Ómicron y edades pediátricas: malas noticias

Los menores de cinco años son el grupo etario con mayor índice de contagios tras el surgimiento de ómicron en ese país del sur de África. (Foto: Periódico Cubano)

El avance del COVID-19 en Sudáfrica debido a la variante ómicron es significativo y las estadísticas muestran un acelerado nivel de contagios en todos los grupos etarios, aunque la incidencia en menores de cinco años es especialmente preocupante, según señala el biólogo cubano Amílcar Pérez Riverol.

Los menores de cinco años son el grupo etario con mayor índice de contagios tras el surgimiento de ómicron en ese país del sur de África, donde hay un serio seguimiento de datos estadísticos.

De acuerdo con el especialista en microbiología, también es “muy preocupante el hecho de que los bebés menores de dos años representan el 10% de los casos hospitalizados en Tshwane, epicentro del brote en Sudáfrica”.

En la comparación del actual escenario, la cuarta ola con ómicron, con lo sucedido en la tercera ola (con Delta), se aprecia que las hospitalizaciones de bebés/niños aumenta.

“Mientras en las segundas y terceras primeras semanas de la ola de Delta las hospitalizaciones en Tshwane se concentraron en adultos, en el mismo período de la cuarta las hospitalizaciones predominan en edades jóvenes”.

Sin embargo, Pérez-Riverol advierte que “estos datos de ninguna manera demuestran una mayor virulencia intrínseca de ómicron en bebés/niños”. Una explicación plausible es que “la vacunación en adultos –que no se había producido antes de la 3ra onda– y otros factores epidemiológicos podrían estar influyendo en este comportamiento”.

El sistema inmunológico en estas edades aún es muy inmaduro, dejando a los bebés particularmente susceptibles, ya que tampoco existe vacunas para bebés menores de 2 años. En el caso de Cuba es uno de los únicos países del mundo que se ha aventurado con la vacunación entre dos a cinco años.

Para el biólogo cubano los datos reafirman la necesidad de que los adultos se vacunen y funcionen como un escudo para los bebés. Además, es importante vacunar a niños en las edades para las que hay vacunas aprobadas.

Por otra parte, recomienda “evaluar y aplicar –si es segura– la dosis en niños convalecientes; y mantener las capacidades hospitalarias en camas de enfermería y de UTI en hospitales pediátricos”.

También es inteligente fortalecer los protocolos de prevención y vigilancia para evitar brotes en instituciones educativas que trabajan con niños, particularmente en estas edades.