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Bruno Rodríguez Parrilla: hipocresía geopolítica, críticas selectivas e impotencia política
Las consideraciones de seguridad de Cuba no se basan en un principio de coherencia

Bruno Rodríguez Padilla, que considera una amenaza la presencia estadounidense en el Golfo de América, se desdibuja cuando se revisa la política de Cuba hacia la presencia de fuerzas militares extranjeras, especialmente las de Rusia. (Captura de pantalla © Cubavisión Internacional – YouTube)
El canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla ha expresado con marcada ironía su preocupación por la presencia de un destructor estadounidense en el Golfo de México (recientemente renombrado como Golfo de América), destinado al combate del tráfico ilegal de drogas.
En su cuenta oficial de X, el ministro de Relaciones Exteriores del régimen cubano afirmó: “Rechazamos despliegue de destructor de #EEUU en Golfo de #México para supuestamente combatir tráfico ilegal de drogas. Esta presencia militar en la zona representa una amenaza a la seguridad y la paz de América Latina y el Caribe”.
El mensaje contrasta de manera sorprendente con la postura cubana ante visitas recientes de buques y submarinos de potencia militar extranjera a la Isla. El argumento de Rodríguez, que considera una amenaza la presencia estadounidense en el Golfo de América, se desdibuja cuando se revisa la política de Cuba hacia la presencia de fuerzas militares extranjeras, especialmente las de Rusia.
En junio de 2024, Cuba recibió en sus costas un submarino nuclear ruso, el Kazán, junto con una fragata y otros buques de guerra. A pesar de la naturaleza estratégica y militar de esta visita, la reacción del ministro de Relaciones Exteriores cubano fue diametralmente opuesta.
Rechazamos despliegue de destructor de #EEUU en Golfo de #México para supuestamente combatir tráfico ilegal de drogas.
Esta presencia militar en la zona representa una amenaza a la seguridad y la paz de América Latina y el Caribe. pic.twitter.com/Ma9GWC55RJ
— Bruno Rodríguez P (@BrunoRguezP) March 18, 2025
En lugar de una condena similar a la que profirió contra el destructor estadounidense, Rodríguez expresó con entusiasmo mediante un comunicado de su ministerio: “Esta visita se corresponde con las históricas relaciones de amistad entre Cuba y la Federación de Rusia”, subrayando que “las visitas de unidades navales de otros países son una práctica histórica del Gobierno revolucionario con naciones que mantenemos relaciones de amistad y colaboración”.
El contraste entre ambas reacciones es desconcertante y revela un claro doble estándar en la política exterior de Cuba. La presencia de un destructor estadounidense en el Golfo de América es calificada de amenaza a la seguridad regional, pero la llegada de un submarino nuclear ruso a las aguas cubanas se justifica como parte de una relación amistosa y estratégica. Esta disparidad en el tratamiento de situaciones similares pone en duda la sinceridad y coherencia del discurso oficial cubano.
Es importante recordar que en julio de 2023, Rodríguez Parrilla también demostró un rechazo a la presencia de un submarino nuclear estadounidense en la base naval de Guantánamo, afirmando que constituía una “escalada provocadora” de Estados Unidos.
En ese contexto, la indignación del canciller cubano era comprensible, dado que la base de Guantánamo es territorio estadounidense en suelo cubano. Sin embargo, esta postura parece vacilar cuando se trata de las incursiones de Rusia en aguas cubanas, una nación que, como Estados Unidos, tiene una evidente influencia geopolítica en la región.
Rechazamos categóricamente la presencia e/ 5 y 8 de julio de un submarino nuclear en la base naval de Guantánamo. Constituye una escalada provocadora de EEUU, q obliga a cuestionar qué propósito estratégico persigue en nuestra región, declarada Zona de Pazhttps://t.co/0YgKsTAspz pic.twitter.com/xjSFSpFAhU
— Bruno Rodríguez P (@BrunoRguezP) July 11, 2023
El doble rasero de Rodríguez y del gobierno cubano sobre la verdadera naturaleza de la “paz” y la “seguridad” resulta, cuando menos, contradictorio. Si la presencia de fuerzas militares extranjeras es una amenaza a la paz y la estabilidad, como se afirma en el caso del destructor estadounidense, ¿por qué no se considera igual de peligroso el despliegue de un submarino nuclear ruso en la isla?
Es evidente que las consideraciones de seguridad de Cuba no se basan en un principio de coherencia, sino en los intereses políticos y estratégicos del momento. Este tipo de hipocresía política no es ajeno a la diplomacia cubana, que históricamente ha priorizado sus relaciones con potencias que le son ideológicamente afines, como Rusia, mientras demoniza a aquellos con los que mantiene diferencias ideológicas, como Estados Unidos.
Este enfoque no solo compromete la credibilidad de la diplomacia cubana, sino que también deja en evidencia las contradicciones internas de un gobierno que, al mismo tiempo que clama por la paz en la región, fomenta la presencia de fuerzas militares extranjeras en su territorio.
