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Entrevista con Pedro Franco, director de ‘El Portazo’: Vivir para contar el teatro

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Entrevista con Pedro Franco, director de ‘El Portazo’: Vivir para contar el teatro

«Nuestras obras son imperfectas puestas en escenas diseñadas para exorcizar verdades»

La obra surgió para apoyar el estreno del espectáculo ‘No puedo. Tengo ensayo: Una comedia de enredos’. (Foto: Periódico Cubano)

El grupo de teatro cubano ‘El Portazo’ se presenta por estos días en la Ciudad de México con su más reciente obra El Recitalito: No puedo. Tengo ensayo, la cual ha tenido una excelente acogida por parte del público azteca.

Esta particular puesta en escena, surgió para apoyar el estreno del espectáculo No puedo. Tengo ensayo: Una comedia de enredos, con texto original del dramaturgo Yunior García y utiliza la rifa como dispositivo escénico; donde cada día se sortean los números interpretados.

De esta forma y desde una perspectiva lúdica, los actores aprovechan la interacción con el espectador y lo convierten en parte del proceso teatral.

Sobre cómo ha sido su experiencia con el público mexicano y su visión del teatro en la Isla, Periódico Cubano conversó en exclusiva con su director, Pedro Franco.

¿Por qué «El Portazo»?
El nombre del grupo hace una clara referencia a la obra Casa de Muñecas del dramaturgo noruego Henry Ibsen. Como en el clásico, el gesto de dar/crear un portazo parte de una necesidad de emancipación.

Necesitaba, allá por el año 2011, obtener y perfilar una herramienta expresiva que me permitiera canalizar artísticamente mi visión de la realidad donde me tocaba crecer. Y ‘El Portazo’ vino a proporcionármela, afortunadamente.

Lo más elocuente y coherente que he logrado ser, ha sido a través de mi obra con el grupo.  También una canción 19 días y 500 noches, de Joaquín Sabina, sirvió de inspiración, con una frase que usa el referente teatral como base: “El Portazo sonó como un signo de interrogación…”

El Portazo. (Foto: Periódico Cubano)

De alguna manera ilustra la incertidumbre que te envuelve ante tamaña y descabellada aventura como la de crear una agrupación teatral, emprender.

Es necesario aclarar que el nombre se lo debemos a Iriam Olivares, un actor del grupo. Supongo que todo narraba la inconformidad del momento, esa que nunca nos ha abandonado.

¿Cómo defines la producción de El Portazo dentro del panorama teatro cubano?

Sin ser precisamente continuidad, hemos procurado ser respetuosos y agradecidos con los que consideramos mayores y referentes. Nuestra producción, a lo largo de casi once años de trabajo, ha intentado parecerse a la generación de teatristas que somos.

Hay ciertos privilegios y libertades de las cuales gozamos en todos los ámbitos de la creación que, sabemos reconocer, nos han sido legados como conquistas de otros tiempos, lo cual agradecemos.  Aspiramos a ganar más, libertades, privilegios y horizontes.

Creo que si algo nos define en este corto tiempo es la terquedad de no reconocer del todo, el límite impuesto. Correr la raya tanto como podamos, con torpeza en ocasiones, otras con férrea voluntad.

La obra está pensada para interactuar con el público y hacerlo partícipe de la vivencia. (Foto: Periódico Cubano)

Esto nos ha insertado de manera singular en la producción teatral cubana de la última década. La Rebeldía es una base fundamental de nuestra poética.

¿Cómo ha sido la experiencia en México y la acogida del público a la obra?

México está siendo una grata sorpresa. Nunca antes habíamos estado ni el grupo ni yo, por lo que todo es un descubrimiento.

En verdad hemos sido muy bien recibidos. Mi respeto por las Artes Escénicas mexicanas pasa por el estudio y la admiración de varios de sus creadores de diferentes generaciones. Desde Tito Vasconcelos y Jesusa Rodríguez, hasta Juan Carrillo y Alberto Villarreal.

La tradición del cabaret aquí es muy sólida y rastreable, por ello me sentí nervioso en las primeras presentaciones. Luego de varias experiencias con distintos públicos, puedo atestiguar que, independientemente de los localismos, nos hemos podido comunicar de una manera muy eficiente, casi mágica, desde ese atributo que posee el teatro que es la complicidad.

Aún nos quedan presentaciones, espero que esta impresión inicial vaya afirmándose y creciendo.

Presentación de la obra ‘El Recitalito: No puedo. Tengo ensayo’. (Foto: Periódico Cubano)

Tu obra es polémica y arriesgada, ¿no tienes miedo de la censura o represión por parte de las autoridades de la Isla?

La provocación y el riesgo siempre encontrarán hostilidad y premio. En esas coordenadas hemos sabido navegar lo más pegado a nuestro rumbo posible. No tengo miedo, hemos sido precavidos en ocasiones y en otras muy intransigentes en nuestras exigencias, candeleros por hábito.

Creo que los episodios de tensión entre el poder, en cualquiera de sus manifestaciones, y el grupo, se han podido sortear en buena media por la verdad de nuestros contenidos, que son imperfectas puestas en escenas diseñadas para exorcizar verdades.

En la utilidad de nuestro trabajo está el resguardo contra la censura y la represión. Y un poco de suerte también. Hay otros y otras que no han transitado el mismo camino, se lo han torcido lamentablemente.

¿Qué opinas de la producción teatral en Cuba actualmente? ¿Qué ha ganado y que ha perdido?

La producción teatral en Cuba está deprimida. Eso es un hecho. Pero bueno, todo quedó deprimido y medio traumatizado después del zarpazo de la COVID-19. El teatro cubano, según testimonios de sus hacedores, quedó maltrecho con la crisis de los 90.

Sin embargo, cuando tuve la dicha de acercarme a él, precisamente a finales de esa década, en el año 1999, La Habana exhibía en su cartelera de septiembre importantes títulos de maestros con caras felices y realizados.

Ojalá de esta crisis podamos y sepamos recuperarnos de igual manera. Sobre todo, por los públicos y los actores, quizás los segmentos más perjudicados en esta depresión.

El Portazo ha sido muy bien acogido por el público mexicano. (Foto: Periódico Cubano)

Me encantaría decir que en el movimiento teatral cubano hemos ganado en unidad. Pero no puedo afirmarlo. Me encantaría decir que hemos ganado en perspectiva, organización y visión. Pero no puedo afirmarlo. Me encantaría decir que hemos ganado en legislaciones favorables, estrategias económicas inspiradoras o nuevas generaciones estables y comprometidas. Pero no puedo afirmarlo.

Sin embargo, creo poder afirmar que hemos ganado en experiencias de todo tipo, en resistencia y razones para tener imperativamente que sobrevivir a otra crisis. Es conmovedor y muy plausible ver a los colegas agarrados al mástil mientras el viento sopla.

En lo que hemos perdido no quisiera detenerme, solo decir que hay par de cosas esenciales que ya no encuentro. Quizás no están del todo perdidas, solo extraviadas por ahí. Como el valor.

¿Qué tienes preparado para el futuro de El Portazo?

Mantenernos trabajando para poder reaccionar a disímiles circunstancias. Esa es ahora la mayor prioridad. Son tiempos difíciles para el arte en general y el teatro en particular. Vivir para contarlo es el mejor plan para el futuro.

Para quienes puedan acercarse hasta la propuesta de El Portazo, se presentarán en La Gaviota Teatro, en la ciudad de Querétaro, el día 21 de septiembre, mientras que el 23 estarán en Cracovia 32, en la Ciudad de México.

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