Un monumento a la bandera cubana o el culto a la chapucería

En Cuba sobra talento para idear y construir propuestas mucho más efectivas. (Foto: Javier Bobadilla – Facebook)

La nueva “colosal obra” del régimen frente a la Embajada de los Estados Unidos en La Habana debió haber costado miles de pesos al régimen, mientras que para el “cubano de a pie” conseguir un saco de cemento resulta una tarea prácticamente imposible.

Un artista cubano detalló desde su óptica el proceso de construcción del nuevo monumento, que se alza en la denominada Tribuna Antimperialista, la cual Fidel Castro designó para protestar en plena “Batalla de Ideas”.

Javier Bobadilla detalló cronológicamente este proceso, que no es más que otra chapucería, en un intento desesperado de realzar “el patriotismo de los cubanos” y que debió terminarse a la carrera para la caravana contra el bloqueo de días pasados.

“¿Se creyeron que ese monumento llegó ahí y ya? ¿Que lo trajo una nave espacial o lo puso una luz que bajó del cielo? Como diría Sebastián, el cangrejo de La Sirenita: «¿Qué es esto…? Estoy rodeado de aficionados», escribió Bobadilla en Facebook.

El artista, quien parece haber tenido todos los detalles porque “mi abuela vive enfrente del monumento”, señaló que el triángulo de la enseña nacional fue fundido in situ, en el piso, sin medidas.

“El triángulo de la estrella lleva puesto en el suelo, al lado de los pilares, meses. Lo fundieron ahí, in situ. Antes de hacer los pilares. Sin medir. Punto y seguido”, dijo.

“Cuando llegaron los 3 pilares, se dieron cuenta de que no iban puestos como quien pone un búcaro en una repisa. No. Los pilares van enterrados 3 metros en el concreto. En unos huecos que no se acordaron de hacer. Cuando llegaron los pilares, ya el suelo estaba fundido, en Hormigón Nivel Búnker de Berlín, de gran grosor y mucha carga de cemento. Y con cabilla gorda, corrugada. Como diría el gran filósofo Osmani García, La Voz: «Dale cabilla, y que permute de Mayami pa’ Mantilla«, prosigue Bobadilla.

De acuerdo a su descripción no hubo un estudio del terreno, ni mediciones exactas, como si en Cuba no hubiera la suficiente capacidad intelectual como para hacer las cosas bien.

“Cuando abrieron los 3 huecos, trajeron la grúa para meter los pilares. Un tipo en el terreno, con una camiseta de mallita y un casco de constructor en la punta de la cabeza, le iba diciendo, a ojo, al gruero, dónde tenía que ponerla”, narró.

Finalmente no daban “pie con bola” y “pasó el tiempo y pasó” hasta que de apuros llegó el día de la caravana contra el bloqueo. Por arte de magia se culminó la obra en un día con cero calidad estética y a base de chapucerías.

“Enderezaron el hueco, metieron los 3 pilares, y pusieron el triángulo por sus cojones, porque uno de los pilares les quedó más corto. Abrieron el hueco y se lo metieron hasta atra’. En la pata coja le pusieron un calzo, y así mismo desfilaron. Con la moral altísima, y tremenda pinguancia”, concluye Javier.

En Cuba sobra talento para idear y construir propuestas mucho más efectivas, desde lo estético y con el objetivo de impresionar a los funcionarios de la Embajada de Estados Unidos, si acaso eso es lo que se quiere con este monumento.