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Cubana emigra a Bahrain y se casa con un árabe, pero el choque cultural fue muy grande
La cubana enfrentó la desaprobación de su familia política, que la acusó de tener “doble moral”
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La cubana enfrentó la desaprobación de su familia política, que la acusó de tener “doble moral”
Pronto se dio cuenta de que la vida con una familia árabe tradicional traía consigo grandes desafíos y terminó regresando a Cuba. (Captura de pantalla © Danay Perbatis – YouTube)
La joven cubana Danay Perbatis relata su experiencia de vivir en Bahrain durante un año y medio con su esposo árabe, destacando los retos que enfrentó al adaptarse a una cultura profundamente distinta. Su testimonio ofrece una visión personal sobre las tensiones culturales, religiosas y familiares que marcaron esa etapa de su vida.
Con solo 21 años, esta Danay tomó la decisión de mudarse a Bahrain para trabajar como músico, tras haber sido contratada para un puesto en el país árabe.
En declaraciones a Periódico Cubano, Perbatis cuenta que al terminar su contrato de trabajo su novio le pidió matrimonio. Así pudo permanecer en el país “pues con el visado de artista es imposible cambiar a otro tipo de visado como es el de turista o visa de trabajo”.
“Una vez que se entra a Bahrein como artista, siempre hay que volver a entrar como artista, y esa visa te limita para muchísimos trámites y una posible vida de freelance en el país. Luego de casada fue que conocí a la familia y fue que comenzó mi convivencia de un año y medio con ellos”, añadió.
En sus primeras semanas, la cultura árabe le parecía fascinante, llena de tradiciones y costumbres que, aunque diferentes, le resultaban atractivas. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que la vida con una familia árabe tradicional traía consigo grandes desafíos, especialmente al enfrentarse al rígido rol de la mujer dentro de la familia.
Uno de los primeros desafíos fue el rol de género que debía asumir en la nueva familia. En la casa de su esposo, las diferencias entre hombres y mujeres eran marcadas: los hombres se reunían en un espacio apartado y las mujeres solo podían acceder a esos lugares con el permiso de los varones.
Esta separación de roles le resultaba extraña, ya que en su Cuba natal las mujeres gozaban de más libertad en muchos aspectos. Además, la joven tuvo que adaptarse a la obligación de cubrirse el cabello con el velo, lo cual la hizo sentir incómoda al principio.
Otro aspecto fundamental del choque cultural fue la religión. Como parte de las costumbres de la familia de su esposo, ella tuvo que convertirse al islam chiíta para poder casarse con él. Sin embargo, la conversión no fue una experiencia sencilla ni sincera para ella, ya que no compartía las creencias musulmanas.
Aunque aceptó este cambio por amor y respeto a su esposo, la presión de practicar la religión de forma completa la hizo sentir alejada de su verdadera fe. En particular, la insistencia de su suegra para que rezara en árabe fue una de las situaciones que más tensiones generó, ya que la joven no comprendía el idioma ni se sentía conectada con la práctica.
A medida que pasaban los meses, la convivencia en la casa familiar se hizo más compleja. Aunque al principio la joven intentó adaptarse a los hábitos alimenticios y a la convivencia con los demás miembros de la familia, las diferencias culturales empezaron a chocar.
Los olores de la comida árabe, fuertes y especiados, le resultaban desagradables, especialmente durante su embarazo. A pesar de intentar cocinar por su cuenta, la familia no entendió bien esta necesidad y consideró inapropiado que ella no se adaptara completamente a su cocina tradicional. Este fue solo uno de los muchos aspectos que le hicieron sentir que su identidad cubana estaba siendo suprimida.
La situación se complicó aún más cuando Danay comenzó a trabajar en una escuela. Al tener que quitarse el velo para trabajar, la joven enfrentó la desaprobación de su familia política, que la acusó de tener “doble moral”.
A medida que los conflictos aumentaban, la joven comenzó a sentir un creciente desarraigo. La falta de apoyo de su familia cubana y la creciente incomodidad dentro de su nuevo hogar en Bahrain la llevaron a replantearse su vida allí. Finalmente, decidió regresar a Cuba con su hijo.
Como parte de su experiencia, aconseja a otras mujeres que consideren mudarse a países árabes que investiguen y se preparen bien para lo que implica vivir en una cultura tan diferente a la suya. Resalta la importancia de mantener la identidad propia y de ser consciente de las diferencias culturales, para evitar imponer ideas que generen frustraciones.
el zorro
16 de junio 2025 1:25 PM at 1:25 PM
ahora cometelo con papitas fritas no se puede ser tan imbecil en la vida