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¿Qué implica una retirada de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo?
¿Quién gana y quién pierde con esta decisión?
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¿Quién gana y quién pierde con esta decisión?
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Cuba fue incluida en el listado por última vez en enero de 2021. (Imagen de referencia © Periódico Cubano – Grok)
El anuncio de la retirada de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo durante los últimos días de la administración de Joe Biden representa un movimiento político controvertido por sus implicaciones y la manera en que se ha llevado a cabo.
Este acto revela una serie de concesiones unilaterales que benefician al régimen cubano sin demandar reformas estructurales o compromisos reales en el respeto a los derechos humanos. Además, indica que ni la administración demócrata ni las autoridades castristas tienen vergüenza. Los primeros, por supeditar la retirada de la lista a una cuestión que nada tiene que ver con el terrorismo (liberación de presos políticos en la Isla); y los segundos, porque siempre han dicho que en Cuba no existen prisioneros de conciencia.
Este intercambio evidencia un problema ético y político: la lista, concebida como una herramienta para sancionar a quienes apoyan el terrorismo, se utiliza aquí como un elemento de negociación. Al desvincularla de su propósito original, se debilita su credibilidad y se envía un mensaje ambiguo sobre los estándares internacionales.
En términos prácticos, la retirada de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo abre nuevas oportunidades económicas para la Isla. Por ejemplo, el acceso a mercados financieros internacionales podría facilitar al gobierno cubano la renegociación de su deuda externa, un aspecto crucial dada la profunda crisis económica que enfrenta.
Además, empresas estadounidenses, especialmente en los sectores agrícola, turístico y de telecomunicaciones, podrían explorar acuerdos comerciales con menos restricciones, fomentando un mayor intercambio económico.
La posibilidad de recibir inversiones extranjeras directas también se amplía, dado que muchos inversores han evitado el riesgo asociado con las sanciones impuestas por la designación. Por otro lado, los comunistas podrían acceder a préstamos de instituciones multilaterales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, aunque esto dependería de otros factores políticos.
El régimen cubano emerge como el principal beneficiario. No solo consigue una victoria diplomática, sino que también reafirma su capacidad para utilizar a los ciudadanos como moneda de cambio. Al liberar presos políticos en respuesta a esta negociación, el gobierno cubano reconoce implícitamente la existencia de prisioneros que previamente negó, mientras refuerza su narrativa de que estos movimientos son concesiones y no derechos fundamentales.
Por otro lado, la administración Biden enfrenta críticas justificadas. Al ceder en un tema de gran simbolismo sin obtener cambios estructurales del régimen, corre el riesgo de ser percibida como débil o ingenua frente a un sistema que ha demostrado ser resistente al cambio y experto en aprovechar las concesiones externas para fortalecer su control interno.
Los grandes perdedores, como siempre, son los ciudadanos cubanos. Aunque la liberación de presos políticos es una buena noticia, el contexto refuerza la percepción de que sus vidas y libertades son piezas negociables en un tablero diplomático donde sus derechos no son el foco principal.
Otro impacto positivo para los cubanos es que aquellos con nacionalidad española podrían beneficiarse de programas como el ESTA (Sistema Electrónico para la Autorización de Viaje) para ingresar a Estados Unidos sin necesidad de una visa tradicional.
Esto representa un cambio significativo, ya que anteriormente los nacionales de países incluidos en la lista de terrorismo enfrentaban restricciones adicionales, independientemente de su segunda nacionalidad. Este beneficio facilitaría los viajes de miles de cubanos-españoles, promoviendo una mayor conexión entre las comunidades cubanas en el extranjero y sus familiares en la Isla.
Con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca desde el 20 de enero de 2025, es probable que Cuba regrese a la lista de países patrocinadores del terrorismo, especialmente considerando que Marco Rubio, un cubanoamericano con una postura firme contra el régimen cubano, asumirá la titularidad del Departamento de Estado. Sin embargo, la reversión no será inmediata. Los protocolos marcan que la revisión del listado se realice cada seis meses.