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El siglo XVIII en Cuba

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El siglo XVIII en Cuba

Para el siglo XVIII ya en Cuba estaban repartidas casi todas las tierras fértiles y cultivables, sobre todo en la parte occidental de la isla

Desarrollo económico de Cuba en el Siglo XVIII

Para el siglo XVIII ya en Cuba estaban repartidas casi todas las tierras fértiles y cultivables, sobre todo en la parte occidental de la isla y en las grandes sabanas, pero gran parte se mantenían improductivas o despobladas.

Un sector económico que cobró gran auge a principios del Siglo de las Luces fue el del tabaco. Junto al desarrollo tabacalero, se fue desarrollando también el azucarero. Los nuevos trapiches se empezaron a ubicar en las cercanías de los centros urbanos. En el año 1740 se crea la Real Compañía de Comercio de La Habana, a la cual se le otorgó el privilegio del control y conducción de los azúcares y el tabaco de Cuba a España, como mecanismo de control metropolitano.

Trapiche para Guarapo de caña de Azucar (1)

Trapiche para guarapo de caña de azúcar. (Foto: Periódico Cubano)

De forma visiblemente desigual fue el desarrollo de las ciudades y villas. La Habana se elevaba para 1750 como la tercera ciudad y el principal puerto del Nuevo Mundo, mientras prosperaba una intensa actividad portuaria y comercial.

En el ámbito educativo se funda en 1728 la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana y el colegio de San José, los cuales junto a los conventos de Belén y San Francisco, impartían la enseñanza capitalina, mientras que el Seminario de San Basilio el Magno lo hacía en la villa de Santiago de Cuba.

Sublevaciones de los vegueros

Las luchas sociales aparecen como manifestación de inconformidad y descontento hacia la metrópolis y sus medidas monopólicas como pudo apreciarse durante el “Estanco del Tabaco”, el cual prohibía la venta del producto a particulares, imponían un precio arbitrario y fijaba las cantidades a comprar. Los principales sectores afectados por estas medidas fueron los vegueros y los cobreros, dando lugar a protestas y sublevaciones en 1717, 1720 y 1723, la tercera de las cuales terminó con la ejecución de once vegueros en Santiago de las Vegas, localidad cercana a La Habana. Impedidos de vencer a la metrópolis y su monopolio, los más ricos habaneros resolvieron participar de sus beneficios.

Toma de La Habana por los ingleses

Durante la Guerra de los Siete Años, que protagonizaron Francia e Inglaterra, España tomaría partido por la primera. Dentro de la contienda, los ingleses se dirigieron con la mayor armada que jamás había cruzado el Atlántico, y comandada por Sir Jorge Pockock navegó hasta La Habana con el objetivo de tomarla.

La ciudad resistió y fue defendida valientemente tanto por criollos como españoles. José (Pepe) Antonio Gómez y sus guerrillas son los héroes de la ciudad, mientras el capitán español don Luis de Velasco dirigió valientemente la defensa del Morro.

Castillo de los Tres Reyes Magos del Morro

El Morro se proyecta en el mar en ángulo agudo, teniendo allí un medio baluarte sobre el cual se eleva una torre con faro. (Foto: Periódico Cubano)

El 12 de agosto de 1762, se firmó la capitulación de la ciudad. Al siguiente día entraban las tropas británicas triunfantes en la capital. La ocupación duraría cerca de once meses.

La ilustración del Siglo XVIII

Terminada la ocupación inglesa, y devuelta la Habana a España a cambio de la entrega de la península de La Florida a Gran Bretaña; tomaba posesión del gobierno de Cuba en nombre del rey de España, el 6 de julio de 1763, el teniente general Ambrosio de Funes y Villalpando, Conde de Ricla. Sus prioridades y las de sus sucesores ilustrados iban encaminadas al fortalecimiento militar defensivo de la isla. La estrategia consistía en crear una amplia base económica y ligeros mecanismos administrativos que posibilitaran que el sistema defensivo fuese autóctono y potente.

Ya en 1742 se había terminado de construir El Castillo de Jagua, por el rey Felipe V de España (1683-1746) para proteger la bahía de Cienfuegos. En solo dos años, en La Habana se rehacen las fortalezas del Morro, La Fuerza y La Punta; subsiguientemente se edifican las fortalezas de La Cabaña cuya loma era el punto débil del Morro, como se demostró cuando los españoles se atrincheraron en el Morro y los ingleses bombardearon con cañones desde la loma de la Cabaña.

También se edificaron los Castillos de Atarés y El Príncipe; los fortines de La Chorrera y Cojímar y se restaura la muralla que rodeaba a La Habana. Para 1774, se haría una ampliación del sistema defensivo en los castillos de San Severino en Matanzas y El Morro, en Santiago de Cuba.

En cuanto a la esclavitud y la introducción de negros esclavos, a diferencia de británicos y franceses, que para esta fecha ya habían introducido 60 000 negros esclavos en Barbados, 300 000 en Virginia o 450 000 en Haití, Cuba apenas contaba con 50.000, lo que era un bajo número si miramos la importancia o valor de la Isla para España.

La economía se reorganizó con la creación de la Real Intendencia General de Ejército y Hacienda; la promulgación por la corona de la nueva ley arancelaria; la eliminación de los privilegios de la Real Compañía de La Habana y la autorización del libre comercio con extranjeros; la liquidación del monopolio de Cádiz con la apertura al comercio de la isla de otros puertos españoles, la elaboración de planes de desarrollo urbano y la reforma de todo el sistema de impuestos con el objetivo de que cubriese los gastos administrativos de la isla.

Ricla y su sucesor el Marqués de la Torre, incrementaron la pavimentación e iniciaron el alumbrado de las calles, aumentaron las medidas sanitarias; la construcción del primer paseo habanero, la Alameda de Paula; y del Palacio de los Capitanes Generales. Realizaron el primer censo poblacional de 1774 y el trazado urbanístico de La Habana, prohibiendo las casas de guano e imponiendo una nueva arquitectura de grandes y ostentosas casas y palacios.

El aumento de las riquezas y el poder de los hacendados criollos se materializó en instituciones como la Sociedad Económica de Amigos del País y el Real Consulado, las cuales canalizaron e intentaron mantener una influencia en el gobierno colonial.

Francisco-Arango-y-Parreno

Francisco de Arango y Parreño (1765 – 1837) fue un político y hacendado criollo de gran labor en el movimiento reformista de principios del siglo xix en Cuba. (Litografía © Biblioteca Nacional de España)

Es entonces, cuando aparece en escena la «Generación del 92» o la ilustración reformista cubana, un cerrado, pero brillante grupo de hombres de pensamiento, entre los cuales sobresale Francisco de Arango y Parreño, como el más brillante expositor del proyecto socioeconómico cubano y el de mayor agudeza política del momento.

El grupo reclamaba principalmente un libre comercio de esclavos, el aumento de la esclavitud para resolver las necesidades de fuerza de trabajo y la eliminación de todos los obstáculos que impedían su explotación intensiva; mejoramiento y perfeccionamiento en la utilización de tierras y la aplicación de la más moderna técnica; desarrollo tecnológico de la manufactura azucarera, desarrollo científico del país, libertad de comercio y disminución de la usura en los préstamos para incrementar la agricultura y la manufactura.

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