Manuel Marrero tensa la cuerda: «Con pueblos como Cuba y Nicaragua, tendremos Revolución para rato»

Marrero visitó Nicaragua e intercambió con Daniel Ortega para consolidar los vínculos entre dos de las dictaduras de América. (Collage: Manuel Marrero-Twitter)

“Dime con quién andas y te diré quién eres” es un refrán popular que no falla. Solo con mirar los amigos del régimen cubano, tenemos una idea clara de cómo es el castrismo, pues comparten la misma esencia: son sistemas totalitarios, que reprimen al pueblo, mientras intentan vender una falsa imagen de sí mismos al mundo.

El primer ministro de Cuba, Manuel Marrero Cruz, visitó Nicaragua, otra de las dictaduras de América. Al concluir su viaje, hizo gala de una de las principales características de este tipo de gobiernos no legítimos: la desfachatez, la mentira y la burla hacia las poblaciones que subyugan.

Sin miramientos, el comunista aseguró que las dictaduras de Cuba y Nicaragua, con demasiado tiempo en el poder, siguen adelante por el pueblo que tienen.

Cada día, afirmó, «uno comprende mejor por qué tenemos revoluciones como las nuestras. Los yanquis se empeñan en aislarnos, en imponernos su ideología, y mientras más lo hacen, los pueblos se empeñan en ser más independientes. Mientras haya pueblos como Cuba y Nicaragua, tendremos Revolución para rato», reseña el medio oficialista Cubadebate.

Una vez más, los líderes (no electos) de Cuba se burlan del pueblo y mienten al mundo, o al menos lo intentan, porque ya muchos conocen la verdad del castrismo; mientras que la mayoría de los que lo siguen defendiendo lo hacen con pleno conocimiento de la realidad y manipulan los hechos a conveniencia.

Contario a las palabras de Marrero, ni el pueblo de Cuba ni el de Nicaragua respaldan a estos regímenes. Las poblaciones de ambos países sufren una represión en todos los frentes de la vida cotidiana, que dificulta articular una oposición efectiva; y aun así, los actos de enfrentamiento al gobierno no han dejado de suscitarse, aunque ambas dictaduras lo oculten.

En el caso de Cuba, el 11J fue el ejemplo más claro de rechazo al castrismo. Pero, como era de esperarse, las autoridades comunistas tergiversaron lo sucedido para negar que fue el pueblo quien tomó las calles. Y en el intento de que no haya otro 11 de julio, metieron a la cárcel a miles de manifestantes.

No, si dependiera del pueblo de Cuba, no hubiera «revolución» para rato. Si se permitieran las elecciones democráticas, no seguirían en el poder.

Otro refrán muy acertado es «quien juega con fuego, se quema». El régimen sigue tensando la cuerda del hartazgo de la población, burlándose de su descontento, mientras permanecen sin solucionarse los graves problemas que aquejan a los cubanos de a pie, pero no a los gobernantes y sus familias.

Mientras haya pueblos como #Cuba y #Nicaragua, habrá Revolución para rato.
En nuestra breve, pero profunda visita a la tierra de Sandino, ratificamos nuestro compromiso de continuar estrechando los lazos de hermandad y solidaridad.#CubaPorLaPaz ?️??#CubaNoEstáSola pic.twitter.com/YjmfYhiGT8

— Manuel Marrero Cruz (@MMarreroCruz) July 20, 2022

El nicaraguense Daniel Ortega consiguió el año pasado el quinto mandato de la dictadura sandinista, que lleva 14 años en el poder.

El Consejo Supremo Electoral de esta nación centroamericana señala que Ortega, como candidato del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), obtuvo el 75% de los votos y el resto de los sufragios se lo dividieron los supuestos opositores a los que se les permitió participar, como parte de una escenografía planeada desde la presidencia para aparentar un proceso democrático.

Los verdaderos opositores que iban a complicar la campaña del sandinista y convencer a la sociedad nicaragüense de votar por un cambio hacia una mejor economía, libertades y respeto a los derechos humanos, terminaron encarcelados o en prisión domiciliaria antes de las elecciones.