NOTICIAS DE CUBA
La escuela cubana: sus orígenes y formación
La escuela cubana hoy es el reflejo de una sociedad que se hunde

La escuela cubana hoy desaparece en las tinieblas de un grupo de delincuentes empecinados en robar hasta las libretas y lápices de los niños cubanos. (Captura de pantalla: Telecubanacán – YouTube)
Ninguna nación tiene su origen a partir de una sola plataforma ideológica; en el caso de Cuba, el proceso es muy complejo. Su raíz proviene de tres culturas diferentes: la aborigen, la española y la africana. De este ajiaco tan disímil surgió el germen de lo cubano.
Primero su embrión, el criollo, y luego y finalmente, lo cubano. Pero no fue hasta el siglo XVIII que se dio el primer salto en cuanto al desarrollo de una cultura que daba los primeros pasos hacia un pensamiento autóctono. Veamos este proceso.
En 1720 se funda el Colegio de San Carlos, dos años después el Colegio de San Basilio en Santiago de Cuba, en 1728 se crea la Universidad de San Jerónimo y, en 1783, la Sociedad Económica Amigos del País. Fueron hechos fundamentales en el desarrollo intelectual de la isla.
De este pilar surgieron las figuras que dibujaron las primeras siluetas de lo que sería nuestra cultura y nuestra nación. Criollos como Francisco de Arango y Parreño, Tomás Romay, José Agustín Caballero, Joaquín de Santa Cruz, Nicolás Calvo de la Puerta y, más tarde, José de la Luz y Caballero, Félix Varela, José Martí.
Surgía así, como un crisol de mezclas, lo cubano. Teníamos un pensamiento que definía nuestra identidad nacional. Nada teníamos que buscar fuera. En el ámbito cultural, Cuba brillaba con luz propia. El tiempo y sus matices marcaban un pensamiento plural que enriquecía, con raíces propias, nuestra cultura. Nuestra identidad.
Tuvimos tropiezos, sí, algunos graves. Sufrimos de tiranos y de crisis tanto económicas como políticas, pero nunca fuimos un pueblo de miserables que tuviera que andar como pedigüeño por el mundo. El cubano siempre inspiró respeto; aquí se fraguaba lo que más valía.
En Cuba, el ferrocarril funcionó antes que en España, la televisión a color solo después de los Estados Unidos, el teléfono antes que en muchos países europeos. Pero un hecho vino a romperlo todo. Ese hecho fue la mal llamada Revolución Cubana de 1959, el mayor fraude del siglo XX.
Si con Félix Varela aprendimos a pensar, con Fidel Castro aprendimos a copiar y a mentir. Entonces, ¿qué pasó en Cuba con la educación y la cultura después de 1959? Echemos un vistazo.
La Cuba de antes de la revolución no era el desastre que promulgó la tiranía, distorsionando crudamente la realidad. Su prisma era, en esencia, una posición falsa y mentirosa para divulgar su agenda comunista. Ya desde inicios de la República surge la Secretaría de Instrucción Pública; en 1909 se aprueba la Primera Ley Escolar de la República de Cuba, que daba base sólida al desarrollo de la escuela cubana.
Entre 1913 y 1921, surgen nuevas aulas en todo el país y las primeras tres escuelas normalistas destinadas a la formación profesional de docentes. En 1937, junto con la Autonomía Universitaria, se reorganiza la enseñanza primaria y secundaria, con programas de estudios serios y con una base moral y científica bien comprobada a la luz de hoy en día.
El gobierno comunista utilizó la escuela como un aparato de adoctrinamiento, penetración y deformación de la historia. Era, por ejemplo, natural que los textos de historia de Cuba prestasen más atención a la figura de Fidel y la lucha en la Sierra, que a la obra martiana y su quehacer por la independencia. Poner a Fidel en un sitio de ídolo para cultivarlo como el patriota de los patriotas cubanos. El lema para tal fin era: “Pioneros por el comunismo, seremos como el Che”.
La escuela cubana hoy es el reflejo de una sociedad que se hunde; carecen de textos, de paredes, de maestros, de equipos de laboratorio, enseres escolares, de ética, de moral… ¡y de Dios! Maestros improvisados, en tres meses, que si saben decir “¡Viva Fidel!”, están aptos para impartir clases. Es una vergüenza.
El sabotaje empleado por los comunistas se enmarca como heroísmo, y la mentira al estilo de Joseph Goebbels, repetida mil veces, la convierten en verdad. Así que cuando se habla de La Historia me Absolverá, no se dice que todo lo prometido por Fidel Castro fue una vil mentira, con planes ocultos, siniestros para entronizarse en el poder.
La escuela cubana hoy desaparece en las tinieblas de un grupo de delincuentes empecinados en robar hasta las libretas y lápices de los niños cubanos, ya que hoy no queda nada que robar.
Lo primero es lo primero: cuando esta manada de ladrones caiga y se instaure una verdadera democracia, el primer cambio social será volver al camino que nunca debimos abandonar, y poner la escuela cubana a la sombra de nuestros próceres fundadores, cerrar las filas a toda idea extranjerizante porque quienes tienen manantiales en abundancia no tienen que comprar el agua en ningún desierto.
Fidel Castro y su Revolución es un penoso trozo de historia que debemos sepultar para siempre. Costará muchos años superar el daño que sembró.
Artículo de opinión publicado bajo la Política de Renuncia de Responsabilidad de Periódico Cubano
