El gobierno cubano ha vuelto a poner en práctica la estrategia de “esfuerzo propio” para que los mismos afectados se hagan cargo de reconstruir todos sus bienes. La única ayuda que planifican ofrecer es una rebaja del 50 por ciento a los precios de los ya caros materiales de la construcción.

“Los precios de los materiales tendrán una bonificación del 50% y los depósitos de agua del 70 %”, anunció la directora de Atención Institucional del Ministerio de Finanzas y Precios, Lourdes Ruiz.

Para lograrlo los afectados deben pasar por varios trámites burocráticos que implican anotarse en una lista que posteriormente el gobierno decidirá si en verdad fueron afectados por el fenómeno natural y una vez comprobado podrán iniciar con el proceso de ir comprando los materiales.

De tal forma los inquilinos de las viviendas con daños parciales o totales enfrentarán el difícil y complejo trance de reparar sus hogares sin la ayuda directa de un estado que se dice protector del pueblo.

El gobierno es consciente que los míseros salarios que paga a un trabajador le es imposible enfrentar una tarea tan costosa e imprevista. Por eso habilitó líneas de crédito donde los bancos prestarán dinero, con el correspondiente interés financiero, para todos aquellos que lo soliciten.

La cifra tope para prestar es de 40 mil pesos a pagar en 15 años. Según funcionario del banco metropolitano de La Habana las entidades disponen de unos once millones de pesos para préstamos.

A todo esto se suma la cínica frase de los gobernantes cuando visitan la zonas afectadas al decir aquella mentira mil veces repetida de que: “nadie quedará desamparado.”

Con información de Radio Reloj