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Recuerda la Masonería en Cuba a fundador de la “AJEF”

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Recuerda la Masonería en Cuba a fundador de la “AJEF”

El Ajefismo era concebido sin ser propiamente masonería como “una preparatoria para la vida, una escuela moral por medio de signos y símbolos sobre la virtud”

La Gran Logia de Cuba, el Supremo Consejo del Grado 33 para la República de Cuba y la Meritísima Asociación de Veteranos Masones, ha conseguido salvar un poco del olvido a Fernando Suárez Núñez al hacer reparar el monumento a su memoria y colocar una placa agradeciendo “el valioso apoyo” de la Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad (AJEF).

En el parque llamado ahora John Lennon, donde en 1954 se colocó un busto del gran formador de juventudes nacido en Guanajay en 1882, se le efectuó un pequeño homenaje público, fue solo un desconocido para los transeúntes, no por la famosa estatua que se le creara al gran músico inglés, visitada diariamente por cientos de turistas extranjeros, sino porque el castrismo procuró educar a los jóvenes según principios muy distintos a los de Suárez Nuñez.

El fundador del Ajefismo manifestaría que, “Meditando acerca de la necesidad que tiene la Masonería de actuar siempre de manera efectiva y especialmente hacia la Juventud, para que en nuestros jóvenes no se desvirtúe el amor a la Patria y a las grandes idealidades que preconiza aquella como sus más firmes propósitos, nació en mi espíritu la determinación de crear la Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad y fue plenamente realizada por el acuerdo de la Gran Logia de la Isla de Cuba”.

“Siguiendo la tradición patriótica de los Venerables Hermanos Maceo, Gómez y Martí”, pero iluminado sobre todo por la afirmación martiana “Haga hombres quien quiera hacer pueblos”, logró fundar en 1936 Suárez Núñez, la primera Logia AJEF, que dio paso a la creación de otras en Cuba y en toda América.

Las siglas AJEF se podían entender como: A, “amor” en su más alta acepción; J, “justicia”; E, “esperanza”; F, “fuerza”, tanto física como mental. El Ajefismo era concebido sin ser propiamente masonería como “una preparatoria para la vida, una escuela moral por medio de signos y símbolos sobre la virtud”. La frase “el guerrero primero se quiebra antes de doblarse” podía servir para identificar a un Ajef.

La masonería fue tan acosada con el castrismo que su membresía y su influencia disminuyeron de modo muy notable. Fue infiltrada por la Seguridad del Estado para controlarla desde adentro, y por supuesto, las Logias AJEF, creadas para jóvenes entre 14 y 21 años, fueron clausuradas para dejar el paso libre a la Unión de Jóvenes Comunistas.

De humilde procedencia, Fernando Suárez Núñez, fue herrero en su pueblo natal y se inició en la masonería muy joven, para convertirse luego en uno de los más venerados miembros de esa asociación fraternal en América Latina.

Incluso hasta que falleció en su casa de la calle Márquez González, en Centro Habana, el 24 de enero de 1946 y a pesar de quedar ciego a los 54 años, Fernando Suárez Núñez, continuó todavía llevando adelante su trabajo creativo en la sociedad durante un tiempo, sobre todo en la difusión del Ajefismo con la fundación de nuevas Logias.

Los elogios que ganó con su trabajo educacional y humanista son incontables, los homenajes y premios que mereció en Cuba y en otros países igual, son muchas las instituciones que perpetúan su legado en la masonería y en la vida social.

Hoy son reconocidos algunos hombres que dieron sus primeros pasos en la vida social y espiritual en las Logias AJEF, luego seguirían otros caminos. Solo por citar dos nombres: Leopoldo Cinta Frías, militar de alto rango del gobierno de los hermanos Castro, y Martín Dihígo, conocido como “el Inmortal”, uno de los más grandes peloteros en la historia del béisbol cubano de todos los tiempos.

 

Con información de Cubanet

 

 

 

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