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Pobreza menstrual: Denuncian escasez de almohadillas sanitarias en La Habana
“El Estado las echó al saco sin fondo de nuestra pobreza, que no es solo menstrual”
Las mujeres cubanas tampoco consiguen escapar a la pobreza menstrual; enero y febrero pasaron de largo sin que el Estado vendiera en la red de farmacias de La Habana, las almohadillas sanitarias correspondientes a esos meses.
Para muchas féminas, de entre 10 y 55 años de edad, los paquetes de las conocidas como íntimas, son la única alterativa “decente” para hacer frente a sus períodos. Sin embargo, la escasez las obliga a recurrir a antiguos métodos como incómodos paños.
“Las menstruaciones de enero y febrero, el Estado las echó al saco sin fondo de nuestra pobreza, que no es solo menstrual”, denunció en su muro en Facebook la activista Juliette Isabel Fernández Estrada.
Cuestionó además las pocas vías que existen en la Isla para adquirir las almohadillas sanitarias. “Desconozco si en las tiendas en moneda nacional venden íntimas, yo nunca me he tropezado con ellas allí. En las tiendas en MLC sí las venden, pero solamente a veces y en algunas, como es todo el abastecimiento en esas tiendas”.
Las mujeres cubanas asumen otra carga en sus vidas, en pleno siglo XXI y en una sociedad que asegura protegerlas. “Seguimos trabajando, cumpliendo, yendo a la escuela, militando en la inútil FMC. Deberíamos pararlo todo mientras no sepamos qué pasará cuando usemos la última íntima del paquete”, sugirió Fernández Estrada.
Ella, al igual que miles de madres, ve reflejada la escasez de los años 90 en la experiencia de su hija adolescente, a quien inevitablemente ha alcanzado la pobreza menstrual. Durante la pandemia, la activista se ha visto obligada a “zancajear La Habana, virtual y físicamente” para encontrar las almohadillas sanitarias.
“Si algo no iba a permitir era que 27 años después del 1993, ella tuviese que utilizar durante la menstruación, como yo entonces, paños viejos lavados, medias blancas deportivas en desuso (que eran traspasadas por un perenne redondel rojo en cada colchón o cojín donde me apoyara), para dejar las contadísimas íntimas ‘para salir’”, agregó.
Juliette Isabel Fernández Estrada aseguró sentir rabia por lo antes descrito, pero reconoce que es uno de los tantos pesares que acompaña a las familias cubanas. Lo consideró “un drama ínfimo al lado de otras pobrezas y atropellos, mientras hay tantas mujeres y hombres presos, sentencias penales redobladas a tantos de nuestros manifestantes del 11J. Y es que así estamos los cubanos, asfixiados entre círculos concéntricos de opresión”.