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Por qué EEUU y el “bloqueo” no son el problema y este argumento debería ofender a los cubanos

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Por qué EEUU y el “bloqueo” no son el problema y este argumento debería ofender a los cubanos

El gobierno ha hecho todo para ganarse el repudio de su población, y acusar a otros países es eludir responsabilidades

Colas en Cuba

Llegas a una bodega. Otra cola de dos horas, pero te haces con una libra de arroz que te salió en lo que en otros lados te dan un kilo de carne. (Foto © Periódico Cubano)

Imagina lo siguiente: Te despiertas, vas a ver qué desayunar —por formalidad, porque sabes que tu refrigerador está vacío—. Suspiras. Los niños aún no se levantan, tienes tiempo —y estás a tiempo —de ir por pan, a tiempo porque, si se te amanece, la cola para comprarlo ya va a ser de más de cinco cuadras.

Sales, llegas, te formas, y esperas unas dos horas —poquitas porque te levantaste temprano— para entrar al local. No hay pan, te dicen que se acabó y que tal vez salga otra tanda en la tarde, sino hasta mañana.

Sales de ahí, vas a comprar otra cosa. ¿Qué cosa? ¿Qué puedes comprar si solo tenías lo del pan racionado que te venden en las panaderías?

Llegas a una bodega. Otra cola de dos horas, pero te haces con una libra de arroz que te salió en lo que en otros lados te dan un kilo de carne.

Te alcanza para llevar leche en polvo —la única leche que hay en Cuba para la población—, la que te dan racionada para tu niño de menos de 6 años. El de 7 llora porque también quiere, pero lástima, ya no le toca.

Pero no te dan la leche porque en esa bodega, ese día, solamente se vende arroz… Ah y aceite, ¿quieres un pomo de aceite? Ay no, espera, ya no hay tampoco.

Tu niño grande quería galletas. No le toca leche, pero a lo mejor galletas. No. No hay. Pasas por una tienda y las ves en la vidriera. No puedes pasar porque en la tienda solo aceptan dólares y tú con trabajo traes pesos.

Te vas. Llegas a casa, los niños lloran de hambre. Preguntan qué hay. Les haces arroz. Le pones una carita feliz con un tomate que te encontraste en la nevera, para que no se vea el plato tan miserable como te sientes tú de no haber podido conseguir algo mejor.

El “milagro” sucede al día siguiente. Consigues dólares en el mercado negro a solo 3 veces su valor —la mayoría los está comprando en cuatro—, corres al banco, pero no los puedes cambiar. Los pones en una tarjeta y de impuestos te quitan casi la mitad.

Vas a la tienda MLC por las galletas y al entrar descubres un mundo de relativa abundancia que hasta hora te había sido negado…pero no alcanza. Siguen faltando cosas. Necesitas toallas íntimas para tu hija mayor. No hay. Necesitas medicinas para tu madre. Tampoco.

Los dólares no valen nada en las farmacias vacías. El dinero no era el problema, no era todo el problema, al menos.

Encuentras un vendedor en la calle. Tiene lo que necesitas…a cambio de casi todo lo que traes. Lo compras. El salario de un mes se te va en un tubo de pasta de dientes, unas íntimas, y una medicina que ni siquiera requiere prescripción.

Vuelves a la casa, no hay luz. Quieres tomar un baño rápido porque esta es la hora en que el agua tiene mejor presión. No hay agua. Sacas tu celular a ver si los datos funcionan. El apagón va a durar unas 5 horas, la gente usa demasiado la luz, dicen en redes del gobierno.

En esas mismas redes les piden ahorrar el agua, porque también usan mucha. Y ahí mismo les piden dejar de desangrar la economía del país con sus compras ilegales, les prometen que los atraparán a todos porque son criminales quienes venden y compran en la calle.

Vuelve la luz. Prendes la radio, porque usa menos luz que la tele. Escuchas a una funcionaria que pesa lo mismo que tú y tus tres hijos juntos reírse. Esperas escuchar el chiste, necesitas reírte también.

Para de reír y suelta con incredulidad “pfff, corredor humanitario, ante eso no puedo más que reírme”, dice. Afirma que en Cuba lo tienen todo, que si necesitas pasta de dientes la encuentras en la calle. No dice que cuesta una semana de trabajo duro. No dice que no siempre hay.

Apagas todo. Te vas a dormir. Mañana tienes que levantarte a gastar medio día en las colas porque mañana sí toca que vendan leche…

Cada vez que el gobierno de Cuba arremete contra los manifestantes, contra los activistas, contra los opositores, contra la población en general que se queja de la miseria en que vive el país, se está burlando de quienes no tienen que imaginar nada, porque viven esta realidad a diario.

Cada vez que desestima las quejas, que señala que no hay motivos para quejarse, que da a entender o acusa directamente a la oposición y la disidencia de aceptar dinero de Estados Unidos, de la CIA, del extranjero, y de que este dinero es su única motivación, se está burlando del ciudadano de a pie.

