Piden al gobernador de la Florida que permita trabajar a los médicos graduados en el extranjero

La organización sin fines de lucro Solidad Sin Fronteras (SSF) promueve una campaña en la plataforma Change.org para que el gobernador de la Florida, Ron DeSantis, firme una ley de emergencia que permita trabajar a los médicos graduados en el extranjero y que no han revalidado su título.

“Ante la fuerte crisis del COVID-19 nuestro país y el mundo entero posee una demanda nunca antes vista de profesionales de la salud, esta crisis de déficit médico sin duda aumentará las próximas semanas”, se justifica la petición para recaudar firmas.

Piden al gobernador de la Florida que permita trabajar a los médicos graduados en el extranjero. (FACEBOOK/SSF)

La principal exigencia es que se derogue de forma momentánea, pero a la vez urgente, de una ley que impide a los médicos graduados en otros países, ejercer su profesión en el sistema de salud de los Estados Unidos.

Según el comunicado, el sistema sanitario de Nueva York está a punto de colapsar y eso podría pasar en la mayoría de los estados del país. Muchos de los profesionales médicos que se encuentran en EEUU podrían ayudar en la contención de la pandemia.

Sin embargo, no sería ejercer la medicina así de la nada, la propuesta indica que podrían hacerlo las personas “extranjeras que tengan al menos un año de educación médica de posgrado brinden atención a pacientes en hospitales”.

El presidente Donald Trump no pudo continuar con su deseo de reabrir el país para la temporada de Pascua y haciéndole caso a los especialistas extendió hasta el 30 de abril las jornadas de aislamiento social, un mes más de lo inicialmente programado.

En ese mismo anuncio se pudo conocer que el estado de Nueva York se acercó a 1.000 muertes y las los fallecidos por el coronavirus en todo EEUU suman más de 2500. Esta cifra ha sido alcanzada por una duplicación del número en los últimos dos días.

El Dr. Anthony Fauci, quien ha sido una voz destacada en el esfuerzo por frenar el brote, dice que entre 100.000 y 200.000 estadounidenses podrían morir antes de que termine la crisis.