Madre cubana y sus tres hijos llevan años en una vivienda “inhabitable”

La cantidad de edificios en mal estado en el territorio aumenta, pero el gobierno sigue invirtiendo todos sus recursos en la reparación y construcción de hoteles para el turismo. (Foto: Periódico Cubano)

Una joven madre y sus tres hijos menores de edad se ven obligados a permanecer en una vivienda declarada “inhabitable” por el arquitecto de su comunidad, en Baracoa.

La educadora Solennis Furones Montero contó a CubaNet que radica con sus hijos de 3, 5 y 11 años en una vivienda que resultó dañada desde 2016, sin que las autoridades hayan cumplido con atender debidamente su caso.

“Cuando pasó el ciclón Matthew se cayó el techo de mi casa. Yo tenía un techo de fibrocemento y querían darme uno de teja negra”, explicó Furones Montero.

La mujer finalmente consiguió que las autoridades repusieran el techo de su vivienda, sin embargo, se requerían otras reparaciones que no fueron atendidas.

El régimen prometió entregarle materiales para construir un muro e impedir que las aguas albañales de una zanja inmediata a su casa penetraran en el interior de la vivienda, pero a la fecha los sigue esperando.

“También se me cayeron las vigas principales y se me derrumbó el piso. Fui a Vivienda y al Gobierno, planteé mi problema y la directora de Vivienda me dijo que decir que podía hacer algo por mí ahora era engañarme”, relató.

Explicó que a pesar de su insistencia no ha recibido atención alguna de Vivienda, de su centro de trabajo, ni de ninguna dependencia del Estado.

“No ha venido nadie a visitarme aquí en mi casa. Vino el delegado una sola vez y no ha venido más. Y él sabe en la situación en que me dejó aquí, que mi casa se me está cayendo completita, los horcones están podridos… Va a llegar el momento en que la casa nos va a caer arriba a mí y a mis hijos. Y no ha venido nadie del Gobierno ni de Vivienda a visitarme”, se quejó.

Con sus propios recursos, Furones buscó a un arquitecto para que evaluara su vivienda, y así poder “ahorrar” un esfuerzo a las autoridades con la esperanza de que eso apresurara su respuesta, pero tampoco funcionó.

“Busqué a un arquitecto para que me hiciera un dictamen técnico. Me lo hizo y dejé una copia en Vivienda y otra en el Gobierno hace más de cuatro semanas y tampoco han venido a visitarme aquí. A ellos parece que no les importa nada de esto. Están esperando que nos caiga la casa arriba y nos mate a mí y a mis hijos para entonces correr”, sentenció la mujer.

Su caso no ha sido prioridad para las autoridades ni siquiera porque sus dos hijos presentan problemas de salud, dos de ellos asmáticos y el tercero con secuelas de COVID-19.

Furones denuncia que, a pesar de ser trabajadora del Estado, esto no ha representado ninguna ventaja al momento de recibir atención oportuna, incluso cuando su situación es conocida en la comunidad.

“En mi trabajo sabían que mi casa se derrumbó y que el piso se me hundió y no vino a visitarme nadie. Nadie me dio apoyo ni nada cuando a mí se me derrumbó el piso, que tuve que levantar con dos bloques hasta que Dios permita o hasta que las gentes del Gobierno se acuerden de que yo existo”, expresó.

“Si ellos que son el Gobierno y el Partido y lo tienen todo no me lo buscan a mí de dónde lo voy a sacar yo que no tengo ni un peso”, añadió la mujer.

La crisis de vivienda en Cuba va en aumento, mientras el gobierno continúa atrasado en la construcción y restauración de casas para la población.

Lo costoso de los materiales -que además se ofertan en dólares- y las trabas para conseguir los permisos necesarios, vuelven a la ciudadanía completamente dependiente del régimen para realizar reparaciones o construir inmuebles.

El gobierno se excusa en una supuesta falta de presupuesto y escasez de materiales para seguir sin construir viviendas, pero ninguna de estas situaciones ha frenado el desarrollo hotelero de la Isla.

En 2021, el régimen cumplió apenas el 42% de su Plan de Vivienda, cuya meta final era solo la mitad de lo que contemplaba el mismo plan en 2019. La cifra de viviendas planteada hace tres años, a la fecha sigue sin completarse.