respuestas.



3 Comentarios

3 Comments

  1. Rulo

    14 de mayo 2025 9:36 PM at 9:36 PM

    Cometió errores, pero se redimió. No fue malo para Uruguay cuando todo su pueblo lo quería, y lo querían fuera de su país también.

  2. José Luis

    14 de mayo 2025 6:19 PM at 6:19 PM

    Mendaz, tóxico, falaz, incongruente,bajo, sucio, deleznable, inconsistente, repudiable, asqueante, repulsivo, hediondo,repugnante …Se me acabaron los adjetivos para catalogar este engendro del ¿ periodista ? que concibió esta bajeza. Mi primer comentario no se publicó. Veremos si este tiene mejor suerte con los paladines de la libertad de expresión

  3. José Luis

    14 de mayo 2025 2:59 PM at 2:59 PM

    El militar español que dirigió la batalla en la que cayó José Martí tuvo palabras de respeto para el prócer cubano. Julio María Sanguinetti fue adversario de Pepe Mujica y expresó ‘profundo pesar ‘ al conocer de su deceso. He leído la noticia de la muerte del expresidente uruguayo en español, inglés, francés, alemán e inglés en plataformas tan disímiles como Infobae, CNN (en español e inglés), Deutsche Welle y otros medios que, para nada, son de izquierda. Sólo en este sitio se hace una reseña tan tóxica, malsana, venenosa, falsa, divorciada del objetivismo, la verdad y la decencia. Señor ¿ periodista? El haber escrito esta bajeza no le hace ninguna mella a la persona de Pepe Mujica , se la inflije a usted mismo.

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