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Crónicas de un viaje a Cuba: El balcón cubano
Los cubanos somos amantes de los balcones. No sé si existe alguna estadística de cuántos balcones hay en Cuba, pero le aseguro que son millones.
No lo dude, los cubanos somos amantes de los balcones. No sé si existe alguna estadística de cuántos balcones hay en Cuba, pero le aseguro que son millones, incluso aquellos que construyeron una barbacoa, también le agregaron un pequeño balcón, o una ventana con vista a la calle.
Es que a los cubanos nos gusta estar pendiente de todo, de lo que pasa al frente y en la esquina, de lo que nos comenta la vecina del lado y lo que escuchamos de la de arriba.
Pero los balcones tienen muchos usos. Mi amigo Pepe, durante el período especial de los 90, convirtió su estrecho balcón de un edificio de micro brigada en un gallinero, Armando también en otro edificio similar lo transformó en un criadero de conejos.
Mi prima Rita que también vive en uno de los miles de edificios de microbrigada, todos muy parecidos entre sí, cerró con cristales su balcón y lo convirtió en una extensión de la sala.
En los balcones los cubanos colocan muchos de los objetos que no pueden guardar en la casa, una escoba, una bicicleta, el tanque con agua para la reserva cuando falta el necesario líquido, el plato de comida del perro y tantos objetos que la lista es interminable. Pero los balcones también guardan otros objetos cotidianos; las plantas y la ropa lavada.
Es casi imposible encontrar un balcón donde no se encuentren estos dos últimos objetos. Hay quienes compiten en cantidad de plantas y otros en número de ropa lavada. Así sabemos si hay niños en la casa, adultos y jóvenes estudiantes, las prendas lo dicen todo.
Qué más se puede guardar en un balcón, me lo puede comentar. Espero su comentario.