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De joyas y nostalgias cubanas: Lyceum y Lawn Tennis Club

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De joyas y nostalgias cubanas: Lyceum y Lawn Tennis Club

Una de las principales sedes culturales de la otrora capital habanera y joya de la arquitectura cubana

Una de las instituciones que más enriqueció el ámbito cultural habanero durante la primera mitad de siglo XX fue el Lyceum y Lawn Tennis Club. De acuerdo a su acta de fundación, este inmueble se creó el 1ro de diciembre de 1928, aunque se inauguró el 22 de febrero de 1929 en una casona colonial de Calzada y 8 en el Vedado, actual sede de la Casa de Cultura de Plaza.

Fundada por Berta Arocena de Martínez Márquez y Renée Méndez Capote, fue una organización femenina que se dedicó al desarrollo, rescate y difusión de la cultura nacional en todas sus dimensiones, así como temas considerados de interés para las damas de la época. Debido a ello promovió en sus salas, exhibiciones de artes plásticas, conferencias, clases vocacionales, y además poseía una importante biblioteca que abarcaba diversas ramas del conocimiento. En cuestiones relativas al bienestar social, se manifestó en la creación de la Escuela de Servicios Sociales en la Universidad de La Habana.

Gracias a la fusión con el Vedado Tennis Club, que se fundó en 1902 en esta misma barriada capitalina, hoy centro recreativo José Antonio Echeverría, desarrollaron actividades deportivas que eran objetivo del Lyceum como el tenis de campo, juegos de béisbol, fútbol y fútbol americano. Esta unión se conformó el 22 de febrero de 1939: el Lyceum y Lawn Tennis Club.

Desde sus inicios la institución se propuso sortear los escollos que condenaron al fracaso a muchas otras organizaciones. Se basó en concisos estatutos, de cumplimiento obligatorio, que intentaban prevenir los males que comprometieran el éxito de la institución. Estos establecían la presidencia colegiada y de obligada renovación cada dos años como medio de evitar el personalismo exagerado que, según sus principales organizadoras, condujo al estancamiento a muchas organizaciones de la época.

La Presidencia se le ofreció en un inicio a Renée Méndez Capote, cargo al cual renunció para dedicarse mejor a la organización de la biblioteca. Ocupó la primera presidencia del Lyceum Berta Arocena de Martínez Márquez, ilustre poetisa, escritora y periodista cuya ejecutoria liceísta fue próvida en logros.

Como sociedad, el Lyceum y Lawn Tennis Club no estuvo ajeno a la situación que existía en el país en ese momento y aunque sin mezclarse de forma directa en la política, llegó a estar a la par del Grupo Minorista, la Alianza Nacional Feminista, la Revista de Avance y otros organismos.

El Lyceum y Lawn Tennis Club se convirtió en una de las principales sedes culturales de la capital habanera. Los intelectuales que llegaban a La Habana sabían que debían hacerse oír en el Lyceum e innumerables voces se escucharon allí. Por otra parte, los artistas plásticos consideraban de gran importancia exponer sus piezas en el salón de exhibiciones de este prestigioso enclave.

Por la institución transitaron hombres y mujeres de todas las ramas de la cultura cubana y extranjera de la época. Su sede siempre estuvo abierta al público, sin distinción alguna, para el disfrute de la experiencia intelectual o artística. La comunidad podía asistir con acceso libre a las conferencias, conciertos, exposiciones y años más tarde a la Biblioteca Pública que se creó dentro de la propia sede. Esta se inauguró el 19 de mayo de 1942, y realizó así una de sus iniciativas más trascendentales, tanto en el orden de la cultura como en el del servicio social en el país.

Más tarde, el 24 de marzo de 1944 se instauró la Biblioteca Juvenil, en la propia institución, la que se convirtió en la primera de este tipo en Cuba. Tanto una como la otra contaron con una organización similar a destacadas bibliotecas norteamericanas, en cuanto a préstamos de libros bajo condiciones razonables y fáciles de cumplir. Quienes tenían que ver con el desarrollo y funcionamiento de las bibliotecas, crearon una serie de conferencias, eventos y actividades para fomentar el hábito de lectura en la sociedad que emergía en aquel entonces.

Además de las conferencias se organizaban secciones en colaboración con la vocalía de clases y cursos sobre un tema especial de al menos cuatro lecciones. Se ofrecieron cursos de filosofía, literatura, historia, poesía, medicina, astronomía y otros. A veces dichos cursos daban origen a trabajos o libros importantes.

Otra de las proyecciones del Lyceum en lo cultural fue la publicación de una revista que recogió con la debida calidad, los esfuerzos de la institución en el plano de la cultura. Las condiciones para esto no eran las más propicias pues a pesar contar en su seno con personalidades ilustres de la cultura e intelectualidad cubana, la tarea de publicación requirió de un presupuesto económico bastante alto para las condiciones de vida que en esos momentos tenían la mayoría de sus iniciales fundadoras.

A pesar de todo, y gracias a la ayuda de personas influyentes en la más alta burguesía cubana, el Lyceum presentó al público una revista que llevaba su nombre. Su primer número apareció en febrero de 1936 y se estableció de manera trimestral. La revista tuvo dos épocas. La primera abarcó de 1936 a 1940 y se publicó en dicho período dieciséis números. Imposible reseñar las aportaciones a la cultura cubana, hispanoamericana y europea que aparecieron en sus páginas apoyadas por reconocidas firmas. La segunda época comenzó en 1949, y se prolongó hasta bien entrado el año 1955.

