HISTORIA DE CUBA
La historia del primer cubano sometido al detector de mentiras
Una pierna fue encontrada en una alcantarilla de Marianao, mientras que los brazos y el torso fueron abandonados en cunetas de zonas distantes como el Diezmero y Guanabacoa
En su libro de Crónicas Policiales, el periodista e investigador Ciro Bianchi dedica varias páginas al caso del agente de la policía que en 1939 asesinó y desmembró a su esposa.
Para marzo de aquel año, los periódicos de la época se hicieron eco de noticias que relataban extraños hallazgos en La Habana: una pierna de mujer encontrada en una alcantarilla de Marianao; brazos y torso abandonados en cunetas de zonas distantes como el Diezmero y Guanabacoa.
Los incrédulos no lo consideraron un crimen, y apostaban por una broma achacada a algún estudiante de Medicina del Departamento de Anatomía Patológica de la Universidad.
Los miembros del Gabinete General de Identificación lograron reconstruir el cuerpo, incluso aparecieron en las portadas de los medios fotos de esto, pero les faltaba la cabeza; la cual tardó once meses en salir a la luz, y fue hallada en la letrina de una casa en el Surgidero de Batabanó, al sur de La Habana.
Esta fue la “pieza clave” para determinar la identidad de la occisa. Exámenes odontológicos y hojas clínicas mediante, se llegó a la conclusión de que se trataba de Celia Margarita Mena, una joven proveniente de las provincias orientales que llegó a La Habana a probar suerte y conoció al policía René Hidalgo Ramos.
La muchacha de cuerpo exuberante atraía miradas por donde quiera que pasaba y esto encendía los celos del marido. Según relata Bianchi, la pareja nunca contrajo matrimonio y vivieron en distintos lugares, uno de ellos fue el sitio donde apareció su cabeza.
Dentro de las muchas suposiciones, los especialistas tenían una certeza: los cortes habían sido limpios y precisos, estaban seguros de que quien desmembró a la víctima sabía lo que hacía. Por tanto, las principales sospechas se centraron en el marido.
En el año 1940, la investigación llevaba varios meses en curso y coincidió con la introducción en Cuba de un aparato inventado en 1938, el polígrafo. Hidalgo Ramos se convirtió en el primer cubano que se sometió al detector de mentiras, como también se le conoce a este instrumento de medición que se empleaba para registrar de respuestas fisiológicas —presión arterial, ritmo cardíaco y frecuencia respiratoria— generadas por determinadas preguntas.
Con la ayuda de esta técnica, los investigadores obtuvieron una confesión, aunque tal vez no la esperada. René Hidalgo se declaró culpable, no obstante, agregó que no había sido su intención matarla.
En el esclarecimiento del hecho alegó que todo fue producto de un ataque de celos. Llegó a su casa y, al no encontrar a su mujer, la imaginó con otro. Cuando esta apareció comenzaron una pelea donde la golpeó, la joven cayó al suelo y se fracturó el cráneo. Para su sorpresa, Celia no murió producto de la caída y entonces le propinó otro golpe, esta vez fatal.
“Sintió miedo y una idea ocupó su mente ofuscada: haría desaparecer el cadáver”, precisa Bianchi. El asesino fue condenado a 28 años de prisión por ese delito con agravante de alevosía, y por profanación e inhumación ilegal de cadáver.
El polígrafo
El polígrafo de 1938 representó un avance crucial en la tecnología de detección de mentiras, al mejorar la capacidad para registrar respuestas fisiológicas como la presión arterial, el ritmo cardíaco, la respiración y la conductancia de la piel, que son vistas como indicadores del estrés asociado al engaño.
Desarrollado por Leonarde Keeler, considerado uno de los pioneros en la aplicación forense del polígrafo, este dispositivo incorporó innovaciones que aumentaron su precisión y confiabilidad. Adoptado ampliamente por agencias de aplicación de la ley para interrogatorios e investigaciones, el polígrafo de 1938 estableció un nuevo estándar en la tecnología de detección de mentiras a pesar de las controversias en torno a su fiabilidad y aspectos éticos.