La nueva provocación de Sandro Castro: “¿Qué le dice un apagón a otro apagón?”

Sandro Castro representa una paradoja: es el heredero de una familia que predicó la austeridad y el sacrificio, pero actúa desde el privilegio. (Captura de pantalla © Sandro Castro – Instagram)

Sandro Castro, nieto del fallecido dictador cubano Fidel Castro, volvió a generar polémica esta semana tras publicar un video en el que se burla abiertamente de los apagones en Cuba.

La grabación fue difundida en la cuenta de Instagram @gabi\_steel316l y muestra a Castro en penumbras, levantando una cerveza de la marca Cristal mientras lanza una frase que parodia las consignas oficiales: “¿Qué le dice un apagón a otro apagón? Somos continuidad. Pero seguimos adelante con la Cristach”.

La escena no tardó en generar reacciones en redes sociales. Los comentarios en la publicación reflejan indignación, sarcasmo y rechazo. “Se escucha clarito que hay algún split funcionando… Burlándose a la cara de toda la miseria que generó su familia”, escribió un usuario. Otro ironizó: “Ahorita Fidel sale de la tumba y le mete un bofetón”.

El video se suma a una serie de publicaciones recientes en las que Sandro Castro exhibe su estilo de vida y lanza mensajes ambiguos que muchos interpretan como simple cinismo. A principios de año, compartió una fotografía junto a dos guardaespaldas, proyectando una imagen entre el narcisismo y la burla, ajena al contexto de crisis económica, apagones prolongados y escasez generalizada que enfrenta la población cubana.

Desde hace tiempo, la figura de Sandro ha sido objeto de controversias. En redes, se le presenta como un personaje entre lo grotesco y lo caricaturesco: mezcla discursos revolucionarios con estética de videoclip urbano, códigos sexuales inventados y una constante necesidad de atención. Sus videos y publicaciones suelen mostrar lujos como automóviles de alta gama o celebraciones privadas, contrastando con la realidad cotidiana de los cubanos.

A finales de junio, incursionó en el género del reparto con una canción titulada La Cristach, interpretada junto a tres jóvenes identificados como “los hijos de Obbatalá”: Ericito el 13, Yamlexis de Good Boy y Esteylor. En el material audiovisual, se le ve gritando: “Sientan la mordida que se viene, cabr*nes”, como introducción a un tema de contenido confuso y lenguaje desarticulado.

Este estilo errático, que combina jerga sexual, misticismo urbano y burla, ha sido interpretado por algunos como una sátira involuntaria. Para otros, es una muestra del desprecio con que una parte de la élite posrevolucionaria observa al resto del país.

Lo que queda claro es que Sandro Castro representa una paradoja: es el heredero de una familia que predicó la austeridad y el sacrificio, pero actúa desde el privilegio, con escasa conciencia del peso simbólico de su apellido. En su intento por parecer irreverente o “auténtico”, termina reforzando la imagen de desconexión de la élite cubana con los problemas reales de la ciudadanía.

En un país donde se intenta controlar el relato oficial y proyectar estabilidad, la figura de Sandro —con su lenguaje desbordado, sus poses ridículas y sus videos ambiguos— no solo resulta incómoda, sino que deja en evidencia la fractura entre el discurso y la realidad. Porque cuando él se burla de los apagones, no solo se burla de una consigna: se burla de todos.

 

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