Otra línea de publicaciones del Lyceum y Lawn Tennis Club fue la que tomó a su cargo la edición de los premios literarios que la institución convocó. De ese modo se publicaron libros de poesía, literatura, filosofía e historia. En conexión con estas actividades instauró el Lyceum, cuando ya contaba con las condiciones perfectas para hacerlo, becas para estudiantes jóvenes.

Una parte importante de la sociedad en el plano cultural, por la amplia repercusión que tuvo su gestión en el mundo de la plástica cubana, fue su Salón de Exposiciones. Pero aun desde su fundación, el Lyceum propició un salón libre para los artistas noveles, para el arte llamado de vanguardia y para los valores ya consagrados. Se considera que su labor no solo sirvió a los artistas, sino que además creó un público ávido de contemplar y evaluar las obras que allí se exhibieron.

En lo musical, el Lyceum y Lawn Tennis Club, como centro cultural progresista, jugó un papel importantísimo en el desarrollo de grandes personalidades de la música cubana. Les permitió a jóvenes intérpretes y autores que se presentaran en sus espacios de conciertos y que se relacionaran con experimentados músicos que por aquel entonces hacían acto de sus dotes magistrales. Por sus salas pasaron artista de la talla de Esther Borja, María Muñoz de Quevedo, Francisco Godino, Gisela Hernández, quien en 1949 se encargó de organizar y dirigir el Coro Femenino del Lyceum. Frederic Kramer, Carlos E. Agostini, Paul Csonka, entre otros, fueron músicos de renombre en el ámbito internacional que se presentaron en sus salas.

El Lyceum y Lawn Tennis Club interactuó con otras instituciones culturales, les dio apoyo y cobertura en un intento de extender el reconocimiento de sus músicos y de ampliar sus espacios dentro de la sociedad capitalina. De igual forma fue testigo y promotor del impulso y de la fundación de proyectos que más adelante se convirtieron en apoyo al desarrollo de jóvenes músicos. Tal fue el caso del Grupo de Renovación Musical, movimiento formado por alumnos del Conservatorio Municipal de La Habana, específicamente del maestro José Ardévol. Las salas del Lyceum sirvieron de cobija a numerosos conciertos realizados por el grupo para dar a conocer la obra creadora de muchos de los compositores que lo integraban.

Importante fue la gestión cultural que llevó a cabo por el Lyceum y Lawn Tennis Club durante los treinta y nueve años de su vida, y de la gran labor que realizaron para avivar la cultura cubana de la época, la cual queda en la memoria de solo unas cuantas personas que lo conocieron, pues ya muchas no se encuentran con vida y otras solo la conocen por las historias de sus madres o abuelas, o por las pocas nociones que hoy se tiene sobre lo que fue esa institución.

Por cuestiones de tipo política y a la situación que se gestó en Cuba a partir del triunfo revolucionario de 1959, muchas de las precursoras y socias del Lyceum se vieron poco motivadas a continuar la labor que desde la fundación de la institución realizaban. De ese modo, la actividad cultural del Lyceum decayó poco a poco, gran parte de sus fundadoras iniciales abandonaron el país, y las pocas que quedaron perdieron motivación para continuar la actividad cultural que desde su fundación hacían.

El Lyceum y Lawn Tennis Club cerró sus puertas a la sociedad cubana el 16 de marzo de 1968.

Como parte de la emigración de la mayoría de las creadoras de la institución hacia los EEUU, y a modo de reencuentro y de dar inicios a una memoria cultural, a inicios de 1980 se entrevistaron en ese país a ex miembros del Lyceum, con el fin de coleccionar la mayor parte de objetos de interés, como fotografías, programas de exposiciones, boletines y anuarios. La colección llegó a estar integrada por más de 300 artículos donados por dichos ex miembros del club a lo que se conoce como Cuban Heritage Collection.

Hoy, aunque sus pilares se mantienen sosteniendo aquella edificación que gozó de tanto esplendor, el inmueble transita por el camino del olvido y la despreocupación, tal como ha sucedido con incontables joyas de la arquitectura y cultura cubana.

2 Comentarios

2 Comments

  1. Whigman Montoya Deler

    28 noviembre, 2018 - 6:45 PM at 6:45 PM

    hola, quisiera aclarar algunos errores en este texto sobre el Lyceum:
    1. la primera casa, colonial, del lyceum, fue en calzada #81 entre A y B en el viejo vedado, su segunda sede fue en calzada y 8 y no era una casa colonial.
    2.Maria Teresa Freyre de Andrade no fue fundadora.
    3. la fusión en 1939 no fue con el Vedado Tennis club, sino con el Tennis de señoritas 1913.
    4.”las pocas que quedaron perdieron motivación para continuar la actividad cultural que desde su fundación hacían” no es cierto, si bien sus actividades mermaron, ellas siguieron cpn el mismo impetu,
    5. El Lyceum y Lawn Tennis Club no cerró sus puertas, las obligaron a cerrar sus puertas en medio de la crisis del quinquenio gris.
    el edificio del vedaddo tennis club, no fue el del Lyceum
    la foto de exposición tampoco fue en el Lyceum

    mis saludos
    whigman montoya deler autor del libro: el Lyceum y Lawn tennis club: su huella en la cultura cubana

  2. Juanito

    16 noviembre, 2018 - 10:09 AM at 10:09 AM

    Ahora está peor. El techo de la instalación principal se ha derrumbado totalmente.
    Es un desastre igual que el resto del país.

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