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¿Qué pasó con las vitrolas en La Habana?

HISTORIA DE CUBA

¿Qué pasó con las vitrolas en La Habana?

Formaban parte del paisaje de establecimientos como bares, cabarets, cafeterías, fondas, cafés, prostíbulos y hasta las bodegas

En la década del 40 del pasado siglo, no existía un establecimiento que no tuviera una vitrola. (Foto: Captura de pantalla)Hubo un tiempo en que un artefacto formaba parte del paisaje de establecimientos como bares, cabarets, cafeterías, fondas, cafés

y hasta las bodegas. No podía faltar esa pieza de mobiliario que reproducía sonidos si le insertabas una moneda.

Eran las victrolas, con c, aunque esa letra no se pronunciara, pero hacía alusión a sus creadores, Victor Talking Machine Company (Compañía de Máquinas Parlantes Victor) o RCA Victor. En El pequeño Larousse ilustrado del 2004, aparece: Vitrola: En América, gramófono. Es un ejemplo de cómo la lengua varía según el uso.

El musicólogo Cristóbal Díaz Ayala las describe como el medio más efectivo para lograr que la música grabada reflejase realmente las preferencias del público que decidía lo que quería oír y luego votar con su dinero por sus preferidos.

Antiguas vitrolas de La Habana (4)

La desaparición de las vitrolas estuvo asociada al cierre de las disqueras y casas productoras. Aún existen algunas de exposición en museos y otros establecimientos. (Foto: Captura de pantalla)

¿Cómo eran las vitrolas?

Una rocola, gramola, sinfonola, tragamonedas, o jukebox, son solo algunos de los nombres por los que se conocía al dispositivo que permitía escoger y reproducir la música seleccionada, una vez introducida una moneda. Solían ser altas y muy luminosas.

El cronista Ciro Bianchi en su blog menciona que existía una música vitrolera. En los lugares donde estaban situados esos equipos, comúnmente se escuchaban canciones cubanas y foráneas, que hablaban de infidelidades, traiciones, amores y desamores, desengaños, pasiones no correspondidas. Dice, además, que en las letras que acompañaban a esas melodías, las mujeres siempre eran impuras e incitaban al pecado.

Debido al auge que tenían aquellas máquinas, se convirtieron en el principal cliente de la industria discográfica y, una vez conocido el gusto y la predilección del público, trabajaban con artistas que se hicieron famosos gracias a las vitrolas como Orlando Contreras “La Voz Romántica de Cuba”, Ñico Membiela, bolerista creador de “Contigo-Besos Salvajes”; José Tejedor, un ciego maravilloso y la matancera Blanca Rosa Gil.

Con el nombre de vitrolero, los dueños de sellos y compañías discográficas reconocían a los intérpretes, sin importar el género musical al que se acercaran, que “vendían” más música a través de las vitrolas, y ello equivalía a vender muchos discos.

Con el nombre de vitrolero, los dueños de sellos y compañías discográficas reconocían a los intérpretes, sin importar el género musical al que se acercaran. (Foto: Captura de pantalla)

Las máquinas de discos operadas por monedas comenzaron a producirse a fines del siglo XIX. A inicios del XX, Cuba estaba a la moda, pues había en La Habana presencia de varias firmas norteamericanas, entre ellas, Victor Talking Machine Company, quien introduce sus artefactos.

Ya para la década del 40 del pasado siglo, no quedaba un establecimiento que no tuviera una. Su distribución y comercialización dieron un impulso favorecedor a la música popular. Estadísticas recogen que alrededor de 1958 existían cerca de 20 mil en todo el país, aunque las declaradas legalmente eran mucho menos por todo el tema de los derechos de autores e intérpretes.

Adriana Ojeruela en el libro El son no se fue de Cuba, expresa: “sin entrar en consideraciones de orden estético sobre la calidad del producto comercial ofrecido, lo cierto es que la vitrola constituyó un símbolo de cultura popular y una de sus más magníficas vías de expresión”.

Durante el gobierno de Batista, las vitrolas eran, más que un aporte cultural, un negocio de gran entrada económica. Guardaban relación con las “traganíqueles” ubicadas en casinos y otros establecimientos. Lo recaudado era controlado por un grupo reducido de personajes y el gobierno recibía una parte.

La desaparición de las vitrolas estuvo asociada al cierre de las disqueras y casas productoras. Aún existen algunas de exposición en museos y otros establecimientos.

Antiguas vitrolas de La Habana (1)

Una vitrola no podía dejar de formar parte del paisaje de establecimientos como bares, cabarets, cafeterías, fondas, cafés y hasta las bodegas. (Foto: Captura de pantalla)

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