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«La Reina de Cuba»: la espía castrista más peligrosa en los Estados Unidos

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«La Reina de Cuba»: la espía castrista más peligrosa en los Estados Unidos

Montes es considera la agente cubana que más a fondo se adentró en la inteligencia de EE UU.

En una celda de máxima seguridad de una prisión en Fort Worth (Texas) reservada para las criminales más peligrosas y con enfermedades mentales, Ana Belén Montes cumple 20 años de encierro.

Estadounidense de padres puertorriqueños, Montes se convirtió en la espía más peligrosa y en el cargo más elevado del régimen castrista que jamás haya sido identificado por las agencias de inteligencia norteamericanas.

Montes se destacó por su papel como agente doble para el régimen cubano desde lo más alto de la dirigencia del Pentágono. Su papel como principal experta en los asuntos y secretos militares cubanos le valió un importante papel en las pretenciones de la dictadura comunista en su enfrentamiento a los Estados Unidos.

Ana Belén fue conocida por el sobrenombre de «La Reina de Cuba» luego de nada más y nada menos que 17 años filtrando información de alto nivel militar al gobierno de La Habana. Entre 1985 y 2001, Montes pasó secretos de Estado a La Habana mientras trabajaba como analista principal de la Agencia de Inteligencia Militar de EEUU (DIA).

La analista fue detenida el 21 de septiembre de 2001, pocos días después del atentado a las Torres Gemelas en Nueva York. En el jucio se declaró culpable de los cargos que se habían levantado contra ella, los cuales le podrían haber valido la pena de muerte, pero finalmente fue sentenciada a 25 años de prisión.

El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre EEUU y Cuba en 2014, marcado por el intercambio de espías cubanos vinculados a la conocida «Red Avispa» desarticulada en 1998, dejó fuera y en solitario una de las últimas y solitaria agente que purga los pecados de la Guerra Fría.

“En los interrogatorios, Montes nos dijo que solo lamentaba dos cosas con respecto a toda la vida que pasó traicionando a nuestra nación: haber sido capturada y el sufrimiento que le causaría a su madre”, explicó Chris Simmons, entonces teniente coronel activo de la contrainteligencia militar de EEUU y figura central en la detección, identificación, investigación e interrogatorio de la espía de origen puertorriqueño.

Los inicios de Ana Belén Montes

Ana Belén nació el 28 de febrero de 1957 en una base del ejército de Estados Unidos en 1957, ubicada en la entonces Alemania Occidental.

Hija mayor de los puertorriqueños Emilia y Alberto Montes. Alberto era un respetado médico militar, y la familia cambió a menudo de residencia, de Alemania a Kansas y de ahí a Iowa.

Montes se graduó en el Instituto de Loch Raven con una media de 3,9 (sobresaliente), pero a diferencia  de su excelente vida estudiantil, la situación en el hogar fue deteriorándose progresivamente debido a las escenas violentas protagonizadas por su padre Alberto en contra de ella y el resto de sus hermanos.

Finalmente sus padres terminaron divorciándose y ella desarrollando una intensa repulsión hacia la figura de su progenitor.

“La niñez de Montes hizo que se volviera intolerante respecto a las diferencias de poder, la llevó a identificarse con los menos poderosos y consolidó su deseo de vengarse de las figuras autoritarias”, escribió la CIA en un perfil psicológico de Montes.

Su “retraso en el desarrollo psicológico” y los abusos a que la sometió un hombre violento vinculado al ejército de Estados Unidos “incrementaron su vulnerabilidad a la hora de que la reclutaran unos servicios de inteligencia de otro país”, añade el informe de 10 páginas citado por el País.

Cuando Ana Montes estaba en tercer año en la Universidad de Virginia, conoció en un programa de intercambio en España a un estudiante argentino de ideología de izquierda que influyó de manera decisiva en el pensamiento de Ana.

Al acabar la universidad, Montes se mudó durante un breve periodo a Puerto Rico, pero no consiguió encontrar un empleo que le gustara. Cuando un amigo le dijo que había un puesto de mecanógrafa en el Departamento de Justicia, en Washington, dejó de lado sus reparos políticos y solicitó la plaza que al fin y al cabo, era un trabajo decente.

Mientras trabajaba, Montes comenzó los estudios para obtener un máster en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins y durante ellos endureció sus posturas políticas.

¿Cómo se convirtió en espía?

El perfil de Montes se hizo interesante para los reclutadores de la inteligencia cubana gracias a la gran trayectoria de Ana Belén como funcionaria en Washington y sus estudios en una de las mejores universidades del país. En 1984, los servicios de inteligencia cubanos la reclutaron como agente.

Según la historia oficial, un amigo de la universidad que trabajaba para los cubanos la puso en la mirilla al identificarla con una posible colaboradora del régimen cubano.

Cuba consideraba como «máxima prioridad» la captación de seguidores en las universidades estadounidenses, según el exagente cubano José «Pepe» Cohen, los servicios cubanos se preocupaban por identificar en los centros universitarios a estudiantes con intereses en la política y en «puestos de importancia en el sector privado y en la administración».

Según los analistas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) la captación fue mucho más siniestra, ya que asumen que fue manipulada para que pensara que Cuba necesitaba su ayuda, «le hicieron sentirse poderosa y alimentaron su narcisismo», dicen los documentos.

Los cubanos empezaron poco a poco, pidiéndole traducciones e informaciones inocuas que pudieran ayudar a los sandinistas, la cual era su causa favorita. «Sus contactos, sin que ella se diera cuenta, juzgaron en qué era más vulnerable y explotaron sus necesidades psicológicas, su ideología y su personalidad patológica con el fin de reclutarla y mantenerla motivada y trabajando para la Habana», es la conclusión de la CIA.

Montes visitó Cuba en secreto en 1985 y luego, siguiendo instrucciones, empezó a presentar su  candidatura a puestos de la administración que le permitieran tener mayor acceso a informaciones secretas.

Aceptó un puesto en el Organismo de Inteligencia de la Defensa (DIA en sus siglas en inglés), la mayor fábrica de espías militares del Pentágono en el extranjero.

En su meteórica carrera, Montes recibió gratificaciones en metálico y 10 reconocimientos especiales a su labor, entre ellos un certificado especial que le entregó el entonces director de la CIA, George Tenet, en 1997.

Desde el cubículo C6-146A en el cuartel general de la DIA, en la Base Conjunta Anacostia-Bolling de Washington, Ana Belén tenía acceso a cientos de miles de documentos secretos, y solía almorzar en su mesa, absorta en aprenderse de memoria páginas sin fin de los informes más recientes.

Su técnica era clásica. En La Habana, los agentes de los servicios cubanos de inteligencia le enseñaron a pasar paquetes a otros espías sin que se notara, a comunicarse en clave y a desaparecer en caso necesario.

Incluso le enseñaron a fingir ante el detector de mentiras. Según contó ella después a los investigadores, se trataba de contraer estratégicamente los esfínteres. No se sabe si el truco funcionaba, pero el caso es que Montes pasó el detector de mentiras de la DIA en 1994, cuando ya llevaba un decenio.

Montes es considera la agente cubana que más a fondo se adentró en la inteligencia de EEUU. Cuba la reclutó en 1984, la adiestró y mantuvo con ella una conexión ultrasecreta.

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