MUNDO
Cuba: el nuevo óblasts de los rusos
Putin quiere producir con rublos y cobrar en dólares
Cuba es una “colonia” de Rusia, así lo expresó con tinte académico el Comisionado Presidencial para los Derechos del Empresario de Rusia y presidente del Consejo Empresarial Rusia-Cuba, Boris Titov, cuando afirmó que la Isla “ha abierto decisivamente las puertas a las inversiones de su país”.
El amplio acuerdo de cooperación firmado en La Habana el 19 de noviembre del 2023 es un paso más dentro de las históricas relaciones con la potencia euroasiática, y convierten a la nación caribeña en casi un óblast ruso, a semejanza de los 47 que conforman la actual Rusia junto a 22 repúblicas, 9 krais, 4 distritos autónomos y 3 ciudades federales.
El pacto firmado por Dimitir Chershenko y el títere de turno Miguel Díaz-Canel es un bochornoso acto de sumisión de Cuba frente a Rusia, dejándola de paso en un callejón sin salida para el destino futuro del país.
Si el carácter proteccionista de la Enmienda Platt fue un punto polémico en la historia revisada y reescrita por el gobierno comunista, el resultado de las recientes negociaciones es una afrenta mucho mayor que la dictadura servil no pretende reconocer.
Son ampliamente conocidos los favores solicitados por Díaz-Canel al Kremlin desde el 2018, sin que el sátrapa diera oídos a tales súplicas. Basta ya de mantener al niño bitongo e improductivo que es la Revolución cubana. Ahora, el mundo ha cambiado y las relaciones también. Hoy no existe un espacio para el internacionalismo proletario; la realidad exige eficiencia y la dictadura castrista ha mostrado su incapacidad para generar riquezas.
La deuda con Rusia asciende a unos 2.300 millones de dólares, deuda que Cuba dejó de pagar en el 2020 y que fue reestructurada un año después a propósito de la visita del mandatario cubano a la nación de Vladímir Putin. Este factor condicionó un giro en las relaciones entre los dos países.
El zar ruso quiere garantías y, como tal, impone condiciones que salvaguarden sus inversiones en la deprimida Isla en medio de una crisis económica interna ocasionada por la guerra con Ucrania, las sanciones de Occidente y las consecuencias de la pandemia de COVID-19.
Las condiciones draconianas que impuso Moscú a La Habana no tienen antecedente histórico dentro de los más de 60 años de gobierno comunista:
- Importación total y libre de impuestos.
- Hacer uso de tierras cubanas por plazos de 30 años.
- Importación de maquinaria agrícola.
- El derecho de repatriar las ganancias en monedas extranjeras, que el gobierno actualmente restringe a su población.
- Utilización del rublo en todo proyecto compartido.
Putin quiere producir con rublos y cobrar en dólares, mientras se aprovecha de la mano de obra barata que ya le escasea dentro de su propio país. Vender a Europa u otros destinos y llevarse esas ganancias a Rusia. Todo un negocio redondo y organizado en favor de las cúpulas gobernantes.
No hay ningún interés en pensar en Cuba ni en los cubanos. La más brutal política imperial de nuestra época quedó evidente cuando Titov sentenció que la Mayor de las Antillas está “lista para brindar condiciones especiales a los empresarios rusos”.
Quedaría por ver la siguiente jugada del gobierno norteamericano, en su política medio conciliadora hacia Cuba.
Artículo de opinión publicado bajo la Política de Renuncia de Responsabilidad de Periódico Cubano