Dueño de Mipyme en Ciego de Ávila vinculado a corrupción con Alejandro Gil tiene un pasado represor

En el año 2002, habría expulsado a los estudiantes de medicina Joan Columbié y Harold Cepero por firmar el proyecto Varela. (Foto: José Raúl Gallegos – Twitter)

Fernando Javier Albán Torres, conocido propietario de una Mipyme en Ciego de Ávila vinculado con actos de corrupción del defenestrado ministro Alejandro Gil Fernández, también tiene un pasado de represor político en defensa del régimen castrista.

Según información difundida en redes sociales, durante su estancia en la Universidad de Camagüey entre los años 1999 y 2004, fue dirigente de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), posición desde la cual practicó la represión política contra la disidencia estudiantil. Su participación en estas actividades incluye la expulsión de estudiantes y actos de repudio, pues los comunistas dicen que las universidades públicas solo son para los “revolucionarios”.

Por ejemplo, en el año 2002, habría expulsado a los estudiantes de medicina Joan Columbié y Harold Cepero por firmar el proyecto Varela. Fernando Javier Albán, como presidente de la FEU, lideró y llevó a cabo estas expulsiones. Cepero luego fue asesinado junto a Oswaldo Payá en un accidente de tránsito provocado por la Seguridad del Estado.

8/ Tres ex alumnos que contemporáneos con Albán en su época de estudiante, al ser consultados sobre el sujeto coincidieron en que además de un represor ideológico, era un corrupto desde esa época que lucraba con los recursos que tenía a su disposición como pdte de la FEU pic.twitter.com/g84DL0eZkb

— José Raúl Gallego (@joseraul86) March 12, 2024

El periodista José Raúl Gallegos afirma en su cuenta de Twitter que “tres exalumnos que contemporáneos con Albán en su época de estudiante, al ser consultados sobre el sujeto coincidieron en que además de un represor ideológico, era un corrupto desde esa época que lucraba con los recursos que tenía a su disposición como presidente de la FEU”.

“Era la época de la Batalla de Ideas. Él y un tal Carmona robaban el pollo por camiones”, dijo uno de los consultados. “Las rastras con pollo entraban y no llegaban a la bandeja. Las vendían completas, en combinación con el rector, Carlos Díaz Barranco”, comentó otra fuente.

Este historial sombrío contrasta con la imagen pública que construyó posteriormente como próspero empresario, lo que suscita preguntas sobre la legitimidad de su ascenso.

Las implicaciones de su detención trascienden el ámbito personal, poniendo en tela de juicio las redes de poder dentro de Cuba. Las revelaciones de su conducta pasada y su reciente viaje a Miami plantean interrogantes sobre la estructura de la élite empresarial cubana y sus conexiones políticas, sugiriendo una trama de corrupción y complicidad que podría alcanzar niveles superiores del gobierno, tal y como es el caso de las acusaciones de conductas “corruptas e insensibilidad” que pesan sobre Gil Fernández.