Está “tirando a locos” a quienes viven con hambre, quienes tienen que madrugar para conseguir los alimentos más básicos, de esos que en cualquier otro país puedes comprar sin mayor problema en cualquier tienda de la esquina. Ya no digamos en un supermercado.

Están negando que por décadas han mantenido a la población en la más profunda escasez, que la han convertido en la lástima del continente. Y es que brillar por la pobreza que te caracteriza en un continente que es en sí mismo pobre, es un nivel de precariedad que de verdad no tiene nombre.

Cualquiera que haya logrado salir lo ha presenciado. El impacto de llegar a Uruguay, a México, a Chile, a Argentina, vaya hasta Belice, y ver tiendas con todo lo necesario, ver un supermercado lleno, ver restaurantes en cada esquina y hasta puestos callejeros…

Ese impacto de saber que solo eres tú, tu pueblo, tu pequeña porción del mundo, la que permanece apartada de las comodidades que da llevar una vida “normal”, una que debiese ser normal, donde puedas comprar lo que necesitas en el momento, sin colas, sin racionamientos.

Por eso es que todos los cubanos deberían reaccionar con incredulidad, con enojo, con indignación, cuando se acusa a EEUU de dirigir las protestas que iniciaron este 11 de julio, cuando se les acusa de haber recibido dinero para participar.

Porque es la negación de cada forma de precariedad que los han hecho padecer. Están negando que sus servicios básicos no funcionan; que no hay comida; que si cultivan comida no pueden vivir de ella.

Están negando que cada vez que intentan denunciar una de las anteriores situaciones son amenazados, detenidos, golpeados, desnudados, o incluso encarcelados, por cualquier motivo, con cualquier excusa, al fin que la “ley” la hace el régimen y él solito se regula.

Están negando también que sus hospitales se caen de las carencias y que por lo mismo no los atienden como necesitan.

Y bueno, ya llegados a este punto, en un contexto más actual e ignorando las décadas de miseria que el pueblo cubano lleva arrastrando, está eso, los hospitales, la crisis sanitaria: El COVID-19.

El gobierno que acusa hoy una “intervención extranjera” es el mismo que negaba ayer una crisis humanitaria, que sigue negando que Matanzas necesite ayuda, al mismo tiempo que se victimiza por el “bloqueo”, eso sí.

Porque Cuba no necesita nada, es “soberana” … A menos que lo que necesite venga de EEUU, entonces sí, necesita cosas y EEUU no se las da.

Porque el gobierno no va a decir que el “bloqueo” no les impide llevar comida y medicamentos a Cuba, el gobierno va a decir que no tienen dinero suficiente para comprar esas cosas por el bloqueo, sin decir nada de los millones que ganan con el turismo, o los otros millones que ganan explotando a sus profesionales en el extranjero.

No va a decir que nada de esos millones se invierte en lo que de verdad necesita su población, mientras los gobernantes pasean con ropa de marca, viven en mansiones, sufren sobrepeso, tienen joyas costosas y comen langosta, carne, leche y todo lo que en Cuba, en teoría, no hay.

No van a decir que la mitad de lo que ganan se va al turismo para seguir sacándole dólares a los extranjeros que disfrutan el aire “retro” de un país subdesarrollado, y la otra mitad a sus propios bolsillos porque dios los libre de padecer cualquier carencia, no, para eso trabaja la gente.

¿Falta agua? No en las piscinas de los hoteles de lujo. ¿Falta combustible para las ambulancias? Sí, pero no para las caravanas “antibloqueo” pagadas por el régimen. ¿Falta cemento para las viviendas? Sí, pero no para construir hoteles o erigir monumentos al ego de sus gobernantes frente a embajadas extranjeras.

Aquí lo que importa es hacerse la víctima, y restarle mérito y criterio a su población, que seguro solo puede encontrar motivaciones para protestar con la ayuda de EEUU.

Y hablando de cubanos y EEUU, ¿Qué pasó con ese barco cargado de ayuda humanitaria, enviado por el exilio en mayo pasado? Tenía comida y medicinas para miles de familias, pero el gobierno nunca las repartió.

¿Qué pasa con las toneladas de cosechas que se siembran en Cuba? Sus productores no pueden disponer de ellas. Una parte se malvende entre la población y otra se va a los hoteles, porque los turistas, no, esos no se pueden quedar sin comer… pagan en dólares.

Ese gobierno que hoy acusa una “intervención extranjera” ha hecho todo para ganarse el repudio de su población, y las acusaciones a otros países son su forma de eludir responsabilidades y no lidiar con las consecuencias de lo que lleva 62 años cosechando.

Si EEUU tiene intereses ulteriores para apoyar a la población, eso es para otro día, pero, lo que parece inaceptable aquí, verdaderamente inaceptable, es que se acuse a Washington por “orquestar” las protestas, como si el pueblo cubano no tuviera derecho, iniciativa, y miles de razones para reclamar.

¿O usted no reclamaría si, teniendo el dinero, ni así pudiera comprar pan?

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