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Pedro Pablo Pichardo, el triplista más prometedor abandona el equipo Cuba

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Pedro Pablo Pichardo, el triplista más prometedor abandona el equipo Cuba

A Pedro Pablo, en Cuba lo conocen como «PPPP» por las iniciales de su nombre, Pedro Pablo Pichardo Peralta: el as del triple salto, que con tan sólo 22 años ya es uno de los mejores del mundo.

A Pedro Pablo, en Cuba lo conocen como «PPPP» por las iniciales de su nombre, Pedro Pablo Pichardo Peralta: el as del triple salto, que con tan sólo 22 años ya es uno de los mejores del mundo.

Según un reporte del medio digital El Confidencial, el triplista, doble subcampeón del mundo, se encontraba en una concentración en Stuttgart con otros ídolos del atletismo cubano como el vallista Dayron Robles. El martes no fue a entrenarse, cuando acudieron a su habitación vieron que estaba vacía, se había llevado sus cosas. Días después se ha confirmado su fuga. Tampoco sorprendió, está muy lejos de ser la primera vez que pasa.

De esta forma se anuncia que PPPP, abandona el equipo Cuba y empieza por desandar su propio camino en busca de lograr su objetivo.

Pedro Pablo pasará los ocho próximos ocho años sin poder pisar Cuba. Es el castigo de la “deserción”, la pena que se impone a quien ya no quiere vivir en su país de nacimiento. Ocho años alejado de la familia sabiendo que la vida ya no volverá a ser la que un día fue. Estará alejado de su padre, el profesor de educación física que le enseñó a saltar, y de su madre, una prestigiosa bailarina.

Pichardo tiene solo 23 años, lo cual es el equivalente a decir que el futuro es suyo. En hoja de servicio hay una marca, 18.08, que le señala como uno de los grandes triplistas de todos los tiempos. Solo cinco atletas han conseguido superar la barrera de los 18.

El récord del triple es de Pichardo, lo consiguió cuando tenía 21 años, estando aún casi en categoría promesa. Una potencia singular la del triplista, el típico atleta rápido y que solo rozando el suelo se impulsa hacia adelante como si tuviera muelles en las piernas.

Cuando tenía 20 años estuvo seis meses sancionado por la federación atlética de su país por desavenencias con su entrenador. En cuba la jerarquización del deporte es clave y a una estrella rebelde se le trata mucho más como rebelde que como estrella. Pichardo tuvo que cambiar de técnico y aunque la evolución seguía él parecía cada vez más incómodo. Tampoco ayudó al tema que no pudiese ir el año pasado a los Juegos Olímpicos, la meta última de cualquier atleta que se precie.

Pichardo tuvo una micro fractura de tobillo a principios del año 2016. Una dolencia difícil para un saltador, que tiene en esa articulación una de las claves de su deporte y que ejerce una presión brutal sobre el tobillo en cada uno de los saltos. La dolencia le impidió ir al Mundial de Portland. La recuperación de cara a Río no fue óptima, insuficiente según los médicos cubanos, que decidieron dejarle en casa. Drástica decisión que, probablemente, el atleta no entendió. El deportista siempre quiere forzar, que los Juegos solo se celebran cada cuatro años.

No estará en Londres dentro de seis meses, pues los atletas que “desertan” no son bienvenidos en el equipo nacional cubano. Los Juegos quedan lejos aún, dentro de más de tres años. Si el proceso de nacionalización del país que le acoja es rápido es posible que esté en Tokio. No será, en ningún caso, con facilidad, pues la diplomacia deportiva cubana es muy belicosa en estas circunstancias, nunca se da por vencida una guerra política, aunque no siempre les sale la jugada y consiguen impedir al atleta con su nueva nacionalidad.

Y con esas llega la siguiente pregunta ¿qué nacionalidad será? Difícil de saber, aunque hay hipótesis más probables que otras. El atleta ha decidido marcharse de la concentración en Alemania, aunque es improbable que se quede en el país teutón. El choque cultural es demasiado fuerte como para plantearlo con una opción, por más que el país centroeuropeo sea un lugar en el que encontraría todo lo necesario para entrenarse al máximo nivel.

Haber “desertado” en Europa hace más difícil que termine recalando en Estados Unidos, aunque es uno de los lugares habituales donde terminan los deportistas cubanos, por cercanía y por comunidad de habitantes en el país. Las malas relaciones entre ambos países, aunque en la época de Obama hubo un empujón a los contactos bilaterales. En el Viejo Continente, sin embargo, puede encontrar lo mismo que ahí y con un poco más de calma, ser cubano en Estados Unidos no es siempre fácil.

En realidad, el lugar más lógico para una residencia es España. De hecho, el último “desertor” del equipo atlético cubano, Orlando Ortega, se nacionalizó y consiguió una medalla de plata para el atletismo nacional en los Juegos. No tiene ni un ápice de casualidad, aquí encuentran recursos perfectos para practicar el atletismo, un país en el que la nacionalización ‘express’ no es complicada, un clima que, sin ser Cuba, está dentro de sus coordenadas y ninguna barrera idiomática que les haga más difícil la adaptación.

Tomado de: El Confidencial

 

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